Por Ricardo Kirschbaum, EDITOR GENERAL DE CLARIN

Jon Lee Anderson es un veterano periodista estadounidense. Escribe para la legendaria revista New Yorker y trabaja con las reglas hasta ahora imbatibles del buen periodismo: reportea en el lugar, cultiva sus fuentes pero no se casa con ellas, corre riesgos en el terreno. Está ahora inmerso en un largo reportaje sobre Afganistán. De Kabul voló a Buenos Aires para dictar un seminario y dar una clase en la Maestría de Periodismo de Clarín. Sus reflexiones fueron muy interesantes pero mucho más impactante fue una “impresión”, como la llamó, sobre la crispación política que percibió aquí. Es un apasionamiento, dijo, igual al que pude palpar en Irak. Anderson no es un exagerado ni tampoco le falta experiencia en climas en el que la hostilidad política es la regla, no la excepción. Que su olfato haya detectado esa agresividad explícita o potencial supone que hay un gran volumen concentrado de lo que Anderson describió con voz calma, pocos días después del funeral de Néstor Kirchner.

Quizá percibió también que Kirchner se convirtió en un sujeto tácito. La Presidenta no lo llama por su nombre ni por su apellido. Sólo dice: “El está caminando entre ustedes”, como terminó su discurso en Córdoba, o “El se hubiera alegrado”, el viernes en Pilar al anunciar el descenso oficial del desempleo.

La intención es sostener lo que los graffitis dicen desde las paredes: Kirchner sigue “vivo” en la política de la Argentina, queriendo significar que no hubo un hiato por su desaparición. Todo continúa igual. No hay un minuto de tregua: la agenda del oficialismo se cumple a rajatablas, sin cambios por ahora ni en el elenco gubernamental (se habla, sin embargo, del reemplazo de Boudou por Bossio) ni en la política. La candidatura de Cristina se oficializará naturalmente el 10 de diciembre, en Plaza de Mayo. El impacto de la muerte tuvo un efecto hacia adentro del peronismo, desarticulando por un tiempo rebeldías o gestos autónomos de dirigentes que están en el kirchnerismo. La crítica a la oposición reapareció intacta y blindada.
El muro divisorio, que sorprendió a Anderson, sigue en pie.

Hacia afuera, el tiempo se acelera. El 3 de diciembre, se lanza Ricardo Alfonsín. Un afiche con la cara de su padre sonriente apareció en las calles porteñas con una leyenda apoyada en su imagen: “Tu sonrisa nos ilumina”. Otro sujeto tácito: Alfonsín también sigue “vivo” y su legado impulsa a su hijo en la interna contra Cobos, quien no parece estar tan apurado. Ha bajado aún más su perfil, no sólo por la hostilidad que despierta entre los kirchneristas sino, también, por cuestiones más personales.

Duhalde ha anunciado también su candidatura para diciembre.

¿Nada ha cambiado? ¿O sí? El tiempo político pos Kirchner será vertiginoso y muy áspero.