El plan B del ex presidente
La Nación
Por Luis Majul. Néstor Kirchner no será candidato a presidente, sino a gobernador de la provincia de Buenos Aires. Lo hará doblegado por las encuestas, que indican que no tiene chances de ganar en segunda vuelta. En cambio, en la provincia que hoy gobierna Daniel Scioli se necesita mayoría simple para ser consagrado gobernador. Así, Kirchner se aferraría a esa ilusión por pura lógica de sobreviviente. Porque Buenos Aires constituiría su último refugio para no ser perseguido por la Justicia y los adversarios políticos a los que humilló. Y porque contaría con una caja no menor, la del Banco Provincia, para seguir seduciendo a los barones del conurbano, a los dirigentes sociales y a los medios que hoy sólo le responden porque es el dueño de la plata del Estado. Es decir: con la única lógica brutal que conoce y practica Kirchner para ejercer el poder.
Todo esto es lo que afirma un ex ministro que lo conoce bien, que lo sufrió y que lo enfrentó, hasta que renunció en el momento que creyó más conveniente para su futuro proyecto político. Hoy es uno de los políticos con mejor imagen en la mayoría de las encuestas. Es más: ya jugó apuestas con importantes dirigentes que espían las cartas de sus adversarios internos porque no saben qué camino tomar. Lo dice sin vueltas: “No le da para presidente, pero le alcanza para gobernador. Te juego lo que quieras”.
El vaticinio de Kirchner candidato a gobernador contiene otro presupuesto: que Cristina Fernández de Kirchner, al final, podría ir por la reelección para administrar la Argentina durante cuatro años más. Este pronóstico no ignora que el ahora diputado nacional lanzó la idea de su propia candidatura presidencial para mantener contenida a la tropa y lograr que su esposa retenga el poder hasta el último día del mandato, que termina en diciembre del año que viene. Tampoco minimiza el hecho de que, a poco de lanzar la movida Kirchner 2011, él mismo se enamoró de la idea y que todavía lucha por alcanzar la cifra mágica del 40 por ciento para ganar en primera vuelta. Sin embargo, el kirchnerólogo explica: “Néstor no come vidrio. No me lo imagino compitiendo para presidente y perdiéndolo todo. Además, ahora Cristina tiene dos argumentos de peso: que ella está mejor en las encuestas y que su marido correría un enorme riesgo si se somete otra vez al estrés presidencial”.
El ex ministro sabe que Cristina hará, después de todo, lo que determine su marido, porque es su jefe político desde que eran novios y porque casi nunca se atrevió a desobedecerlo. La única vez que no acató su directiva fue durante el día de furia en que Kirchner le ordenó que renunciara a la primera magistratura, después de perder la pelea con el campo debido al voto no positivo del vicepresidente Julio Cobos. “El sigue siendo el jefe político, pero algo cambió entre ellos dos después del último episodio con su salud”, sostiene, misterioso, el dirigente, con las encuestas en la mano.
La fuente suele tener más y mejor información que la que aparece casi todos los días en los diarios. Por ejemplo, sobre el último reto en público de Kirchner a Scioli, no comparte la mirada lineal de la mayoría. El acepta que el gobernador, luego del episodio, subió en la consideración de la sociedad como un hombre que resiste los embates de la furia de Néstor, pero supone que Kirchner lo hizo para disciplinar a la tropa de intendentes díscolos y lanzarle un ultimátum oportuno a un hombre en el que no confía. Puesto que el día en que lo desafió a que le dijera a la gente quién le ataba las manos, el presidente de la Unasur había recibido un informe con la distribución de publicidad oficial de la provincia de Buenos Aires a los principales medios de comunicación. Así se enteró de que su archienemigo, el Grupo Clarín, recibía demasiada publicidad oficial para su gusto. En la lógica binaria k, lo que hacía Scioli no se calificaba de diferenciación sino de traición, lisa y llana. “Digan lo que digan off the record, fue una tremenda advertencia para cualquiera que amague con sacar los pies del plato. Después del reto, muchos intendentes llamaron a Néstor para confirmarle que estaban con él”, agregó.
De hecho, la ira de Kirchner contra Scioli todavía no se apaciguó. Y ya hay ministros del gabinete nacional que adelantan que Cristina Kirchner, a partir de noviembre, le dejará de enviar los 300 millones de dólares que necesita la provincia para pagar los sueldos de la administración pública todos los meses.
Para el ex ministro -quien se jacta de haber ganado una apuesta similar cuando jugó a un grupo de periodistas que sería Cristina y no Néstor la candidata a presidenta para las elecciones de 2007- el plan B de Néstor gobernador no sólo estaría indicando la admisión de que el kirchnerismo será derrotado a nivel nacional. También estaría prenunciando la derrota del peronismo disidente y el eventual triunfo del candidato que surja de la competencia entre Julio Cobos y Ricardo Alfonsín.
Es decir, el regreso de una fuerte ola de rechazo por la manera prepotente que tiene el justicialismo para ejercer el poder, por sobre las dudas que provoca que asuma un candidato del partido cuyos dos últimos presidentes no pudieron terminar su mandato.