Por el momento podemos definir tres categorías de tipos de cambio aunque el Gobierno niegue un desdoblamiento cambiario. Para empezar hay un “Dólar para nadie”, que es el oficial que cotiza a $ 4,48 y que nadie puede comprar en bancos o casas de cambio porque la AFIP no se lo permite. El segundo es el “Dólar para todos”, que vale $ 5,93 sin importar su color -blue o negro- y que se puede comprar en cualquier lugar de la City que no sea un banco o una casa de cambio más allá de poda de arbolitos anunciada por la AFIP. Y el tercero es el “Dólar para algunos”. Este es el denomiado “contado con liqui” al que se puede acceder legalmente a través de la compra de bonos en dólares en el mercado local y luego depositar las divisas obtenidas por la venta de esos títulos en una cuenta en el exterior.
El problema es que de los tres mercados el menos abastecido es el paralelo. En la medida que la incertidumbre cambiaria aumenta, su demanda se incrementa. Y como no están los dólares físicos para satisfacer su demanda, su precio sube.
Por más explicaciones que se den no hay muchas soluciones a la vista. La AFIP debería permitir aumentar las compras de dólares en el mercado oficial, que es el mas abastecido, para que el precio del dólar paralelo baje. O el BCRA debería deja subir el dólar oficial al valor del paralelo para que el mercado se equlibre.
En la primera es la AFIP -que funciona como un Banco Central paralelo- y no el BCRA, la que puede dar la solución al problema. En esa opción el BCRA debería proveerle al mercado oficial todos los dólares que le pidan los particulares y las empresas al tipo de cambio oficial, aceptando la posibilidad de perder reservas rápidamente. La segunda alternativa seria reconocer que la suba en la tasa de inflación, el aumento de la emisión monetaria y las restricciones de todo tipo impulsan al Banco Central a formalizar una devaluación del peso para equilibrar el mercado cambiario y mejorar la competitividad de la economía.