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Debate
(Opinión) GROBOCOPATEL: "APRENDIENDO ALGUNAS LECCIONES DE CHINA". LUGONES: "EL GIGANTE QUE BUSCA BURLAR LA CRISIS CON OBRAS Y NUEVOS NEGOCIOS"
25/06/2012
Por Paula Grobocopatel y Gustavo Grobocopatel - Grupo Los Grobo

Aprendiendo algunas lecciones de China

Clarín
China ha realizado una transformación sin precedentes en la historia de la humanidad. En los últimos 20 años se movieron 400 millones de personas del campo a centros urbanos y se espera que, en los próximos 10 años, 300 millones sigan el mismo camino.

El proceso se ha realizado siguiendo un orden y generando en la población, en general, una mayor calidad de vida. Los nuevos habitantes urbanos tienen viviendas dignas, servicios y espacios públicos de calidad, medios de transporte de última generación. No encuentro mucho interés en las estadísticas, pero son necesarias en este caso para poder tener un orden de magnitud de las cosas: las autopistas, que eran 1.000 km en 1990, pasaron de 16.000 km en el 2006 a 36.000 km en el 2020; en el 2013 tendrán 13.000 km de trenes de alta velocidad; Shangai hoy tiene 340 km de subterráneos y en el 1996 no tenía una sola línea. Estos cambios también lo fueron en lo cultural y en los patrones y hábitos de consumo; la sociedad es más exigente con la limpieza, la calidad y la salubridad. Hace 20 años no podíamos imaginar, ni siquiera construir una hipótesis, sobre cómo sería posible hacerlo. Los chinos lo hicieron.

Siempre pensamos a China únicamente como un lugar al que hay que venderle o comprarle algo. Me gusta pensar en qué podemos ofrecerle a China y qué nos puede dar a nosotros. Hay en este sentido una notable complementariedad entre Argentina y China, pero los invitamos también a pensar en China como un caso sobre el que hay que aprender. China rompió los límites de lo que una sociedad organizada puede lograr.

En medio de una importante crisis del capitalismo globalizado, conocer un poco de China nos trae esperanza, la “Economia Social de Mercado” es una parte sustancial del proceso global que venimos transitando los últimos años. Este camino ha generado a la sociedad global enormes beneficios, ha generado empleos y riqueza y ha sacado a mucha gente de la pobreza, pero tiene aun enormes deudas pendientes. Hay menos pobres pero más diferencias entre ricos y pobres, hay más trabajo pero menos seguridad, hay más riqueza pero mas volatilidad, todo es más efímero. La realidad se ha vuelto menos previsible, más turbulenta y el temor es mayor.

En China no hay un modelo sino varios que conviven y lo único que los une es la capacidad de adaptación y de experimentación, flexibilidad y cambio. La economía social de mercado podría llamarse Capitalismo o Socialismo del Siglo XXI y seguramente tendría recomendaciones diferentes de acuerdo a cada cultura, país o región. En estas circunstancias es difícil decir qué hay que hacer, pero hay cierta claridad sobre lo que no hay que hacer.

China nos enseña que las transformaciones deben ser rápidas pero no disruptivas, tienen que ser parte de un proceso de cambios en una misma dirección y sostenerla con proactividad en las adaptaciones. La liberalización de la economía no necesariamente se relaciona con una democracia, en el sentido occidental de la misma, y el Estado podría llegar a controlar sectores claves de la economía pero esto no significa que tenga que gestionarlos. El poder debe ser compartido, la complejidad del mundo actual necesita de soluciones flexibles y esto se genera donde lo diverso interactúa. Un legado importante de Deng ha sido justamente la construcción de un sistema de poder equilibrado y nada unipersonal.

Las bases conceptuales del desarrollo diseñado por Deng y que fueron modificadas varias veces por sus sucesores son: la apertura a las inversiones de adentro y de afuera (si no están estas últimas, no se pueden hacer estas transformaciones en corto plazo), la reforma de los sistemas políticos y de las leyes que eviten la concentración del poder, descentralización administrativa y en la toma de decisiones, gestión privada e incentivos para que los emprendedores se enriquezcan, el Estado que controla pero facilita, educación para todos basada en la meritocracia, inversión urgente en infraestructura básica (rutas, ciudades, trenes, aeropuertos, vivienda, servicios públicos), entre otras .

Por supuesto que los desafíos son enormes y este proceso trajo muchas dificultades. Deng dijo que “cuando uno abre la ventana, además del aire fresco, pueden entrar moscas”. China nos enseña cómo abrir la ventana; sobre cuando abrirla no se discute: cuanto antes, mejor.
Por Paula Lugones

El gigante que busca burlar la crisis con obras y nuevos negocios

Clarín

Ante una impresionante ma raña de 150 rascacielos que orillan los 200 pisos, todos en ajetreada construcción, parece increíble pensar que China también fue alcanzada por la crisis.

Pero en Tianjin, una ciudad costera a 45 minutos de tren bala desde Beijing, pocos hablan de las penurias económicas internacionales. Aquí se sigue al pie de la letra el plan de convertir a esta urbe, de unas 13 millones de personas, en un superpuerto y polo financiero. Y, para eso, hace faltan edificios nuevos. Obreros chinos trabajan 24 horas, en tres turnos. Se estima que todo estará listo en dos años y aquí los plazos se cumplen a rajatabla: acaban de inaugurar una imponente sala de ópera, una biblioteca, dos museos, todas moles de diseño ultramoderno que bordean un lago que ofrece un espectáculo de luces y sonidos traído de Las Vegas. Se está ampliando el puerto –el cuarto más grande del mundo– y también se construye un sector de la ciudad completamente ecológico.

A pesar de ese lujurioso despliegue de poderío en plena crisis mundial, el gobierno chino no se duerme.

“La crisis financiera internacional ha tenido un gran impacto en el desarrollo. En este contexto, ningún país sale sin daño”, dice Zhao Bentang, subdirector del Departamento de América latina de la Cancillería china, ante un grupo de periodistas latinoamericanos en Beijing. “China y Latinoamérica han sufrido menos daño y se han recuperado más pronto”, asegura y allí está la clave de la visita del premier Wen Jiabao a nuestra región.

“Profundizar la cooperación ante la crisis”,dice Zhao.

Ampliar mercados es el desafío chino. El crecimiento del PBI del gigante cayó del 10,4% en 2010 al 9,2% en 2011, y se estima un 8,1% en 2012. Para alentar el consumo, el gobierno chino decidió bajar hace dos semanas un 0,25% el interés de los créditos y depósitos a un año.

El objetivo es reactivar la economía con inversión pública y mayor flexibilidad monetaria para incentivar créditos y así también estimular la actividad privada. Creen que, tras las turbulencias mundiales, las grandes firmas podrían volar hacia mercados orientales más seguros. Y allí están los flamantes rascacielos de Tianjin, dispuestos a alojarlas.

El gobierno chino tiene mirada de largo plazo –plasmada en los planes quinquenales que aplica con rigor–, pero a la vez flexibilidad de poder adaptarse a las crisis. Claro que esta planificación parece más sencillo hacerla en un sistema de partido único, en un país donde no hay elecciones, los opositores son acallados o encarcelados y hasta se prohíbe el acceso a Facebook y Twitter.

“Hay 400 millones de internautas que pueden criticar al gobierno”, justifica Ma Jisheng, vocero de la Cancillería. “Tenemos versiones chinas de Facebook y Twitter que satisfacen la misma necesidad”, agrega, aunque reconoce que esas redes locales son vigiladas: “No podemos permitir que se difundan rumores que atenten contra la integridad del Estado” .

El control es férreo. En Beijing, para acceder a la plaza Tiananmen, por ejemplo, hay que pasar por un aparato que no sólo detecta explosivos o metales . Al interprete de los periodistas le hicieron abrir el portafolios y le leyeron los papeles que tenía. Temen que se filtre algún opositor a repartir panfletos en la emblemática plaza.

En esta capital, donde los ojos arden por la contaminación, los contrastes son enormes. Conviven miles de bicicletas, motitos y rickshaws que zigzaguean en el tráfico endiablado entre miles de edificios fulgurantes, shoppings y Starbucks.

En Shanghai, a una hora y media de vuelo de Beijing, solo se ven imponentes torres vidriadas. Inmenso también es uno de los edificios que alberga una de las empresas privadas más poderosas del país.

Tiene 5 pisos y un kilómetro de largo . Allí trabajan 10.000 empleados, sólo una pequeña parte de los 140.000 que esta compañía tiene en el mundo. Se trata de Huawei, una firma de tecnología que brinda productos a 45 de las 50 grandes telefónicas del mundo. Esta empresa ha invertido 3.100 millones de dólares en América latina en lo que va del 2012 y busca expandir aquí su mercado.

Los empleados trabajan allí de 8 a 18. Un ingeniero recién ingresado gana unos 6.500 yuanes (poco más de 1.000 dólares) por mes, más bonificaciones.

En las ciudades los salarios son mejores y hay más trabajo. Por eso, casi la mitad de los chinos vive ahora en las grandes urbes, frente al 36% que lo hacía 12 años atrás. El desequilibrio entre el campo y la ciudad es una de las preocupaciones del gobierno. “Hay 30 o 40 millones de pobres extremos, que viven con menos de un dólar por día”, dice Zhao Bentang, funcionario de la Cancillería. “La pobreza relativa supera los 100 millones”, resalta, sobre todo en el oeste del país.

La visita del premier Wen apunta a ampliar los mercados para proveerse de alimentos y también minerales estratégicos para su camino a convertirse la primera potencia del mundo. “China está trazando un camino peculiar de desarrollo”, dice Ma, el vocero de la Cancillería. “Además del modelo de Estados Unidos y la Unión Europea, hay otro que funciona”. Cierra con una frase del líder Deng Xiaoping: “No importa el color del gato si puede cazar ratones”.


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