Andrés Oppenheimer - columnista de The Miami Herald y el Nuevo Herald, Miami EEUU
El viaje de cinco días de Ahmadinejad a Venezuela, Nicaragua, Cuba y Ecuador se produce en un momento de crecientes tensiones internacionales en torno al programa nuclear iraní. Estados Unidos y la Unión Europea han anunciado nuevas sanciones económicas a Irán, incluyendo un posible embargo petrolero europeo, tras el informe de la Agencia Internacional de Energía Atómica de la ONU confirmando temores de que Irán estaría desarrollando una bomba nuclear en violación de tratados internacionales de no proliferación. A su vez, está amenazando con cerrar el estrecho de Ormuz, por donde pasa el 35% del petróleo del mundo, si las sanciones económicas afectan sus exportaciones de crudo.
Hay dos teorías sobre las motivaciones del viaje de Ahmadinejad: Los "duros'' en política exterior estadounidense, dicen que la presencia reiterada de Ahmadinejad en Latinoamérica es una demostración de poder de un régimen terrorista. "Los Iraníes se ven a sí mismos como una potencia, y en este momento se sienten ganadores'', dice Roger Noriega, que dirigió la oficina de asuntos latinoamericanos durante la presidencia de George W. Bush. "Sienten que han bloqueado la presencia estadounidense en Irak, están trabajando para socavar el acuerdo de EEUU con Afganistán, y quieren desafiarnos en nuestro propio vecindario''. Según Noriega, Irán está recibiendo ayuda de Venezuela, y tal vez de Ecuador, para extraer uranio para su programa nuclear. Además, Irán está construyendo una red de agentes locales en Latinoamérica para atentar contra blancos estadounidenses y de Israel en la región en caso de un ataque contra las instalaciones nucleares iraníes, dice Noriega.
Estados Unidos y varios otros países desde hace tiempo han calificado a Irán como el mayor propulsor del terrorismo en el mundo. Irán proporciona armas a diversos grupos terroristas, incluyendo a Hezbollah, además de estimular activamente los atentados suicidas en Medio Oriente y abogar por la destrucción de Israel. La justicia de Argentina también ha acusado a Irán y a Hezbollah de llevar a cabo sangrientos atentados contra instituciones judías e israelíes en Buenos Aires en 1992 y 1994.
Por su parte, los moderados apoyan la visión del Departamento de Estado, según la cual la visita de Ahmadinejad es un signo de debilidad. Dicen que está cada vez más aislado y está tratando desesperadamente de proyectar una imagen de fuerza mostrándoles a sus compatriotas que es recibido con todos los honores en el extranjero. En su país, Ahmadinejad ha perdido el apoyo del líder supremo, el ayatolá fundamentalista Alí Jamenei, y enfrenta un desafío creciente de los líderes reformistas como el candidato presidencial Mir Hossein Mousavi. Y su mayor aliado, el régimen de Siria, esta jaqueado por una revuelta interna.
Mi opinión: tiendo a coincidir con los moderados en el que el dictador fascista Iraní está tratando de demostrarle a su país que no es un paria en el mundo, y que todavía hay quienes lo reciben como un héroe. Pero es lamentable que varios presidentes latinoamericanos estén recibiendo con alfombra roja a un dictador sanguinario que según Amnistía Internacional "reprime severamente'' las libertades fundamentales y que ha ejecutado a 552 personas el año pasado, más que cualquier otro país, exceptuando China. Y es peligroso que le abran campo en la región a la cabeza de un régimen que como política de estado promueve el terrorismo y la aniquilación de otros países.
"RECIBIR bien a Ahmadinejad en Latinoamérica es importar un conflicto que -como lo demostraron los atentados de la década de 1990 en Argentina- le puede costar muy caro a la región''.