Por Ricardo Alfonsín CANDIDATO A PRESIDENTE DE LA NACION (UCR)
Todos los años, más o menos para esta misma época, la Argentina enfrenta la falta de gas natural . Ello origina disturbios productivos: corte de gas natural a la industria; interrupciones al GNC; interrupciones de gas natural a las usinas. Ello se debe a que el gas natural es el producto más importante de nuestra matriz energética . Tener un problema de abastecimiento en gas natural que año a año se repite con regularidad y que no se soluciona, equivale a tener un problema grave en el sector de la energía y en toda la producción argentina.
No hay país fuerte que se precie de tal que al mismo tiempo sea vulnerable en su sector energético .
Nuestro país presenta una situación de decadencia productiva en materia de petróleo y gas natural que es realmente alarmante; y esta situación no es nueva: cada año nuestra producción petrolera es menor que la del año anterior; y ello se repite en gas natural. La inversión de riesgo en exploración es hoy muy inferior a la que se hacía 25 años atrás y como resultado de ello es lógico que hayan disminuido como lo han hecho las reservas comprobadas de hidrocarburos.
En estas condiciones no es sorprendente que nuestro país haya perdido su condición de país autoabastecido en materia energética que tanto nos costó conseguir desde que el Estado descubriera el petróleo en 1907. Este año Argentina afrontará un Balance Comercial Externo de su sector energético negativo que puede llegar como mínimo a los 2500 millones de US$; hace apenas 5 años nuestro saldo era positivo en más de 5500 millones de US$.
Hay algo más preocupante: el déficit comercial tenderá a ampliarse; cada vez será mayor la demanda de subsidios presupuestarios para sostener la ficción.
El Gobierno, pocos meses antes de finalizar su mandato constitucional, anunció que sin licitación previa acaba de firmar con Qatar un precontrato por 20 años que comienza recién a partir del 2014 con un costo total estimado de 50.000 millones de dólares. Qatar nos suministrará gas natural licuado por 5 millones de toneladas por año durante esos 20 años.
Es una cifra sin precedente ; no justificada por ningún estudio previo ni analizada en detalle por la comunidad. No ha sido informado el Parlamento.
No conocemos el precio pactado; ni su fórmula de reajuste; ni las penalidades a que se somete el país en caso de incumplimiento . Tampoco sabemos cómo ingresará el gas al país; en dónde se ubicarán las instalaciones de almacenamiento y cómo se transportará ese gas a los centros de consumo. Tampoco sabemos cómo impacta este contrato en las finanzas públicas. Para ello hay que tener presente que los precios pactados más el flete, más los costos de almacenamiento y regasificación del gas natural adquirido superan largamente las tarifas de gas locales . Todo indica que la operación sería una contratación directa ; y por lo tanto no puede asegurarse que los precios sean competitivos y menos en una situación mundial que muestra un cambio en los precios relativos entre el petróleo y el gas natural.
Estamos por otra parte atrasados en la implementación del contrato de importación de gas con Bolivia que no se cumple; importamos GNL en Bahía Blanca y a partir de hace algunas semanas en Escobar. Tampoco en estos casos se han conocido ni los precios ni las condiciones pactadas ni el impacto presupuestario de las operaciones.
Tengo la plena convicción de que el Gobierno no nos ha dicho toda la verdad sobre los graves problemas en este sector; y que el Parlamento y sus comisiones específicas están poco informados.