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Debate
(Opinión) CLAVERÍ (ABECEB): EL PRECIO A PAGAR POR LOS DÓLARES
30/05/2012
Mauricio Claverí. Coordinador de Comercio Exterior de abeceb.com

El precio a pagar por los dólares

El Cronista
El gobierno pareciera tener resuelto sus problemas de caja para este 2012. El éxito aparente habría que adjudicárselo a Guillermo Moreno, que logró que las importaciones no crecieran en lo que va del año y se hizo con los dólares comerciales para enfrentar los pagos de la deuda que aún están por delante. Las limitaciones sobre las compras de dólares en el mercado minorista para que no se vayan divisas cierran este combo. También mérito del Secretario de Comercio, en tandem con la Afip.
Los números le juegan a favor al Gobierno. Con el estancamiento de las importaciones, en el primer cuatrimestre el superávit comercial creció un 57%, lo que significó el ingreso de u$s 1738 millones más que el año pasado y dejaría un saldo comercial de alrededor de u$s 10.600 millones en 2012. A su, vez la fuga de dólares se redujo de un promedio de u$s 3.016 millones entre junio y octubre de 2011, a una media mensual de u$s 588 de noviembre a mayo. Si a ello le sumamos el remanente de dólares que otorga la reforma de la Carta del BCRA, el escenario luce alentador.
Todas estas estadísticas, sin embargo, no se condicen con el clima de incertidumbre que se vive hoy en el país. Como se puede ver, los datos oficiales permiten responder la pregunta del qué se busca, que es atesorar divisas para afrontar compromisos de deuda, pero lo que no alcanzan a explicar es el cómo se está persiguiendo este objetivo.
Lo anterior tampoco sirve para explicar cuáles son los costos por el cierre de las importaciones, fundamentalmente a partir de la aplicación de las Declaraciones Juradas Anticipadas de Importación (DJAI) y su contraparte, el “corralito” sobre las operaciones cambiarias. Hoy ya se está pagando con un mayor enfriamiento de la economía, producto de la falta de insumos o bienes intermedios esenciales para activar la producción, y de las dificultades que encuentran las empresas a la hora de conformar sus planes productivos. Esta situación, que impacta sobre el sector importador, paradójicamente también comienza a afectar a las exportaciones de productos que requieren partes importadas para su elaboración, mientras que la reducción de plazos para liquidar divisas agrega una complicación extra al sector exportador.
Otra de las consecuencias no deseadas ha sido el recalentamiento de las expectativas inflacionarias, producto de un dólar informal que se despegó de la cotización oficial, ante la escasez que otorga el mercado. Las restricciones cambiarias han incidido sobre la demanda a través de un deterioro de la confianza, afectando los planes de consumo y el consumo efectivo a través de nuevas disposiciones como el control sobre los créditos hipotecarios.
Hasta aquí la ecuación da mayores tensiones de precios, también provocadas por la menor oferta de bienes importados, y menor actividad económica. Y en el horizonte de la política oficial aparecen algunos obstáculos, que hacen pensar que el cerrojo sobre la economía se mantendrá presente.
La dinámica con la que se consiguieron los dólares comerciales en la primera parte del año no será la misma en el segundo semestre, cuando justamente se concentrarán los principales vencimientos de deuda. La primera señal en este sentido se puede ver por el lado de las exportaciones, que en el mes de abril cayeron por primera vez en más de dos años. Esto tiene que ver con un mundo que está profundizando una crisis que no logra resolver. Las commodities, luego de su sprint de principio de año, comenzaron a bajar sus precios a raíz del empeoramiento de la situación internacional, lo que se combina con menores cantidades a causa de la sequía que harían perder, de acuerdo a algunas estimaciones, cerca de u$s 5.000 millones.
Por el lado de las importaciones, la segunda parte del año demandará la compra de mayores cantidades de combustibles (rubro por el cual se drenan una parte importante de las divisas) para poder afrontar sin sobresaltos el período invernal.
Finalmente, la demanda de dólares seguirá activa, aunque reprimida. Por lo que cualquier flexibilización en este sentido puede traer aparejada una sobrereacción por parte de los agentes, como ya pudo ser comprobado por el Gobierno cada vez que quiso reabrir el grifo.
Con lo expuesto, queda claro que el precio a pagar por los dólares es cada vez más elevado y lo será aún más si no llegan las correcciones sobre las variables que efectivamente generan distorsiones sobre la economía, tales como la inflación, y se continúa con medidas que funcionan como parches, pero que tienen efectos negativos sobre la actividad. Existe el riesgo de que las expectativas finalmente se traduzcan en mayor inflación, algo a lo que ya nos hemos acostumbrado en los últimos años. De la misma forma, con las medidas actuales se está frenando la economía y se podría desembocar en el corto plazo en pérdidas de empleo, situación a la que afortunadamente sí nos hemos desacostumbrado y que podría llegar a actuar como el límite a la actual política oficial.

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