Con la predecible liturgia peronista, y entre choripanes, caravanas y cantos partidarios, Martín Buzzi y Daniel Peralta asestaron ayer el anunciado golpe de la hispano-argentina YPF, al cabo de la “Caravana mágica”, según la describió el matutino El Patagónico, propiedad de uno de los empresarios dilectos del gobierno. Magia, en términos políticos, es lo que están acostumbrados a hacer los políticos argentinos, aunque el truco sea de aquellos que aparecen en los manuales básicos de sortilegios.
Bajo la impronta federal de “el petróleo es nuestro, el Rey de España que se ocupe de las cuestiones monárquicas” (Buzzi dixit) está claramente la batuta intelectual y centralista de Daniel Cameron y Roberto Baratta, dos conflictivos asistentes a los recientes directorios de YPF. El otro es el ex trosko Axel Kiciloff, a quien hoy algunos señalan como autor de una ley de nacionalización del petróleo, que dada la actual relación de fuerzas en el Congreso Nacional, saldría como por un tubo.
Si “el petróleo es nuestro”, como se ufana hoy la política K, las provincias y la Nación se podrían haber acordado antes, a lo largo de una década y media en cambió de manos el negocio petrolero, con el advenimiento de YPF, y de las casi dos décadas que han transcurrido desde la privatización y fragmentación de Gas del Estado.
Amores truncos. Otros tiempos en la relación
Con un autismo encomiable, los administradores de la cosa pública han desoído por largo tiempo las advertencias de que las reservas y la rentabilidad, o mejor dicho, la rentabilidad y las reservas venían en caída libre. Es cierto que los desaguisados en materia energética no comenzaron en 2003 y que el suicidio energético argentino no empezó con el kirchnerismo, pero, a sabiendas, el poder le fue dando largas y paliando con Gas Plus, Refino Plus y otras aspirinas el freezer de precios y tarifas que complicaban la inversión.
Mientras se acallaban los bombos del ahora famoso puesto policial fronterizo, muchos jugaban a quien es el mejor informado. ¿Qué harán las provincias con las áreas recuperadas? ¿Cómo sigue la escalada y a qué otras empresas puede afectar? ¿Quiénes son los nuevos jugadores que se beneficiarán con el destrone de YPF?
Hay un puñado de funcionarios que parece saberlo y es probable que esté enfrentado con otro puñado de funcionarios que tienen una receta alternativa, un plan B. Cristina, y su círculo áulico, son los que finalmente elegirán cuál es la medida que se anunciará al gran público, empresas, sindicatos, mundo diplomático, etc.
“Esto recién empieza”, es la coincidencia total. Mendoza y Neuquén deberían hacer valer ahora sus intimaciones a YPF, aunque en la primera prima el seguidismo y en la segunda la incomodidad frente a la toma de eventuales puniciones.
Y es válida la preocupación de quienes observan al gobierno y su monopolio político, ante fuerte tentaciones. “Los argentinos huyen para adelante”, decía Jorge Luis Borges, que por su puesto era un “gorila”.