Por Ing. Anibal Lazarte (*)
El sistema mundial de energía esta en una encrucijada. Las tendencias actuales de suministro y consumo de energía son claramente insostenibles desde el punto de vista ambiental, económico y social. Al extremo de considerar que la prosperidad de cualquier región dependerá significativamente de la manera que sepamos responder a los desafíos que en la actualidad se plantean en materia de energía:
*Asegurar el suministro de energía factible y sostenible, es decir de calidad, costos y cantidad viables.
*Mudar eficazmente a un nuevo sistema de tecnologías que provean energías con bajas emisiones de dióxido de carbono y amigables con el medio ambiente.
No es ninguna novedad que el petróleo es la fuente de energía principal de nuestro planeta y seguirá siéndolo durante muchos años, aun con la hipótesis más optimista en cuanto a las posibilidades de desarrollo e implementación de nuevas opciones tecnológicas. Sin embargo, debemos reconocer que hay una extrema incertidumbre sobre sus posibles costos de producción y los precios que los consumidores deberán pagar por él, ejemplo de esto es la volatilidad de precios internacionales experimentada en últimos años.
Por otro lado, se destaca la naturaleza finita de estos recursos energéticos, petróleo y gas. Para nuestro país las reservas comprobadas no llegan a 10 años.
Alarma
Desde una perspectiva ambientalista se estima que de persistir las tendencias actuales, las emisiones de dióxido de carbono y de otros gases de efecto invernadero aumentaran inexorablemente, causando consecuencias indeseables, como el aumento de la temperatura media mundial.
Para evitar daños irremediables y cambios en el clima mundial se requiere de medidas tendientes a favorecer la descarbonización de las fuentes de energía. En este sentido el sector energético deberá cumplir una función clave en la reducción de emisiones, mediante importantes mejoras en la eficiencia energética y la adopción acelerada de tecnologías basadas en recursos renovables y de baja emisión de carbono.
En este contexto, ¿es posible pensar una región como la nuestra, el NOA, o una provincia como Tucumán energéticamente autónoma o independiente y autosuficiente, que responda a los desafíos que se visualizan a mediano plazo?
Puede que sea Utópico. Una alternativa para muchos imaginaria o impracticable. Quizás inadecuado o inoportuno para estos tiempos, debido al costo del cambio e inversión. Otros estarán de acuerdo en que, no es para nosotros o que primero habrá que esperar a que tengamos tecnologías probadas.
Nuevas tecnologías
Soy más optimista. Consideremos, por un instante que podemos evolucionar hacia nuevas tecnologías que contribuyan a modificar nuestra matriz energética, a través del aprovechamiento de recursos disponibles, en la región.
Hoy en día se están desarrollando nuevas tecnologías para la producción de energías renovables capaces de sustituir al petróleo, son ejemplo el direccionamiento de acciones hacia la utilización de la energía eólica, solar, los biocombustibles y la biomasa. Las cosas se simplifican aun más, si tenemos presente que la mayor demanda de recursos energéticos proviene del sector transporte y de generación de electricidad.
Un camino que podemos reconocer, es la alternativa de producción de combustibles renovables como el biodiesel y bioetanol. La fuente más atractiva para la producción de estos biocombustibles son la soja, la caña de azúcar y el sorgo.
Otra opción complementaria es la biomasa (de caña de azúcar, bagazo, sorgo, trigo, maíz y sus residuos agrícolas), hoy en etapa incipiente de desarrollo, medido sobre la base de indicadores asociados a la alta eficiencia de procesos, costo y aprovechamiento del potencial de generación de energía.
El concepto
El sistema energético de nuestra región deberá experimentar una transformación y estos recursos energéticos disponibles en nuestra región, procesados con la tecnología adecuada, hoy disponible en mercado internacional, son la evidencia más clara de que una región NOA energéticamente sustentable es posible.
La bioenergía constituye hoy un eje de discusión en la agenda de los medios y de las investigaciones tecnológicas. La plataforma de los debates acerca de su producción y utilización está constituida principalmente, por las características de la infraestructura existente en torno a la producción de energía, la dependencia de la producción agrícola y los incentivos de precio o tarifa para esta bioenergia.
Para asegurar el suministro de energía y acelerar la transición a un sistema energético de baja emisión de carbono, eficiente y ambientalmente amigable, requerimos una acción radical de todo actor que pueda aportar para alcanzar ese objetivo, sean estos gobiernos (nacional o provincial), universidades, empresas y/o centros de investigación. Está a su alcance el emprender acciones colectivas destinadas a dotar a la región de un sistema de energía mas limpio, más inteligente y más competitivo.
Estamos convencidos que estos son, precisamente, los tiempos para instalar y comenzar sin interrupciones y de manera concreta un accionar articulado y colectivo de desarrollo de nuestro potencial de generación de energía sustentable. Creemos que el éxito dependerá de una verdadera alianza entre empresas, sociedad y estado.
La creatividad de nuestros líderes y la capacidad de nuestros recursos humanos, son ventajas claras para afrontar este desafío.
Nadie duda de que el camino a recorrer no sea fácil. El destierro del individualismo sumado a la tolerancia, transparencia, la búsqueda de consensos, y la instalación en el poder de los mejores talentos, serán los desafíos a instalarse en los próximos años, los cuales, demandarán una dosis inacabable de comprensión, inteligencia, equilibrio y coraje.
(*) Ingeniero Mecánico; miembro de la American Society of Mechanical Engineers-ASME (Asociación Americana de Ingenieros Mecánicos); Doctor en Ciencias con orientación en Energías Renovables; Master Ejecutivo en Dirección de Empresas; Ingeniero Gerencial; Docente de la UTN y de la UNSTA