POR MARCELO BONELLI
Amado Boudou mantendrá el perfil bajo y no tomará ninguna decisión trascendente durante la licencia por enfermedad de la Presidenta. La decisión la adoptó el miércoles a la mañana, después de ser advertido por el círculo íntimo de Cristina de que la Presidenta no admitirá ningún gesto de aprovechamiento político durante las veinte jornadas en las que será el titular interino de la Casa Rosada.
Los mensajes provinieron de Carlos Zannini y del titular de la SIDE, Héctor Icazuriaga, alertados por versiones de que Boudou planeaba un “relanzamiento” público de su figura.
El secretario Legal tiene la decisión de hacerle firmar sólo temas administrativos y protocolares y la orden es dejar todo lo importante para cuando regrese Cristina.
Icazuriaga –por pedido de Máximo Kirchner– seguirá marcándole la cancha y vigilando los dichos privados del vicepresidente.
La advertencia se completó en el último acto publico de Cristina antes de su internación: “Guarda con lo que hacés, no es broma.” Por eso Boudou frenó a su equipo de colaboradores: querían relanzarlo, después de los traspiés que tuvo a causa de que la SIDE elaboró un informe con frases del vicepresidente de dudosa caballerosidad hacia la Presidenta .
Lo primero que hizo fue suspender la entrevista que tenía pautada para el miércoles a la noche en un canal de televisión, que fue promocionada toda la tarde. Ahora el vicepresidente envió un mensaje a la comunidad de negocios: sólo tiene autorización para avanzar en la instrumentación del tarifazo que genera la quita de subsidios. Podría haber más anuncios en enero. También –para darle volumen a su gestión– trasmitió que va a monitorear la economía, junto a Hernán Lorenzino.
La versión no inquieta en el Gobierno, porque los márgenes de acción del flamante titular del Palacio de Hacienda son mínimos. Axel Kicillof, el viceministro intelectual, ocupó importantes espacios de poder en la estructura del Palacio de Hacienda. Desplazó a varios funcionarios de la Gran Makro, el grupo de economistas que creó Boudou. Pero el verdadero monitoreo económico durante la enfermedad de la Presidenta estará a cargo de Guillermo Moreno. El funcionario tiene el poder delegado de Cristina y opera en el gobierno como antes lo hacía Néstor Kirchner, pero sin su sutileza y autoridad indiscutida.
Moreno –por decisión de Cristina– actúa ahora libremente, sin ningún filtro.
Como anticipó Clarín , ya inició una escalada de presiones contra las petroleras, las automotrices y los banqueros.
Sin disposición legal que lo avale, tiene paralizadas las importaciones y eso preanuncia menor actividad fabril . Pero –en forma paralela – ahora avanzó contra varios ministros del Gabinete.
Los interroga bien temprano, les da órdenes y lo peor: pone en duda la efectividad de sus gestiones, los acusa de improvisación y en algunos casos sugiere supuesta corrupción.
Lo hace como si no hubiera integrado el Gobierno estos años y tampoco acumulara múltiples fracasos: el desprestigio del INDEC, la inflación creciente, la nefasta intervención en el mercado de la carne y las promesas incumplidas de los créditos hipotecarios. La situación genera tensiones con todos los ministros. Su sobreactuación provocó roces duros con Débora Giorgi y el propio Boudou.
Hernán Lorenzino está disgustado porque Moreno se encarga de minimizarlo, dándole órdenes en público.
El último incidente fue en el velatorio de Iván Heyn. Mercedes Marcó del Pont decidió ser pragmática: acata directamente sus sugerencias.
Pero ahora Moreno decidió atacar directamente a Julio De Vido , originando una verdadera pelea de fondo dentro del Gabinete. De Vido es la figura ministerial con mejor diálogo con los empresarios y el sindicalismo.
El supersecretario habló pésimo de la gestión del ministro de Planificación en el último encuentro semanal con empresarios de primer nivel con quienes se reúne miércoles y viernes: lo acusó de llevar adelante una política energética errónea que genera un creciente déficit comercial. Frente a ese calificado grupo de testigos, cuestionó el sesgo importador que tiene la matriz energética y, explícitamente, dudó de la transparencia de algunos contratos que firmó el Ministerio de Planificación para abastecer de gas y petróleo, entre ellos el de las balsas gasíferas. También vociferó: “Conmigo se termina la joda.” De Vido reaccionó como un buda. Puso a todo su equipo en alerta y a los empresarios que le fueron con el cuente les dijo: “La economía creció y la luz nunca se cortó. Hubo energía para crecer”. Pero el ministro de Planificación les advirtió a los hombres de negocios: “No ganó el dialogo, ganó la confrontación; traten con Moreno.” Moreno convocó a un grupo de técnicos peronistas para instrumentar un plan hacia las petroleras. Entre ellos está Daniel Carbonetto y la propuesta sería reducir el nivel de rentabilidad de las compañías, coparticipando con el Estado las utilidades.
El mecanismo que quiere aplicar Moreno sobre YPF, Pan American y las demás compañías del área sería a través de la instrumentación de una mezcla de “topes” a las ganancias y un alza en las retenciones que permitan ingresar el dinero al Fisco . Quiere apropiarse de ese dinero para financiar el déficit energético, que se proyecta en 10.000 millones de dólares.
El tema es complejo y refleja los límites del modelo kirchnerista. Mientras se da esta pelea de poder y dinero, Brasil sigue creciendo estructuralmente: hace dos décadas su economía duplicaba a la Argentina, ahora la sextuplica y es la sexta economía mundial.
