POR DANIEL MONTAMAT
Cuando se comparan los precios de la canasta energética argentina respecto a los de la región, surge una clara ventaja competitiva para los productores industriales radicados en el país. Pero los datos fríos muchas veces confunden.
El que tiene antecedentes de consumo histórico todavía se beneficia con alguna cobertura de suministro con subsidio; en cambio, el nuevo emprendedor, el que se quiere instalar ahora (o ampliar su planta) y necesita un suministro seguro, tiene que enfrentar la cruda realidad de la escasez y de los altos precios de la oferta adicional.
En la Argentina del revés, la restricción energética castiga más a las nuevas inversiones.
Se prevé que este año la generación de electricidad térmica superará el 60% de la oferta total con un consumo de 2,8 millones de toneladas de fueloil y 2,2 millones de m3 de gasoil en las usinas térmicas. La primera consecuencia importante de este hecho es el encarecimiento del precio de la energía en el Mercado Eléctrico Mayorista (MEM) . El uso de combustibles líquidos para generación ha estado creciendo conforme ha ido creciendo la demanda de electricidad, y a falta de suficiente suministro local de gas natural. El impacto en los precios de generación eléctrica ha sido significativo.
En el año 2010, el precio de la electricidad promedió los 258 $/MWh (en el 2008, el promedio anual fue de 166 $/MWh, y en el 2009 de 180 $/MWh), mientras que en el 2011 viene creciendo un 38% respecto al 2010 . Ya en el mes de julio llegó a 420,25 $/MWh y el promedio del 2011 podría alcanzar los 356 $/MWh. Mientras tanto, la demanda protegida que es abastecida como servicio público por las empresas distribuidoras (79% de la demanda total), tiene un precio cuasi-congelado . Este precio es el precio estacional que es sancionado por la Secretaría de Energía y cuyo último ajuste se hizo en noviembre de 2008 (Resolución SE 1169/08). Allí se lo fijó en 58,2 $/MWh.
Esta enorme diferencia (más de 70 dólares por megavatio hora) entre el precio estacional regulado y el precio monómico que traduce los costos de generar electricidad, es lo que después se deberá cubrir con subsidios del Estado nacional y da una idea de la magnitud del atraso tarifario existente y del porqué se necesitan crecientes sumas de dinero para cubrir ese bache. Hoy en día, por cada peso que abona el usuario vía tarifas, el Estado nacional aporta otros cinco pesos para mantener las tarifas congeladas. Todo esto se hace insostenible en el tiempo ya que los subsidios seguirán creciendo conforme aumenten los costos de generación.
Pero como la frazada es corta para cubrir toda la demanda, muchos consumos industriales ya empezaron a experimentar el impacto de los mayores costos de generación . Así, la demanda de los Grandes Usuarios eléctricos (GUMA, GUME y GUDI, según la categoría), que son mayoritariamente productores industriales, tuvo permanentes ajustes en el precio de la energía. Con la aplicación de la Resolución SE 1281/06 y otras subsiguientes, el usuario industrial que “excede” el consumo sobre la demanda base del año 2005, tiene que contratar su demanda de energía incremental por el mecanismo de Energía Plus.
Si no lo hace, debe pagar un sobrecosto por la energía excedida. Su tarifa real tendrá una parte subsidiada y una parte cada vez más importante liberada a los costos reales de generación. Estos costos de generación son altos, por el creciente uso de combustibles líquidos (fuel y gasoil). El valor a pagar por esos sobrecostos de generación térmica es fijado por la Subsecretaría de Energía Eléctrica y viene subiendo sistemáticamente desde marzo del 2010.
Desde aquella fecha, el costo medio incremental de la demanda excedente creció entre un 73% y un 102%, por lo que desde agosto de 2011 el valor de la demanda excedente es de entre 320 $/MWh y 455 $/MWh. Debido a ello, este segmento de la industria es el único que abona un precio por la energía que utiliza muy cercano al costo marginal promedio de generación .
¿Qué pasa con el nuevo consumidor industrial, el que quiere hacer una nueva planta de cero? Sin antecedentes de consumo, está desamparado y librado a los costos marginales de la nueva energía; es decir, al costo económico que la política pública trató de negar con resoluciones de corto plazo e intervenciones discrecionales.
El costo de esa nueva energía es más caro en la Argentina que en muchos países de la región . ¿Dónde está el aporte a la competitividad de la política de precios energéticos?