Por Mónica Borgogno
Gabriel García Márquez en una de sus crónicas periodísticas recreaba la falta de agua en un pueblo e ideaba situaciones irrisorias en las que por ejemplo, el protagonista salía hasta el supermercado a comprar una botella de agua mineral o jugo de frutas para afeitarse, porque hacía unas horas que se había cortado el suministro.
Quien ose atisbar un escenario futuro, en materia de energías, podrá imaginar una situación de ese tipo. Pensar en molinos de vientos puede parecer alocado, sí. Sin embargo no es tan así: varias provincias argentinas ya los han adoptado.
Hoy se habla de la importancia de cambiar la matriz energética argentina donde las políticas públicas subsidian mayormente a las fuentes de energías fósiles como el gas, el petróleo, el carbón y no tanto, a los emprendimientos de las renovables como la eólica o solar.
Y el colapso energético es una realidad. Sólo que se convierte en noticia –dicen los militantes del tema–, cuando ocurren apagones en las ciudades o los aumentos en las tarifas eléctricas. Pues es cierto que “la energía está en el centro mismo del problema del cambio climático, ya que no sólo es el sector de mayor emisión de gases de efecto invernadero sino el que genera el más rápido crecimiento de esas emisiones. Contener los daños del cambio climático requerirá de un cambio importante en las fuentes y modos de consumo energético”, tal como explica Vicente Barros, profesor emérito de la Universidad de Buenos Aires e integrante del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC). Enseguida alientan el uso de las fuentes renovables.
El uso de la energía solar en una geografía como la entrerriana, es una punta de solución, así como la biomasa, según aseguran los especialistas. Son apenas una estrategia de las tantas por encarar para frenar el consumo de combustibles fósiles.
EN EL CAMPO. La población rural de Entre Ríos sabe de energía solar. Varios productores son los que ocupan ese tipo de fuente para los boyeros eléctricos, por ejemplo. Esos equipos que suelen encontrarse en los negocios de equipamiento para el sector del campo, se alimentan con baterías de autos y suministra una corriente eléctrica continua, no alterna como la mayoría de los electrodomésticos que se emplean en cualquier hogar. “Hay que adaptar los electrodomésticos, convertirlos a corriente continua”, explicó Andrés Fasano, colaborador del Museo Interactivo de Ciencias que depende de la Universidad Nacional de Entre Ríos y uno de los autores del manual de uso de energía solar y de los talleres para estudiantes y docentes que se hicieron durante 2007, encomendados por la Nación, en Entre Ríos, Corrientes, Córdoba y Chubut. En el marco de esa experiencia, abordaron la generación eléctrica y de calor que permiten los rayos solares y a partir de ahí, enseñaron a los jóvenes y maestros, a hacer sus prototipos de hornos solares.
A través de la construcción de estas cocinas y hornos solares de bajo costo “se realiza un trabajo de concientización en la temática de las energías renovables y en talleres se divulgan las técnicas de construcción y se estudia su uso social en la región”, explicó Fasano. La divulgación del diseño y desarrollo de cocinas solares –vale reseñar– se hizo en el marco de un proyecto de Extensión de la UNER denominado “Divulgación Científica en Apoyo al Desarrollo Social Sustentable” que el Museo Interactivo de Ciencias llevó adelante entre 2003 y 2004.
EN EL MERCADO. Según detalló Fasano, la producción de energía depende de la calidad de los paneles fotovoltaicos, los materiales con que están hechos, la tecnología de su construcción, entre otros factores, pues “una célula fotovoltaica no puede producir una cantidad infinita de energía eléctrica”.
En efecto, el sistema de alimentación solar se compone de un panel fotovoltaico y almacenamiento por baterías, de las que sale corriente continua de 12 ó 24 volts. “Ahora vienen unos aparatos que son osciladores de inversión que sirven para convertir la corriente continua en alterna o de 220 volts”, especificó.
“En la actualidad, hay sistemas let –una nueva alternativa de iluminación de bajo consumo– funcionando en los faroles de algunos automóviles nuevos, televisores, semáforos y peajes, que consumen muy poca energía y funcionan a corriente continua”, ilustró al tiempo que recordó que en la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la UNER, hubo hace unos años, un par de experiencias de aprovechamiento de energía solar en escuelas rurales costeras.
Asimismo, se había llegado a desarrollar un calefón solar de bajo costo adaptado a las necesidades de un comedor escolar de bajos recursos que se instaló en la Escuela Nuestra Señora de Lourdes de Paraná y se motivó y capacitó a un grupo de alumnos de dicho establecimiento para su mantenimiento.
Paneles fotovoltaicos en camino
EN MAYO DE ESTE AÑO tuvo lugar un llamado a licitación nacional para la adquisición de 850 paneles solares destinados a cubrir las necesidades de suministro energético de poblaciones rurales entrerrianas. Se trata de una prueba piloto que se desarrollará en cinco departamentos de la provincia: Victoria, Gualeguay, Islas, Federal y Feliciano, con la intención de acercarles este suministro básico a familias aisladas de la red eléctrica, pero hasta el momento no hay novedades de que esos paneles fotovoltaicos hayan aterrizado en suelo entrerriano. Se estima que recién a fin de este año o comienzos del próximo, pueda llegar a haber noticias al respecto.