El 90 por ciento de la energía que se utiliza en el país proviene de combustibles fósiles, petróleo y gas, apenas el diez por ciento restante corresponde a energía eléctrica, por eso “la dependencia de estas fuentes no renovables, sumados a la baja en la producción y el encarecimiento del mercado internacional de combustibles, hacen pensar en un horizonte complicado para los precios en surtidor, o del gas y la electricidad en nuestras casas”, sostuvo en diálogo con AIM, el coordinador del área de energía del Taller Ecologista de Rosario, Pablo Bertinat.
En diálogo con esta Agencia, el especialista apunto a los cambios en las estructuras del consumo de la energía, “el principal consumo es industrial, en segundo término el transporte y por último la residencial”, precisó y añadió: “esto no fue siempre así, históricamente el sector de mayor consumo fue el transporte, excepto estos últimos cuatro o cinco años en los que de acuerdo al crecimiento de la producción, la industria requirió mas energía”.
Importadores netos
Algunos elementos conjugados generan las condiciones necesarias para que la Argentina pierda del todo su soberanía energética, entre ellos, el especialista enumeró: “una matriz dependiente en un 90 por ciento de los combustibles fósiles, en un país que tiene pocas reservas de gas y petróleo, cuya producción ya está declinando sin que haya esperanzas de que puedan aparecer recursos que sigan este camino, porque hasta ahora los anuncios no alcanzan a torcer el decrecimiento de la producción de combustibles fósiles”.
Claro que esta situación no es nada gratis, ni para el usuario ni para el Estado: “recurrir al mercado internacional de combustibles implica someterse a sus altos costos, y esto significara una gran inversión del Estado que pondrá en juego la balanza de pagos y la disposición de divisas para mantener la importación de energía, y por otro lado un aumento de los precios en surtidor, o del gas y la electricidad hogareños”, previó Bertinat, y ejemplificó: “actualmente en la boleta de gas que llega a mi casa veo que estoy pagando la mitad del precio que Argentina le paga a Bolivia por ese recurso, y eso quiere decir que el Estado paga la otra mitad, a través de un sistema de subsidios que debe ser revisado para que estimule ciertas cosas y otras no”.
“El subsidio distorsiona determinadas cosas, y produce que se usen equipos ineficientes que aumenten el consumo porque es muy barato para algunos sectores y para otros termina siendo muy caro”, señaló el especialista, y agregó: “el estado pone muchos recursos en el sector energético, pero a veces lo único que hacen es consolidar una matriz no deseable. La falta de sustentabilidad se manifiesta en la dependencia de los combustibles que se van a terminar, y que encima producen calentamiento global, muestra un grado de debilidad muy fuerte, sumado a la falta de participación democrática para definir la políticas energéticas, la ausencia de políticas que tengan que ver con la eficiencia seriamente, esto es: alentar la diversificación de esa matriz para que dependa de más cosas, que a su vez sean menos problemáticas que los combustibles fósiles. La falta de medidas en este sentido muestra la insustentabilidad del modelo energético actual”, describió.
Un dato curioso en cuanto a la relación de importación y exportación de combustibles fósiles en la actualidad tiene que ver con que la Argentina ostenta aproximadamente la misma cantidad en ambas cuentas, esto es, “seguimos exportando petróleo, pero se importa gas y en algunos casos sus derivados”, señaló el ingeniero Bertinat, y agregó: “en 2009 se importó el diez por ciento del petróleo que se produjo, y al mismo tiempo se importó gas en alrededor del diez por ciento también, pero la tendencia indica que la importación será creciente en los próximos años, por el crecimiento económico y el insumo de la energía para la industria, la disminución de las reservas nacionales, y la falta de inversión en producción y refinamiento.
Por otro lado, el investigador puso de relieve las dificultades que produjo la liberalización del Estado durante la década del 90, y la entrega de los controles de los recursos energéticos a las empresas, en especial la entrega del petróleo y del gas, “esto hace que los mecanismos que tiene el estado para regular sean mas complicados”, señaló el especialista.
De qué hablamos cuando hablamos de energía
Por lo general uno asocia la energía, a la electricidad, y más aún a la luz. Sin embargo, “la energía eléctrica es apenas una pequeña parte del total, entre el 10 por ciento y el 15, el resto es petróleo y gas”, señaló el investigador, y agregó: “la principal fuente de generación de electricidad es el factor térmico, que se alimenta con gas, fuel oil o gas oil, después lo sigue la producción hidroeléctrica, y en menor medida, apenas 5 por ciento, el sector nuclear. Esa es la estructura de producción de la energía eléctrica”, concluyó. En cuanto a su consumo, Bertinat aclaró que “el principal sector de consumo es la industria, de toda la energía eléctrica el 40 por ciento se utiliza en la industria y alrededor del 30 en el sector residencial”
¿La energía es una mercancía o un derecho?
“Necesitamos volver a discutir si la energía es una mercancía o un derecho”, sostiene el especialista del Taller Ecologista de Rosario, y agrega “si se considera nada mas que una mercancía entonces va a estar gobernado por la lógica del negocio que lleva a producir y vender más, sea donde sea, lo cual dificultaría cualquier plan de reducción del consumo o eficiencia. Por eso, lo central no es producir energía, sino satisfacer las necesidades, si eso lo puedo alcanzar con menos energía estoy produciéndola. Para eso necesitamos entender la energía como un vector, un medio para satisfacer necesidades, y no un bien en sí mismo”.
La eficiencia como fuente de energía
El especialista cita la promulgación de una ordenanza reciente en Rosario que regula la aislación de los edificios, “esto puede llegar a ahorrar un 20 o 30 por ciento de energía a la hora de calefaccionar o refrigerar, y eso es importante porque si pensamos que un edificio dura 50 o 100 años, entonces toda esa energía que se ahorra es menos importación”, señala y añade: “pero claro, este camino no implica la venta, lo que hacemos es disminuir el comercio de energía, algo contradictorio con la idea de energía como mercancía. Por eso nosotros pensamos en la eficiencia energética como la principal fuente de energía en la Argentina, para ello debemos buscarla y producir esa eficiencia, algunos países ya están en esa búsqueda”, cuenta Bertinat.
Diversificar la matriz
“Lo que hay que tener en claro es que ninguna fuente de energía es la panacea, en cambio debemos diversificar cada vez más la matriz, es decir, que dependamos de más cosas, desarrollar muchas fuentes energéticas en diferentes lugares y opciones en función de los usos finales que se pretendan satisfacer ”, define el especialista, y desarrolla: “hay muchas fuentes de energías disponibles, entre las que podemos nombrar la solar, la eólica, la proveniente de la biomasa, de las mareas, la geotérmica, entre otras; y la mayoría se encuentran en condiciones técnicas de poder ser explotadas sin problemas”, concluyó Bertinat.