"La renuncia al subsidio sólo es algo mediático"
Perfil
El doctor Pignanelli es actualmente consultor de empresas en temas financieros y económicos. Entonces, obviamente, una de nuestras primeras preguntas se refirió a las consecuencias de la suspensión de subsidios en rubros que afectan muy directamente a varios sectores de la sociedad.
—A ver… a ver… –aclara Pignanelli con cierto sentido del humor–. Mire, esto es como un guion cinematográfico. El Gobierno tenía que dar una mala noticia: van a aumentar las tarifas. Y, más allá de que se trate de las tarifas o de los subsidios, lo concreto es que, a fin de mes, vamos a tener que sacar de nuestros bolsillos mucha más plata para pagar la luz, el gas, el agua, el ABL… En general, van a aumentar todas las tarifas y lo que ha hecho el Gobierno con esto es ir comunicándolo de a poco. Yo digo entonces que se armó, inteligentemente, una especie de guión cinematográfico que comenzó anunciando el retiro de los subsidios a los casinos, los bingos.
—Entre paréntesis, doctor, ¿es habitual que los casinos y los bingos tengan subsidios?
—No, no. Nada de esto es habitual. Por lo menos, en la durabilidad que tuvo en la Argentina. Esto comenzó en 2002 con el gobierno de Duhalde cuando, en plena emergencia económica, se devalúa y se pesifica. Ahí se decidió congelar las tarifas con todo un esquema diferente de lo que se venía haciendo. Pero, luego, eso no se modificó. Entonces, hoy tenemos un atraso en las tarifas de gas, luz, agua y transporte que son realmente abismales a través de un monto demasiado importante. Y, en realidad, lo que va a terminar haciendo el Gobierno es sacar casi todos los subsidios. Este anuncio de que se trata de algo parcial es una estrategia comunicacional. Se empieza con los que menos merecían subsidios, como bingos y casinos, después se habla de los barrios más ricos de la Capital Federal; ahora ya se está llegando al Gran Buenos Aires y de aquí a febrero o marzo vamos a ver que la totalidad de la población argentina tendrá ajustes en las tarifas. ¿Qué está pensando el Gobierno? –se interroga Pignanelli–.Mire, el Gobierno está pensando en dar subsidios a los sectores más necesitados. Por ejemplo, aquellos que reciben la Asignación Universal por Hijo, los que viven en barrios pobres, en las villas de emergencia de la Capital, el Gran Buenos Aires y el interior del país. No así, desde ya, a los sectores de clase media, media alta y alta.
—Es decir que los “conchetos” de Puerto Madero, como dice la Presidenta, lógicamente tendrán que pagar. Lo cual es mucho más lógico que no hacerlo, como hasta ahora.
—Sí, claro. Con dos malas palabras define al contribuyente como el “concheto” de Puerto Madero y, tal cual diría el filósofo De Elía, “la puta oligarquía de Recoleta”, entre la cual me incluyo porque (aunque soy de Lanús) hoy vivo cerca del Hospital de Niños. En ese sentido, entonces, me tocan tambien las generales de la ley. Ahora bien –vuelve a ponerse serio–, esto que plantea el Gobierno con una declaración jurada de renuncia al subsidio me parece algo absolutamente mediático. En el fondo de la cuestión queda algo muy claro: hay que retirar estos subsidios. Ese es el tema real. Mire, yo preparo todos los meses un informe económico y financiero para mis clientes privados y, en el último informe, hicimos un análisis acerca de estos subsidios. La verdad es que las cifras aterran.
—¿Por ejemplo?
—Le explico: hasta septiembre, los subsidios sumaban 51 mil millones de pesos. Yo sé que éste es un número que, para mucha gente, puede resultar un enigma. ¿Qué significa? Pues, 51 mil millones son algo así como 15 mil millones de dólares al año y yo le estaba hablando de nueve meses, es decir, hasta septiembre. Con tres meses más vamos a llegar (sólo en subsidios) a casi 18 mil millones de dólares en el año. Imagínese usted, que con esa suma (18 mil millones de dólares) se podría haber hecho, como mínimo, cinco represas hidroeléctricas. Después vamos a analizar esto, que es el fondo de la cuestión. Pero aquí se está hablando del precio de la tarifa de subsidios y nadie, en cambio, discute el costo de la matriz energética argentina. Allí está el fondo de la discusión. Fíjese usted: la Asiganción Universal por Hijo representa en estos momentos unos 10 mil millones de pesos al año, mientras que los subsidios a las tarifas suman 70 mil. O sea, siete veces más que el subsidio a los hijos de los sectores más necesitados. Todos los subsidios sociales (planes de familia, etc.) para los sectores más necesitados suman 22 mil millones de pesos al año.
—¿Entonces?
—Entonces, quiere decir que los subsidios a las tarifas son tres veces y media más importantes que los subsidios sociales. Fíjese usted hasta dónde se ubican los términos relativos. El problema que el Gobierno tiene con esto es que, obviamente, un ajuste en las tarifas va a pegar en el costo de vida en un momento en el que la inflación, en la Argentina, está casi cercano al 25% anual, más allá de lo que diga el Indec.
—Pero, doctor… el Indec.
—Sí, sí. Bien sabemos que al Indec ya nadie lo tiene en cuenta porque nadie cree que la inflación sea del 9% anual.
—Lo cual es triste, porque durante muchos años el Indec fue una fuente confiable, ¿no?
—No sólo era confiable, sino que los técnicos argentinos del Indec eran realmente buenos. De nivel internacional. Nosotros tenemos especialistas en estadística, en análisis… han terminado por irse a trabajar a otros países. Pero como en la Argentina quedan las direcciones provinciales de estadística, las provincias miden y la inflación da el 25% anual promedio en la provincia. Mire, yo soy justicialista y esas provincias pertenecen a nuestro partido. No podemos decir que son opositoras. Pero todos sabemos que en este tema del Indec, ya no cree nadie más. Ni siquiera el Gobierno lo cree. Fíjese que el Gobierno acaba de ajustar (hace un par de meses) el salario mínimo, vital y móvil y lo ha ajustado al 25% anual. Y el gasto público se ajusta todavía más que el 25%. Entonces, aquí el tema es que el aumento de las tarifas va a pegar mucho en la inflación. Este año, en total, los subsidios son el 4% del PBI (Producto Bruto Interno). Esto es una barbaridad. Son números infinanciables.
—¿Entonces?
—Bueno, entonces le digo que por eso el Gobierno sale a aplicar esta política de los subsidios. Y todo esto que está poniendo acerca de la planilla, los que renuncian al subsidio etc. es el guión cinematográfico mediático.
—Claro, porque esto es algo que también le quería consultar: si uno renuncia, en realidad está renunciando a nada porque, automáticamente, dejará de percibir ese subsidio. Lo cual es lógico y correcto porque tenemos trabajo, casa confortable etc. Entonces ¿por qué hacer un show público de renunciar a algo que ya no nos corresponde?
—Le voy a dar mi opinión y para que nadie me ataque por mis ideas políticas, insisto en que soy peronista. Incluso fui vicepresidente y luego presidente del Banco Central en 2002/2003 durante la presidencia del doctor Duhalde. Estuve en el Central desde 1997 como director. O sea, más de siete años, y me tocó hacerme cargo del banco en el peor momento. Pero, bueno, aquí estamos: todavía con ganas de hablar y de vivir.
Volviendo al tema, le diría lo siguiente: desde un concepto económico y social, aquí se está hablando de consumo. Y cuando uno habla de agua, de energía y de luz no está hablando de un impuesto.
—¿Por qué?
—Un impuesto es el impuesto a las ganancias; el impuesto al patrimonio; el impuesto inmobiliario. Eso “es” un impuesto que va a Rentas Generales. Acá se trata de tarifas y las tarifas son acordes al consumo de cada persona. Fundamentalmente, hay un problema de costo energético y hoy, el costo energético (es decir lo que significa producir energía en la república Argentina) es altísimo.
—Nuevamente ¿por qué?
—Bueno, por deficiencia. El 80% de la energía que produce la Argentina es termoeléctrica. No es hidroeléctrica. En Brasil es al revés porque el 80% de la electricidad que produce es hidroeléctrica. Proviene de Itaipú, Corpus y de todas las represas que Brasil ha estado construyendo en los últimos treinta años. En ese sentido, nuestro país se quedó y la verdad es que el fuerte crecimiento económico, a partir de 2002, obligó al Gobierno a tomar medidas de emergencia de último momento. Y lo más rápido es construir centrales termoeléctricas cuyas turbinas vienen de Alemania, fabricadas por una marca muy conocida.
—Siemens, ¿no?
—Y a los seis meses ya está produciendo electricidad. Sí, son las turbinas Siemens. También hay otras marcas, pero éstas son líderes en el mercado y las que mejor funcionan. Entonces, si bien esto permite tener electricidad en menos de seis meses, resulta costoso en su mantenimiento porque a estas turbinas hay que alimentarlas con fuel oil y con gas. Ese fuel oil y ese gas no se producen en la Argentina. Deben importarse y, por primera vez, en muchas décadas, este año la Argentina va a tener un fuerte déficit en la balanza comercial de combustibles. Si bien nosotros exportamos algo de combustible (fundamentalmente biodiésel).
—Cada vez llegan más buques-tanque de gas.
—Exactamente. Entonces, la importación de gas y fuel oil no sólo trae un problema en el costo en dinero porque eso hay que pagarlo transformado al dólar oficial, sino a raíz de la salida de divisas por este concepto. De tal manera que, este año, vamos a estar importando combustible líquido para estas centrales termoeléctricas por un valor de 10 mil millones de dólares. Y vamos a exportar 5 mil. Es decir, que tenemos un déficit. Saque la cuenta: 5 mil millones de dólares por año a causa de esta matriz energética. Entonces, todo esto que estoy diciendo (no sólo en pesos, sino tambien en dólares) es infinanciable para la Argentina. Por ejemplo, ahora se empezó a construir Chihuidos, que es una represa hidroeléctrica en Santa Cruz, que ya se licitó al costo en más de 3 mil millones de dólares, pero la última gran inversión hidroeléctrica que se hizo en la Argentina fue en el río Limay, en la zona del Chocón o Piedra del Aguila. Hay otra en el sur de La Pampa, Dique de Piedra. Pero esto fue hace años. No se están inaugurando represas hidroeléctricas. Así es que esto va a requerir un período de maduración porque la contra de las represas hidroeléctricas es que tardan entre tres y cinco años en construirse.
Pero también, una vez en funcionamiento, el costo de operación es mucho menor que las termoeléctricas.
—¿Es entonces un problema de costos?
—Sí, y para el conjunto de los consumidores. Esto ocurre porque la matriz energética argentina no es la correcta. Es un tema de discusión que hay que poner sobre la mesa. Consumir electricidad, gas y agua (igual que el ómnibus, el tren o el subte) es (valga la redundancia) un consumo. Entonces, yo estoy de acuerdo en que haya una tarifa preferencial para los sectores más pobres. Pero todavía me gustaría más que hubiera un subsidio indirecto. Es decir, que la tarifa costara lo que debe costar y si hay un grupo social que puede pagar la tarifa llena… pues, que la pague. Si una persona que vive en la Villa 31 (y que cuenta con medidor propio) consume una cantidad x de kilovatios, que pague entonces por un consumo mínimo, tarifa baja. Pero, por encima de un consumo mínimo, tiene que pagar la tarifa plena. Le explico: hay muchos barrios periféricos que tienen hasta talleres industriales. ¿Por qué vamos a mantener esos talleres comerciales con subsidios a la energía eléctrica? Si alguien tiene tres aires acondicionados; calefacción eléctrica etc., en un barrio periférico, bueno pues tendrá un alto consumo de electricidad. Pongamos entonces un límite al consumo. La verdad es que la luz, el agua y el gas son hoy tan baratos que, en general, el usuario no le presta atención. Con el anuncio del ajuste, son ya muchos hogares los que están poniendo un límite en el uso, por ejemplo, del aire acondicionado. Y eso es lo que corresponde. Fíjese también que, en la construcción de nuevos departamentos, se utiliza el aire acondicionado frío-calor para invierno y verano. Esto es costosísimo. Debería hacerse a gas. Entonces, vendrá el ajuste. Es algo irreductible, más allá de la declaración jurada, etc.
—¿Usted propondría, entonces?
—Bueno, en este caso, que el ajuste sea en una escala de acuerdo con el consumo. Y le digo más: una cosa es tener un piso en Puerto Madero, donde el impuesto inmobiliario es tres veces mayor que el de Mataderos. Tampoco es lo mismo cien metros en Recoleta que cien metros en Barracas. Son otros valores. Muy bien. Pero el consumo de los servicios es igual en todos lados. El “consumo”, lo que yo voy a consumir. Y esto hay que tenerlo muy en cuenta. También es lógica la discusión del conjunto de la sociedad con relación al costo. Que también lo haga el Gobierno. ¿Cuál es el costo que estamos pagando por esto? Me van a sacar el subsidio y yo, ¿por qué tengo que pagar la importación de fuel oil o de gas que debe hacerse porque en la Argentina no hubo la inversión suficiente para producir nuestros propios combustibles? Es un tema de discusión. Pero con respecto a los ajustes, hay un problema de impacto en el costo de vida. Si ajusto electricidad, gas y agua de acuerdo con lo necesario para evitar el subsidio, pegaría en el costo de vida en el orden del 6% . Es decir que, si hoy la inflación es del 25%, pasaría a ser del 31% anual. El caso del transporte es más complicado: en el ómnibus, la tarifa tendría que estar valiendo de $ 1,10 (como es hoy) a casi $ 4. De no mediar el subsidio, ésa sería la diferencia.
—¿Y el tren?
—Para el tren, calcule cinco veces más. De $ 0,80 a $ 1, que vale hoy, debería costar entre $ 4 y $ 5.
—¿Por esto puede haber sido el apuro de anunciar la quita de subsidios antes de asumir la presidencia?
—Claro. Pero yo creo que en el tema del transporte todo va a ser mucho más lento. Ahí sí pega muy fuerte en el costo de vida. Fíjese que si usted ajusta el ómnibus y el tren tal como se tendrían que ajustar el costo de vida, se incrementa el 15% Allí es donde el Gobierno va a diferenciar: se moverá más aceleradamente en lo que es electricidad, gas y agua porque impacta menos en el costo de vida y, con mayor lentitud, en ómnibus, tren y subte.
—Recordemos que la mayoría de los usuarios tienen, generalmente, dos cambios de medio de transporte en su trayectoria diaria.
—El subte es un fenómeno de las grandes ciudades, pero en todas nuestras grandes ciudades la gente debe cumplir cambios para ir a su trabajo. En la Capital Federal, viven 3 millones de personas, una cifra que se duplica con la cantidad de personas que vienen a trabajar. O sea que estamos llegando hasta 6 millones de personas que se mueven por la Capital Federal. Y de esos millones que vienen a trabajar a la Capital, el 90% proviene del Gran Buenos Aires. A esto súmele también el tren que anda mal; los colectivos saturados; los accesos que no dan más y, si viene con el auto, el peaje es costoso y el estacionamiento también. El subte (que es el medio ideal) no llega a cumplir con la red muy amplia que necesita Buenos Aires. Piense usted que fuimos los poseedores del primer subte en Latinoamérica. Me refiero a la Línea A en 1910. Luego, se construyeron cuatro líneas más, pero nunca llegamos a tener una red como, por ejemplo, en París, donde a dos cuadras de cualquier punto usted tiene una boca de subte. Volviendo a esta carencia nuestra, empiezan entonces a aparecer las combis truchas, los micros truchos, sin ningún control porque el transporte está saturado. Por eso creo que en esa área el Gobierno va a moverse con mayor lentitud. La tarjeta SUBE está funcionando muy bien, más allá de la tendinitis de los expendedores. Pero bueno, ése es un delirio argentino más. Yo soy un usuario de la tarjeta SUBE y, entre otras cosas, nos ha sacado el problema de las monedas y nos permite rapidez en la movilidad. Justamente, a través de la tarjeta SUBE, el Gobierno está pensando en subsidiar.
—Y, algo más doctor: esta semana transcurre una reunión crucial en Bruselas, donde quizás Europa se despida del Euro. ¿Seguimos “blindados” frente a esta realidad?
—Por primera vez en décadas, la crisis viene de los países centrales y no de los emergentes. Estados Unidos, Japón y Europa comienzan a tener problemas de crecimiento, problemas financieros muy serios que todavía no saben cómo resolver y esto está afectando el crecimiento de estas economías. Por supuesto que va a repercutir en la Argentina. No estamos “blindados”. Tal vez estemos en una mejor situación que en otras crisis, pero lo cierto es que en el tema comercial (no tanto en el financiero), de las exportaciones vamos a vernos ajustados. El 25% de nuestras exportaciones va a Brasil, que ha comenzado a tener problemas de crecimiento. El 20% de exportaciones va a la Comunidad Europea y en tercer lugar, se ubica Asia (China incluída). Y si bien nuestra balanza comercial sigue siendo superavitaria es porque el Gobierno ha puesto unos inmensos controles en las importaciones. Le diría que la ventaja que hoy tiene la Argentina es que la soja (principal producto de exportación) sigue teniendo una demanda hegemónica. Yo a esta área la veo sostenible con una soja a 420 dólares la tonelada. Es un precio interesante, pero la soja ya no es suficiente para el desarrollo argentino. Es necesaria, pero no suficiente. Hay que agregarle mayores inversiones. Somos fuertes en agroalimentos, en minería, en biodiésel. Esos son los productos con los que Argentina tiene una buena inserción en el mundo.