La captura de Cerro Dragón es enigmática. Contó con la participación de 400 personas, que practicaron un vandalismo fuera de lo común. Redujeron y desarmaron a 30 gendarmes, algunos de los cuales fueron obligados a revolcarse desnudos en la nieve. Inundaron con agua la sala de control informático del pozo, que tiene un sistema de seguridad similar al de un tesoro bancario, por lo que quedaron arruinados todos los equipos. Destrozaron los tendidos de fibra óptica. Y quemaron cerca de 40 camionetas, que apilaron después con una pala mecánica. El corazón del yacimiento quedó inutilizado.
Para hacer semejante operación se requiere algo más que el malestar por un acuerdo salarial que no se cierra. Estos Dragones, militantes disidentes de la Uocra provincial, no podrían haber alcanzado su objetivo sin un sistema de comunicaciones más o menos complejo, algún tipo de coordinación profesional y un nivel de resistencia inexpugnable frente al acoso de la legión de gendarmes y policías con que los rodeó durante tres días el teniente coronel Sergio Berni, secretario de Seguridad.
¿Nadie sabía del nivel de sofisticación y violencia que estaba tomando este movimiento gremial? A la Presidenta le han llevado, como de costumbre, explicaciones improvisadas, siempre tendientes a confirmar sus presunciones de entre casa. Le dijeron que Los Dragones están relacionados con el ex gobernador Mario Das Neves, adversario del kirchnerismo. Son los mismos funcionarios que le quisieron hacer creer que el asesinato del militante trotskista Mariano Ferreyra había sido planificado por Eduardo Duhalde.
Con una lógica más ajustada, se podría decir que Los Dragones responden al actual gobernador, Martín Buzzi, aliado de la Casa Rosada: el abogado del grupo, Jorge Echelini, fue secretario de Gobierno de Comodoro Rivadavia cuando Buzzi era intendente. Son argumentos ridículos. Los Dragones han aparecido con un nivel de autonomía, agresividad y organización que hicieron temblar a Buzzi más que a nadie. Los comandan Raúl Murga, un dirigente peronista nacido en Paso de Indio, y Guido Dickson, un militante formado en la izquierda y más radicalizado. Constituyen un desprendimiento de la Uocra, que está sometida en la provincia a un proceso de declinación que lleva años y que el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, conoce bien.
La rareza del episodio, más parecido a un atentado que a una protesta sindical, sumió al gobierno nacional y al de Chubut en el silencio. La única manifestación inequívoca del oficialismo fue un comunicado de YPF en solidaridad con la empresa Pan American Energy. Pero tampoco esta empresa informó con precisión lo ocurrido. Los datos son filtrados por funcionarios y ejecutivos, siempre bajo reserva.
Más extraña aún es la receta institucional aplicada. La jueza federal Eva Parcio ordenó el desalojo del yacimiento. Pero cedió al requisito de los intrusos: que no haya detenidos. Una solución a la Berni, a quien se le atribuyó, en diciembre de 2010, haber evacuado el Parque Indoamericano repartiendo plata. Esta vez no tuvo el mismo éxito. El gobierno de Buzzi anunció la recuperación del pozo pero la empresa dijo que seguía sin controlarlo. Lo que está ocurriendo en Chubut es preocupante desde el punto de vista de la seguridad y de la energía. Cerro Dragón es el campo petrolero más importante del país. Por su anulación la oferta de crudo se verá reducida por bastante tiempo en un 17%, que es lo que aporta ese yacimiento a la producción total. El que planificó esta operación sabía dónde pegar. El daño es menos evidente pero, dada la fragilidad energética de la Argentina, equivale a varias plazas de Moyano.
La explosión de este conflicto acaso opaque la visita del primer ministro chino que vino a la Argentina a promover un utópico acuerdo de libertad aduanera con el Mercosur. También pretende agilizar el ingreso del Industrial & Commercial Bank of China en el Standard Bank, demorado por cuentas pendientes de los Werthein con el kirchnerismo.
No habría, sin embargo, que dar todo por perdido. Wen Jiabao está acostumbrado a los dragones. Esos seres imaginarios ocupan el centro de la mitología china. Durante siglos, fueron el símbolo del emperador. Eso sí: conviene que cuente con un excelente traductor. Es posible que cuando le expliquen que el ataque a los intereses de su país se debe a los dragones, lo tome como una broma de mal gusto..