Por MARIO DAS NEVES CANDIDATO A VICEPRESIDENTE POR EL FRENTE POPULAR
Haber cosechado un 50% de votos en las Primarias y estar convencidos de que el triunfo en octubre parece descartado para la presidenta Cristina Fernández son hechos -aunque objetivos- que no deberían impedirle a la sociedad toda observar con preocupación gestos concretos adoptados por el Gobierno nacional que sólo muestran señales poco felices para nuestra democracia.
Así resulta de la actual medida adoptada en el Juzgado Nacional en lo Penal Económico Nº 4, a cargo de Alejandro Catania, quien solicitó a los más reconocidos diarios de nuestro país datos personales de periodistas -con sus números telefónicos y direcciones- que escribieron en los últimos años sobre un mal que nos acecha a todos: la inflación.
Esta palabra maldita , que por más que se esmeren desde el oficialismo para eliminarla del vocabulario popular es un mal que acecha a la sociedad en su conjunto, y que descarga su peso de la manera más nociva, sobre todo, en los sectores de menores recursos.
Hemos entrado, de esta manera, en una espiral de persecución con final imprevisible. La solicitud de la Justicia de los listados de los periodistas “enemigos” se enmarca en la causa penal que el secretario de Comercio, Guillermo Moreno, inició ya hace meses contra reconocidos economistas y consultoras que se han “atrevido” a hablar de lo que el Gobierno no quiere ver y/o reconocer.
Hoy quiero expresar mi mayor y enérgico repudio por este nuevo capítulo de censura. Pero también, mi preocupación. Pareciera que preocuparse y hablar de lo que nadie habla está prohibido en este país que tanto amamos. De aquí nuestra urgencia y vocación por recuperarlo para el bien de toda la ciudadanía.
No estamos solos en esta batalla.
Vale destacar la osadía de las distintas asociaciones y entidades que nuclean al periodismo argentino independiente, así como también a determinados sectores del arco político -desde la comisión de Libertad de Expresión del Congreso-, quienes por estas horas destacaron que la medida adoptada por el kirchnerismo –y sus acólitos– les recordaba a las listas negras de la dictadura, tristemente famosas porque por medio de ellas se buscaba amedrentar a los periodistas “díscolos” .
Lo cierto es que más allá de los sistemáticos intentos del Gobierno nacional por perseguir y callar a las voces críticas, hay algo que el kirchnerismo nunca podrá silenciar: la realidad misma.
Aun en medio de las fantasiosas cifras esbozadas por el INDEC, cuya casi nula legitimidad pocos se animan a defender, lo cierto es que las proyecciones más serias elaboradas por prestigiosos economistas siguen colocando a nuestra inflación “real” entre las más altas del mundo, ya que nos encontramos -en promedio- en torno a un 25 por ciento anual.
Sólo algunos organismos estadísticos provinciales se animan a hablar de esta angustiante tasa inflacionaria. Estas voces, dentro de las que se encuentran los periodistas ahora perseguidos y “marcados” , son las que, más que nunca, hay que cuidar y proteger de los embates de un poder central omnímodo que deviene en censurador.