IAPG ENCABEZADOPAN AMERICAN ENERGY (CABECERA
CINTER ENCABEZADOTGN
SACDE ENCABEZADOSECCO ENCABEZADO
KNIGHT PIÉSOLD ENCABEZADO
SERVICIOS VIALES SANTA FE ENCABEZADO MININGTGS ENCABEZADO
WEGRUCAPANEL
Induser ENCABEZADOSAXUM ENGINEERED SOLUTIONS ENCABEZADO
GSB CABECERA ROTATIVOFERMA ENCABEZADO
METROGAS monoxidoMilicic ENCABEZADO
INFA ENCABEZADOPIPE GROUP ENCABEZAD
cgc encabezadoGenneia ENCABEZADO
EMERGENCIAS ENCABEZDOPWC ENCABEZADO ENER
WIRING ENCABEZADOWICHI TOLEDO ENCABEZADO
METSO CABECERACRISTIAN COACH ENCABEZADO
BERTOTTO ENCABEZADOOMBU CONFECATJOFRE
Argentina lithium energyALEPH ENERGY ENCABEZADONATURGY (GAS NATURAL FENOSA) encabezado
Debate
(Escribe Daniel Bosque) SE PUDRIÓ TODO
16/12/2011

Nos habíamos amado tanto, podría ser un buen titular para la noticia. Pero a diferencia del mítico film de Ettore Scola, entre los K y Hugo nunca hubo amor, sino romances de convivencia.

La prensa de hoy satura con la imagen de ese morocho, que levanta el dedo desafiando a la lluvia y al poder. Tan impopular en las capas medias, como ejemplar para muchos asalariados, el líder de la GCT que hasta hace poco parecía una aplanadora y que ahora parece entonar la canción "Resistiré".

Los yuppies k,  obviamente amantes de las redes sociales, twiteaban ayer “se va a acabar la burocracia sindical”, reflotando las consignas que los más veteranos del poder entonaban en los ’70, por ejemplo aquel día en que Perón, en las últimas, los echó de la Plaza tildándolos de “imberbes”.

Hebe de Bonafini habló ayer por unos cuantos y dijo que se trata de una puja entre peronistas y kirchneristas. Más claro, echale penca.

En los próximos días, seguramente, la intelligentzia k tejerá sesudos análisis sobre el alumbramiento de una nueva era, post peronista, encarnada por Cristina y el mito viviente de Nestor. Votos hay, plata también, para bancar tal proyecto.

Antes, claro, habrá que atravesar todo un escenario de conflictos con los popes sindicales que detentan otro poder, real, hace medio siglo en Argentina. Muestra de lo que viene: a caballo de su mayoría, el bloque K en el Congreso dio ayer dio una muestra de su poder de fuego, asestándole un golpe con las reformas al Estatuto del Peón y a la UATRE.

Los gobiernos pasan, el sindicalismo peronista queda, solía decir el melancólico Saúl Ubaldini en la desvencijada CGT de la calle Azopardo en los tiempos de las 13 huelgas contra Raúl Alfonsín.

Hugo es otra cosa, dicen sus adláteres. Es cierto, tiene mucho más para jugar, y mucho más para perder si prospera su destronamiento. No sólo él, sino también toda una estructura sindical que fue favorecida por sucesivos gobiernos con incontables beneficios.

Moyano quería más, y cuando aceleraba su camión llevándose por delante todo tipo de catedrales, en el poder kirchnerista, hoy reconcentrado en Cristina su pequeño y cuasifamiliar círculo áulico, empezaron a temerle.

El conflicto permanente es la forma que tiene e gobierno de entender el poder. Por eso no le teme a abrir todo tipo de frentes simultáneos, con Clarín, con Scioli, con Moyano. Que pase el que sigue, parece decir, y en el peronismo político, que le siguió por conveniencia en estos alborozados años, todos se preguntan quién será el próximo target en esta proclamada refundación de la política argentina.

Los viejos arrumacos en el Monumental   

(Escribe Julio Villalonga) MOYANICIDIO

La Gaceta Mercantil

El flamígero discurso del líder de la CGT tiene razones que la razón no explica. Cada vez más aislado, fugó hacia delante. Su capacidad de daño y la estrategia de Cristina de cara a un año Tweet Compartir13 ¿Hugo Moyano se suicidó hoy, en el estadio de Huracán? Naturalmente, nos referimos a si se suicidó políticamente hablando. El titular de la CGT dio por finalizado el tiempo del conflicto a medias soterrado con la presidente Cristina Kirchner, del que ha habido hasta aquí varios capítulos.

Nadie puede decir ahora que se sorprende por el tenor de lo dicho por el líder cegetista en el estadio Tomás A. Ducó (en homenaje a un dirigente que terminó traicionando a Perón). En cuotas, Moyano ya dijo todo lo que dijo hoy. Lo distinto es eso, dicho todo junto adquiere mayor contundencia. Y además renunció a los dos cargos partidarios que detentaba, ambos por vacantes obligadas.

Pero, ¿Moyano cambió de estrategia por decisión propia o Cristina lo obligó a hacerlo?

"No pretendemos ocupar el lugar de nadie", aseguró al anunciar su dimisión en los PJ nacional y bonaerense: "Le falta peronismo al justicialismo, por eso renuncio a la presidencia del PJ”, remarcó. “No tengo vocación de bufón", disparó el líder de los camioneros, según el cual “hay muchos compañeros justicialistas que no se sienten representados” por el partido. Y en un anticipo de lo que vendrá, aseguró que se abocará a “reconstruir el peronismo”, previsiblemente con el resurgimiento de su propia estructura partidaria, el criogenizado Movimiento de Trabajadores Argentinos (MTA) con el que supo, en sus comienzos, enfrentarse al menemismo.

De este modo, Moyano se ubicó en el lugar de refundador del peronismo que Cristina se ha empeñado en hacer desaparecer. De hecho, ninguna estructura del PJ, sea nacional o provincial, participó en el diseño de la campaña que le permitió la reelección con una abrumadora mayoría de votos. A propósito, en su discurso el secretario general de la CGT opinó que hoy “cualquiera es oficialista con el 54%”, por lo cual se entiende que, después de todo lo que dijo, él acaba de pasarse a la oposición.

En realidad, Moyano hace tiempo que viene cometiendo un “moyanicidio”. Al menos desde el día en que decidió que para no retroceder tenía que avanzar y, a través de la Corriente Nacional de Trabajadores, comenzó a recorrer el país con un único reclamo: que un representante de los asalariados ocupe un lugar en la fórmula presidencial del peronismo. El 17 de octubre de 2010, Moyano se lo dijo en la cara a Néstor y Cristina Kirchner en una cancha de River colmada de camioneros. Cuando le tocó hablar a la Presidente, no dudó en recordarle a Hugo que era una trabajadora desde los 18 años. Sólo diez más tarde, Néstor, que en la relación con Moyano siempre fue más contemporizador que Cristina, se moría en Calafate y una leyenda negra, propalada desde el riñón del cristinismo, le atribuía la indisposición del ex presidente a una última discusión con el dirigente sindical por ese reclamo no satisfecho de un mayor protagonismo del gremialismo en el armado electoral del kirchnerismo.

Lo que sucedió luego ya es historia conocida. No hubo un representante de los trabajadores en la fórmula presidencial y apenas tres entre decenas de candidatos a legisladores, varios menos que los que logró imponer “La Cámpora” en todo el país.

Moyano blanqueó, además, que las obras sociales están al borde de la asfixia financiera. “En poco tiempo más entrarán en cesación de pagos”, aseguró. Reducir la disputa con el Ejecutivo sólo a una cuestión de pesos es un acto de miopía, aunque siempre el poder tuvo dos facetas que se retroalimentan: la plata genera poder y el poder atrae a la plata. El Gobierno le debe a los sindicatos entre 12.000 y 15.000 millones de pesos. Y en el último año apenas giró unos mil millones. Sin esa plata, el poder de fuego, la capacidad de compra del sindicalismo se diluye.

El problema más serio de Moyano es que para salvarse dio un salto al vacío de la política, una ciénaga más sutil que la de la lucha sindical. En ese terreno mostró falencias: apretó más de la cuenta, se equivocó en los tiempos y erró en su caracterización del enemigo. Hasta aquí, la historia muestra que entre bueyes no hay cornada y que, salvo el caso aislado del desbande del sindicalismo durante el gobierno de Isabel, en general los dirigentes de la CGT han tirado de la soga hasta un punto cuando debieron convivir con gobierno peronistas. Nunca la sangre llegó al río.

Moyano hizo todo lo necesario para forzar su designación en los PJ nacional y bonaerense. Y ahora, como el cristinismo los vació, decidió que dará la lucha desde otro lugar, el MTA, un ámbito creado por él, en el que los socios son los socios que le quedan dentro de la CGT y en el usará el poder económico de los gremios que lo acompañan para garantizar actos masivos en distintos lugares del país.

Cuanto menos, el resultado de esta aventura es impredecible. Luego de considerarse usado y descartado, el moyanismo emprende ahora una larga marcha para recuperar el terreno perdido. Buscará concretar su proyecto de conseguir una representación legislativa desde un lugar más seguro y activo mientras insiste con la presión mediática y en las calles para arrancarle al Gobierno algunos de los reclamos históricos como el aumento del piso de ganancias, al que el Ejecutivo podría acceder si no hubiera una presión pública tan incómoda. Más política que práctica, en cambio, la exigencia del reparto de utilidades seguirá siendo una consigna, al menos por ahora.

La amenaza de siempre –en este caso sí la extorsión– es la de poner en la calle a los trabajadores, que gracias al acuerdo táctico con Néstor Kirchner estaban bien “guardados”. Una ola de reclamos en un contexto de incertidumbre económica podría ser una bomba de tiempo para Cristina, que hasta aquí actuó como si la amenaza no existiera.

Existe y ahora, desde el discurso de hoy, tiene nombre y apellido: los trabajadores, a través de sus dirigentes, que no negocian “a sus espaldas”, volverán a reclamar “lo que les corresponde”, recitó Moyano en Huracán. Si hasta aquí no lo hicieron, si hasta aquí no tuvieron en cuenta a aquellos que trabajan en negro, casi la mitad de la fuerza laboral del país, es porque había una contraprestación: los propios sindicatos manejaban miles de millones de pesos por año y, ahora se sabe gracias a algunas causas judiciales suficientemente ventiladas, lo hacían de manera absolutamente discrecional.

Un último párrafo para la notable confusión política en la que se debate Hugo Moyano. Desde el palco se alegró con la libertad del “compañero (Juan José) Zanola”, involucrado como él y su esposa, Alicia Zulet, en una causa por adulteración de remedios oncológicos. Los abogados de Moyano han insistido en que el líder de los camioneros no podía saber de la existencia del delito porque firmaba cientos de expedientes como esos por año. Buscarían así asimilar la figura de un Presidente que no puede ser imputado de cometer un delito porque un decreto ilegal lleve su firma. Aunque esto fuera cierto, la encargada de la Obra Social del Sindicato de Camioneros es Zulet, que luce muy comprometida en ese expediente. A veces, las cuestiones personales se subestiman a la hora de los análisis políticos. No debiera ser el caso. En buena medida, la desesperación actual de Moyano, sus discursos y sus decisiones político-sindicales se originan en lo ya probado en las fojas de esa investigación judicial.


 

Moyano pasa de aliado estratégico a inesperado referente opositor

Clarín

Por Julio Blanck

Hugo Moyano rompió con el Gobierno, enfrentó a Cristina y se transformó de hecho en un inesperado referente opositor, en una sociedad política que parecía haberse quedado sin oposición. Con una particularidad explosiva: lo hace desde el propio peronismo, que formalmente es el componente principal de la fuerza gobernante. Y se plantea además la misión de recuperar el peronismo de Perón , que según su diagnóstico ahora está traicionado por la oleada insolente de nuevos ocupantes del poder, al que accedieron, eso sí, con millones de votos peronistas.

Un opositor desde adentro . Eso es Moyano desde que ayer, en el estadio de Huracán y ante una multitud sindical, decidió reaccionar de modo irreversible ante el plan de hostigamiento judicial y la marginación política a que lo sometieron el kirchnerismo primero y el cristinismo después, durante los últimos dos años.

Poco después del flamígero discurso de Moyano, un afamado consultor de opinión pública aseguraba que la imagen de Cristina dará un fuerte salto hacia arriba . Pelearse con el jefe de la CGT, notoriamente impopular en la clase media, puede dar muy buenos resultados en el marketing de la política. Pero Moyano plantea el desafío en el territorio de la política real , no de la que sale por televisión.

El territorio de Moyano es el bolsillo de los trabajadores y de las demandas aún insatisfechas después de tantos años de crecimiento y millonadas repartidas en asistencia social. Inteligente modo de encubrir lo que también es parte sustancial en su relato: la defensa del poder económico y político de los sindicatos y de sus dirigentes . Un subtexto evidente que enseguida derivó en las súbitas lealtades que Moyano cosechó de parte de varios de los jefes gremiales que hace tiempo se conjuraron para destronarlo.

Está en la naturaleza de la política: todo sistema, y en especial la democracia, necesita de un contrapeso que limite las pretensiones del poder . El desequilibrio flagrante sólo se sostiene con autoritarismo y, más tarde o más temprano, con violencia. Un sistema democrático sin oposición, o con opositores irrelevantes, está condenado a desnaturalizarse. Y si el contrapeso político no se instala desde afuera del poder, termina haciéndolo desde adentr o. Está en la historia del peronismo desde que murió Perón. Pueden hablar de eso Menem, Duhalde y ahora quizás Cristina.

Toda la oposición junta no es capaz hoy de plantearle a la Presidenta un desafío de la magnitud, profundidad y eventuales consecuencias como el acaba de estamparle Moyano.

Los candidatos opositores sumaron el 46% de los votos en octubre. Pero las fuerzas que representan, desperdigadas, timoratas y confundidas, no tienen ni el volumen ni la decisión de enfrentar a Cristina.

El capital que tenían que defender ya lo perdieron . Y sus figuras emergentes han decidido no sobresaltar a la Presidenta, conociendo su capacidad de fulminarlos y el placer que le da hacerlo.

Moyano es otra cosa.

Maneja poder concreto, no gaseoso . Hace años se asoció con Kirchner para subir juntos la escalera del poderío político y material. Cada apoyo al Gobierno en momentos difíciles, cada contención y disciplinamiento de las demandas sociales, tuvo la contraprestación de más influencia en el mundo gremial, de más fondos direccionados a los camioneros o puestos bajo control de su jefe.

Kirchner y Moyano terminaron recelándose mutuamente. El incierto destino final de esa sociedad es otro enigma que se llevó la muerte prematura de Kirchner.

Cristina, como su esposo, también piensa que el poder es un espacio que se habita sin compañías . Eso explica, entre otras cosas, la trituradora que funciona a tiempo completo contra Daniel Scioli.

Sólo que esta vez, a cambio del recelo y la sospecha, y de las diferencias de piel y de estética, no hubo nada para Moyano. Afuera el sindicalismo de las listas de candidatos, ajustado el torniquete judicial sobre algunas de las tantas andanzas de los caciques gremiales, desatada la codicia oficial por los millones de las obras sociales, endurecido el discurso de Cristina con epítetos como chantaje y extorsión , el círculo se fue cerrando.

Quisieron apurar la salida de Moyano de la CGT, pero los gremialistas amigos del Gobierno no tuvieron resto para dar el sartenazo. Ahora muchos de sus enemigos le reconocen jefatura, porque ayer defendió los intereses de toda la corporación. Pero él decidió ampliar el escenario de su resistencia. Será sindical, pero también política.

Nadie habla de reconstruir el peronismo sin pensar en liderar esa reconstrucción.

En su discurso, después de recordar que estaba invicto luego de enfrentar a los gobiernos de Menem y De la Rúa, Moyano le pasó a Cristina todas las facturas.

Desde su reciente crítica a la memoria de Perón, cuando dijo que en su época no había derecho de huelga, hasta el favoritismo por los recién llegados de La Cámpora, “chicos bien” en su filosa definición.

Desde la ayuda que el kirchnerismo le pidió a los camioneros durante el conflicto con el campo, hasta los “12.000 ó 15.000 millones de pesos” que dijo se extraviaron en algún lado en lugar de ser girados por el Gobierno a las obras sociales sindicales.

Desde la renuncia a sus cargos en el Partido Justicialista al considerarlo una cáscara vacía e intranscendente por la acción del cristinismo; hasta el rechazo a ponerle un techo a la discusión salarial que viene, como es declarado propósito del Gobierno, si antes no se frena la inflación.

Pero el pliego de condiciones de Moyano, como buena jugada política, también pretende hacer creer lo que no es .

De hecho, su poder está en jaque.

Las solidaridades sindicales que ahora se le arriman pueden difuminarse si entran a jugar la billetera o la amenaza de Cristina. Y las causas judiciales siguen allí, a la espera de que algún juez entienda que es necesario moverlas un poco porque el involucrado se está poniendo molesto.

Mucho peronismo espera en silencio el momento de sacarse de encima un sistema de poder que lo ignora y desprecia, aunque lo necesite electoralmente; pero no está escrito que acepte seguir a Moyano. A esa porción del aparato territorial peronista quizás le resulte más productivo dejar que Moyano vaya al frente, choque y se desgaste, para recomponer sus fuerzas cuando haya que discutir la sucesión. También eso está en la historia: se llamó Saúl Ubaldini, durante el gobierno de Alfonsín.

En vida de Kirchner, Moyano se cruzó con Cristina en aquel enorme acto de la cancha de River, cuando dijo que su sueño era que alguna vez un trabajador ocupe la Casa Rosada. Ella le replicó que esa presidenta siempre había sido “una laburante ”. Fue un buena manera de salir del paso sin escalar demasiado el enojo. Pero el desafío de las ambiciones quedó plantado.

Otras reyertas históricas del jefe de la CGT con el poder kirchnerista terminaron encontrando siempre un cauce de negociación. Moyano es un jefe sindical peronista, por lo tanto es un negociador nato.

Pero quizás Cristina sienta que el 54% de votos de la reelección habilitan su pretensión de no negociar nada con nadie.

Hoy, la fortaleza política de Cristina es claramente superior a la de Moyano. Pero Moyano tiene una potencial capacidad de daño sobre el humor social que ningún otro opositor tiene.

Eso es lo más apasionante de este desafío. Y también lo más peligroso.

Un paso hacia la vereda de enfrente

La Nación

El mensaje de Hugo Moyano contra el gobierno nacional sentó las bases de una incipiente discusión ideológica dentro del justicialismo, detrás de la cual no pueden ocultarse las heridas que dejó una disputa por espacios de poder, oportunamente saldada por la presidenta Cristina Kirchner en favor de la militancia vinculada con La Cámpora y en contra del gremialismo.

El titular de la CGT se muestra persuadido de que la jefa del Estado pretende destruirlo para seguir congraciándose con sectores de izquierda.

Los tiempos en que la Presidenta posaba para las fotos con la gorra de los camioneros junto a Moyano o en que su gobierno lo utilizaba como fuerza de choque quedaron atrás.

A lo largo de todo este año, el secretario general de la central sindical ha ensayado distanciamientos y acercamientos respecto del Gobierno. Su estrategia incluyó amenazas y declaraciones hostiles, pero también frenos y actitudes conciliadoras. Tras el acto de ayer en Huracán, Moyano tensó la cuerda, con la mira puesta en construir una alternativa política diferente a la encarnada por el kirchnerismo.

Más de una vez, Moyano ha fantaseado con convertirse en una suerte de Lula argentino. Hoy se halla a años luz de esa posibilidad. Sin embargo, no es poco lo que logró en las últimas semanas. Su mayor cosecha fue el aval de dos representantes del sindicalismo que hace poco lo veían como rival: el gastronómico Luis Barrionuevo y el conductor de los trabajadores rurales, Gerónimo Venegas.

Si hasta hace días la continuidad inmediata de Moyano al frente de la CGT parecía en discusión, hoy pocos dudan de que, como mínimo, se respetará su mandato hasta mediados de 2012.

Es que el propio Gobierno le ha servido en bandeja los argumentos para fortalecerse. Las presiones oficiales para morigerar la negociación de aumentos salariales y las versiones sobre la intención kirchnerista de apoderarse de la caja de las obras sociales, sumada a la deuda que el Estado mantiene con éstas, le brindaron a Moyano dos banderas para mantener unido su frente interno.

Como en otras ocasiones de nuestra historia política reciente, al sindicalismo a veces no lo une el amor, sino el espanto. Cada vez que pende una amenaza sobre la caja de las obras sociales, una fuente de poder empleada en reiteradas ocasiones para financiar candidaturas a puestos políticos, el gremialismo tiende a cerrar filas contra el invasor.

El ingenio kirchnerista no tardará en buscar fórmulas para dividir al sindicalismo y sacar tajada de la dispersión, tal como lo ha venido haciendo con la oposición.

El futuro de Moyano como hipotético líder opositor es aún frágil. Su imagen en la opinión pública es mayormente negativa, aun cuando podría crecer si las vueltas de la economía nos conducen a un escenario de crisis. Hoy el líder camionero busca diferenciarse del kirchnerismo pero se le parece mucho: comparte con esa fracción la ambición de acumular un poder sin límites.

El poder, la influencia y el enriquecimiento que gozó Moyano en estos años son un símbolo del prebendarismo de la era K con el que se beneficiaron muchos de quienes sirvieron a los intereses políticos del matrimonio que se alternó en la Casa Rosada.

"La lealtad se paga con más lealtad", expresó no hace mucho el dirigente sindical, en lo que puede interpretarse como un pedido de impunidad frente al acoso judicial.

Ese discurso moyanista ha ido virando y hoy pone el énfasis en quién es realmente peronista. El debate se acerca peligrosamente a los años 70, aunque hoy parece prematuro que se puedan revivir los enfrentamientos armados entre las fracciones peronistas de aquellos tiempos.

Cierto es que muchos de los militantes de La Cámpora que el sábado pasado entonaban la marcha peronista mientras celebraban el inicio del segundo mandato de Cristina Kirchner adhieren a la teoría setentista de que Perón traicionó al movimiento popular tras su regreso en 1973. Como también parece cierto que el cristinismo está tomando igual camino que el viejo peronismo, aquél que en 1951 confiscó el diario La Prensa y cuotificó la importación de papel para diarios, asfixiando la libertad de expresión.


Vuelva a HOME

;