Si hay una deuda que ningún país puede defaultear, es la ambiental. De acuerdo a la visión de los expertos, desde los años 80, el mundo está en déficit ecológico, consumiendo por encima de sus recursos naturales. Sin embargo, las responsabilidades por la próxima debacle planetaria, que bien podría ser consecuencia del cambio climático, no son parejas, según recordó Marcelo Iezzi, del departamento de Desarrollo Sostenible de PricewaterhouseCoopers Argentina (PwC): “El 70% del consumo mundial es realizado por el 20% más rico de la población, mientras que el 20% más pobre consume sólo el 1,5 % de los recursos”.
“Si continuamos con el business as usual, para 2050, se duplicará el nivel de emisiones, cuando en realidad tenemos que reducirlo a la mitad”, advirtió Iezzi en referencia a los gases de efecto invernadero (Nota de Red.: los gases responsables del calentamiento global y el cambio climático). Al respecto, el consultor definió estrategias básicas para ir hacia lo que se llama una “economía baja en carbono”. Estas serían: reducir en un 80% las emisiones de GEI; disminuir el crecimiento de la población; y duplicar el rendimiento de los cultivos.
Debe y haber
El sector que más emisiones aporta es el energético y el de transporte. El experto destacó que es imperioso pasar de una matriz energética basada en combustibles fósiles, a otra basada en combustibles limpios. Y si bien, en ese sentido, la energía nuclear corría con ventaja, la explosión de Fukushima (Japón) recordó que tiene sus condicionantes y que apremia profundizar el desarrollo de fuentes renovables (solar, eólica, biomasa) y mejorar la eficiencia energética, indicó Iezzi.
En cuanto a la realidad argentina, si hubiera que realizar un balance de sus progresos en el camino hacia una economía baja en carbono, el país estaría bien posicionado en sus esfuerzos por impulsar las energías renovables, un poco más atrás, en eficiencia energética y transporte (el subsidio a los combustibles fósiles demora el desarrollo de alternativas más limpias), y bastante mal en cuanto a la forestación y el uso del suelo. “Las áreas forestales protegidas de la Argentina son pocas en relación con los estándares internacionales y ha habido una disminución de la cobertura forestal en los últimos años”, destacó Iezzi. “Superar este problema requiere un fuerte manejo sostenible de la agricultura”.
Como síntesis final, el especialista destacó que “el mundo necesita una reducción de las emisiones de carbono (y otros GEI), cercana al 88%, para 2050. Sólo de esta forma se podrían estabilizar las concentraciones de carbono en la atmósfera en 450 ppm (partes por millón) y limitar el cambio climático a dos grados de calentamiento por encima de los niveles pre industriales.
“Tomando como punto de partida el año 2000, se debería haber descarbonizado la economía global a una tasa del 2% anual por cada año hasta 2020, a fin de ubicarse en un camino de bajas emisiones de carbono”, señaló el especialista. En tanto, la tasa promedio de descarbonización para el período entre 2000 y 2008 estuvo cerca del 0,8%. En 2009, dicha intensidad se disminuyó al 0,7%. “Es necesario que el mundo experimente una descarbonización significativamente más rápida”, advirtió el consultor. Porque, lo que está en juego es nada menos que la vida en el planeta. M.G.E.