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(Análisis) OÑA: ENERGÍA. UNA FACTURA DE US$ 10.000 MILLONES
05/11/2011
Alcadio Oña

Energía: el Gobierno deberá pagar una factura de US$ 10.000 millones

Clarín
El plan subsidios para todos va camino a desaparecer: vivió demasiado tiempo y su versión original ya luce insostenible. Espectacular y enmarañado, no puede ser comparado con algunas estrellas fugaces del firmamento K: los planes Carne para Todos; Merluza para Todos; Milanesas para Todos o el Renovación, que permitía canjear heladeras viejas por nuevas.

Gracias a la conferencia de prensa de Amado Boudou y Julio De Vido, muchísimos argentinos se enteraron de que, desde 2005, el Gobierno viene subsidiando a casinos, bingos, hipódromos, bancos y compañías de telefonía celular. Demasiado, para filtrar al mismo tiempo que "las políticas de subsidios sirvieron para industrializar el país", como hizo el ministro de Economía.

Es parcialmente cierto, entonces, que el sistema subvenciona a los pobres. En realidad, beneficia a los pobres, a la clase media, a los ricos y a empresas poderosas.

Entre gas, luz, colectivos, trenes y subtes, este año la cuenta puede desbordar los $ 60.000 millones. Y habrá escalado, así, a no menos de $ 150.000 millones durante la gestión de Cristina Kirchner: arriba de 35.000 millones de dólares al actual tipo de cambio; muchos más, si se toma la cotización de cada período.

Parte del paquete es una factura que tiene en vilo al ministro de Planificación. En 2011, las importaciones energéticas rondarán los US$ 10.000 millones. Y ya no se trata de pesos, sino de una montaña dólares enorme para un país en el que las divisas tienden a dejar de ser un bien abundante: una marca récord que sólo se explica en la escasez de producción nacional.

Y ese reloj seguirá bajando fichas, el año próximo. Especialistas del sector calculan que la montaña podría crecer 30% y trepar a US$ 13.000 millones.

En el cuadro entran las compras de gas natural a Bolivia y las de gas licuado, gasoil y fuel provenientes de cualquier lugar del mundo. Todo imprescindible para abastecer a las usinas térmicas, que generan alrededor del 60% de la electricidad. Y encima, todo caro.

Además de una carga con un crecimiento exponencial, se trata de una ola que no puede ser detenida fácilmente y de importaciones fuera del alcance del largo brazo de Guillermo Moreno: "Tengo pesos, pero para eso necesito dólares", dijo alguna vez, en privado, el secretario de Comercio. Tan grande es la dependencia del factor externo, que cortar el chorro le pegaría directo a la actividad económica.

Según el INDEC, entre enero y septiembre las importaciones energéticas ascendieron a US$ 7.562 millones o más, si se incluyen los 307 millones de la electricidad adquirida a Brasil que la estadística no computa. El monto duplica al del año pasado y supera en un 390 % al de 2005.

De Vido advierte algo que los especialistas pronosticaron hace tiempo: que esa aspiradora de divisas se volvió imbancable.

Ciertamente, habría que considerar las exportaciones de petróleo crudo, naftas y gas de petróleo para tener un panorama completo.

Pero tampoco lo mejoran, sino al contrario: en lo que va del año las ventas cayeron un 3%, mientras las importaciones han subido el 113%.

La consecuencia es que el balance sectorial ingresó en zona de rojo profundo. En los primeros nueve meses de 2005, había un superávit de US$ 5.587 millones y ahora, un déficit de 3.010 millones. Resultado: en seis años se perdieron US$ 8.597 millones.

Una manera de mirar la fotografía consiste en comparar las subvenciones a la energía y el transporte, que por lo demás sólo alcanzan a la Capital Federal y el conurbano, con los subsidios sociales más o menos directos.

Primer resultado, para el período enero ­ septiembre: el gasto en energía y transporte supera en casi siete veces a la Asignación Universal por Hijo. Segundo: sobrepasa a todos los subsidios sociales, o sea, a la suma de la Asignación por Hijo, los planes de viviendas, de urbanización de villas y de empleo y a los que existen para familias numerosas, discapacidades y seguridad alimentaria, entre otros.

Ese vistazo general pone en evidencia la magnitud de las distorsiones que anidan al interior de un gasto público sin precedentes. También revela que si la presencia activa del Estado en las políticas inclusivas está fuera de discusión, no da lo mismo una presencia que cualquier otra.

Es sabido que los Estados ­los gobiernos, en realidad­ son una pieza clave en la distribución de los ingresos. Pero sobran antecedentes en el sentido de que, al mismo tiempo, pueden ser funcionales a ciertos intereses, favorecer a sectores próximos al poder y fogonear decisiones discrecionales, cuando los recursos abundan. Todo, con independencia de si las políticas son liberales o heterodoxas.

El desmonte paulatino, aunque no total, del sistema de subsidios ha comenzado con algunas actividades. Y seguirá con los consumos domiciliarios y el comercio, mediante ajustes tarifarios graduales vinculados a los ingresos de cada cual. La intención, al final del recorrido, es que sólo queden bajo el paraguas las capas de menores recursos.

Está por verse la dimensión que adquirirán los ajustes. Y qué destino tendrán los fondos que sean ahorrados.

Pero, seguro, guadaña habrá.

Porque si ahora mismo las cuentas fiscales aparecen muy apretadas, casi ni hace falta pensar en cómo podrían estarlo en 2012, en caso de que los subsidios siguieran corriendo al ritmo que marchan.

Es obvio que las noticias llegarán lo más alejadas posible de las elecciones legislativas de octubre de 2013, cuando el kirchnerismo pondrá en juego las mayorías que acaba de lograr.

El Gobierno usará 10 mil millones de dólares para Energía

La política Online
Además de una carga con un crecimiento exponencial, se trata de una ola que no puede ser detenida fácilmente y de importaciones fuera del alcance del largo brazo de Guillermo Moreno: “Tengo pesos, pero para eso necesito dólares”, dijo alguna vez, en privado, el secretario de Comercio. Tan grande es la dependencia del factor externo, que cortar el chorro le pegaría directo a la actividad económica .

Según el INDEC, entre enero y septiembre las importaciones energéticas ascendieron a US$ 7.562 millones o más, si se incluyen los 307 millones de la electricidad adquirida a Brasil que la estadística no computa. El monto duplica al del año pasado y supera en un 390 % al de 2005.

De Vido advierte algo que los especialistas pronosticaron hace tiempo: que esa aspiradora de divisas se volvió imbancable, de acuerdo al diario Clarín.

Ciertamente, habría que considerar las exportaciones de petróleo crudo, naftas y gas de petróleo para tener un panorama completo. Pero tampoco lo mejoran, sino al contrario: en lo que va del año las ventas cayeron un 3%, mientras las importaciones han subido el 113%.

La consecuencia es que el balance sectorial ingresó en zona de rojo profundo. En los primeros nueve meses de 2005, había un superávit de US$ 5.587 millones y ahora, un déficit de 3.010 millones. Resultado: en seis años se perdieron US$ 8.597 millones .

Una manera de mirar la fotografía consiste en comparar las subvenciones a la energía y el transporte, que por lo demás sólo alcanzan a la Capital Federal y el conurbano, con los subsidios sociales más o menos directos.

Primer resultado, para el período enero – septiembre: el gasto en energía y transporte supera en casi siete veces a la Asignación Universal por Hijo. Segundo: sobrepasa a todos los subsidios sociales , o sea, a la suma de la Asignación por Hijo, los planes de viviendas, de urbanización de villas y de empleo y a los que existen para familias numerosas, discapacidades y seguridad alimentaria, entre otros.

Ese vistazo general pone en evidencia la magnitud de las distorsiones que anidan al interior de un gasto público sin precedentes. También revela que si la presencia activa del Estado en las políticas inclusivas está fuera de discusión, no da lo mismo una presencia que cualquier otra .

Es sabido que los Estados –los gobiernos, en realidad– son una pieza clave en la distribución de los ingresos. Pero sobran antecedentes en el sentido de que, al mismo tiempo, pueden ser funcionales a ciertos intereses, favorecer a sectores próximos al poder y fogonear decisiones discrecionales, cuando los recursos abundan. Todo, con independencia de si las políticas son liberales o heterodoxas.

El desmonte paulatino, aunque no total, del sistema de subsidios ha comenzado con algunas actividades. Y seguirá con los consumos domiciliarios y el comercio, mediante ajustes tarifarios graduales vinculados a los ingresos de cada cual. La intención, al final del recorrido, es que sólo queden bajo el paraguas las capas de menores recursos.

Está por verse la dimensión que adquirirán los ajustes. Y qué destino tendrán los fondos que sean ahorrados.

Pero, seguro, guadaña habrá . Porque si ahora mismo las cuentas fiscales aparecen muy apretadas, casi ni hace falta pensar en cómo podrían estarlo en 2012, en caso de que los subsidios siguieran corriendo al ritmo que marchan.

Es obvio que las noticias llegarán lo más alejadas posible de las elecciones legislativas de octubre de 2013 , cuando el kirchnerismo pondrá en juego las mayorías que acaba de lograr.

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