Claudia Chaves, Profesora del Instituto Universitario Escuela Argentina de Negocios
A partir del ataque a las torres del World Trade Center, el 11 de Septiembre de 2001, y la quiebra de Enron, los inversionistas de todos los países comenzaron a colocar sus ahorros en alternativas “tangibles”: inmuebles, oro, obras de arte, objetos de colección (estampillas, autos de colección entre otros) etc., elección que generó el aumento de los precios de dichos bienes.
Pero no todos los inversores cuentan con fondos suficientes para colocar en activos fijos. El pequeño inversor, generalmente convencional a la hora de decidir cómo invertir, encuentra distintas alternativas de inversión, según su aversión al riesgo. Los productos no riesgosos pero de bajo rendimiento por excelencia son los certificados de plazo fijo y los bonos de deuda pública (en el mundo son considerados activos libres de riesgo, aunque en nuestro país no haya sido así).
Una alternativa aconsejable, para inversionistas que buscan prevenirse de eventuales riesgos, son las cédulas hipotecarias o los fideicomisos financieros. La inversión a realizar es baja y cuentan con una garantía real que asegura su cobro. Además los fideicomisos pueden incluir una cláusula de amortización que permite recuperar ordenadamente el capital más los correspondientes dividendos, minimizando de esta manera el riesgo de la inversión.
Con respecto al negocio inmobiliario, en lo que va del año, acusa un incremento del 15% promedio. En este rubro existen oportunidades de negocios como es el caso de Parque Patricios, aunque las inmobiliarias localizadas en la Ciudad de Buenos Aires recomiendan invertir en el barrio de Villa Urquiza.
Si bien muchos especialistas pronostican que la crisis monetaria internacional permanecerá durante un largo tiempo y que nuestro país no es ajeno a ella, al realizar un Análisis PEST -es decir, el que identifica los factores del entorno general que van a afectar a las empresas- se puede inferir que: el resultado de las elecciones primarias indica que no se esperan cambios a nivel político, si bien el superávit se redujo con respecto a períodos anteriores, tal vez producto de la desaceleración de la economía, el principal factor crítico que se observa es el alza generalizada de los precios.
En cuanto a los factores tecnológicos, el marcado respaldo a la innovación y el acompañamiento del Sector Público a algunos sectores industriales, por ejemplo el de maquinarias agrícolas o el decreto que designa a Ushuaia como Polo Tecnológico, hablan de un escenario prometedor y apto para realizar inversiones dentro del territorio.