Repsol-YPF no descubrió nada nuevo

El comunicado oficial de pasado 7 de noviembre no daba lugar a dudas: “Repsol- YPF realiza el mayor descubrimiento de petróleo de su historia”. La contundencia de la afirmación era tal que las acciones experimentaron una subida del 6% en la bolsa madrileña. Sin embargo, ateniéndonos al uso habitual de la palabra “descubrir” –conocer algo que antes se ignoraba– Repsol-YPF no descubrió nada nuevo. Simplemente está ensayando la aplicación de nuevas técnicas de extracción de los restos de gas y petróleo que se encuentran incrustados en el interior de las rocas bituminosas que están en el fondo de los yacimientos ya agotados de Loma La Lata.

El comunicado oficial añadía que “la compañía confirma la existencia de elevados volúmenes de hidrocarburos no convencionales en el área Loma La Lata donde Repsol YPF posee 12 mil km2” y aseguraba que “estos recursos transformarían el potencial energético de Argentina y el Cono Sur con una de las acumulaciones de recursos no convencionales más importantes del mundo”.

Lo que el comunicado olvidaba explicar es que la técnica del fracking que se está ensayando para extraer tight gas y shale oil de los pozos agotados, es sumamente cara y entraña graves consecuencias para el ambiente.

Unos años atrás, el gas o el petróleo “no convencional” ni siquiera eran considerados “recursos”, puesto que desde el punto de vista económico no resultaba rentable su extracción. Pero con la elevación del precio internacional del petróleo en los EE.UU. comenzaron a desarrollar nuevas formas de extracción.

La técnica consiste en penetrar en la formación que contiene la roca madre de baja permeabilidad para producir múltiples fracturas mediante la introducción de agua a alta presión.
Así, la roca arcillosa obtiene la conductividad que permite que los hidrocarburos que estaban encerrados en su interior fluyan a la superficie. Mediante múltiples perforaciones se consigue transformar una capa del subsuelo de hasta cien metros de espesor, que dota de conductividad al gas y al petróleo.
La técnica es cara porque requiere muchas perforaciones separadas apenas por 500 metros; es decir, muchos más pozos que en una explotación convencional.

Pero el problema mayor reside en el riesgo de contaminación de los recursos acuíferos necesarios. Para fracturar cada pozo, hace falta introducir mucha agua y el fluido de retorno contiene las sustancias químicas utilizadas al introducirla más los metales pesados que retornan a la superficie.

La Ley 25.675 establece la obligación de que toda persona física o jurídica que realice una actividad susceptible de degradar el ambiente o afectar la calidad de vida de la población, en forma significativa, está sujeta a un procedimiento de evaluación de impacto ambiental, previo a su ejecución.

Sin un estudio del impacto ambiental y un estudio de costos es prematuro opinar sobre la viabilidad que tiene el “descubrimiento” de recursos no convencionales de petróleo anunciado con tanto autobombo por Repsol-YPF.

*Abogado y periodista.