Por Ernesto Rey, VICEDECANO DE LA FACULTAD DE CIENCIAS ECONOMICAS DE LA UBA. MIEMBRO DE ACDE Y IAEFF Y COORDINADORA DE TRANSPARENCIA DE CIPPEC
Si en un determinado país un empresario invirtió 100.000 $ a principios de año y al cierre de ese año gana 20.000 $ sobre ese capital invertido, ¿podría afirmarse que ganó realmente el 20% cualquiera sea el índice de inflación que tuvo dicho país? Ningún directorio responsable podría aprobar la distribución de dividendos en efectivo entre los accionistas con la tranquilidad de no estar, de ese modo, descapitalizando la empresa.
La mayor preocupación del empresario y emprendedor de cualquier país del mundo no radica en distribuir o no parte sus ganancias, sino en evitar tener pérdidas o perder su capital . Es una realidad indiscutible que muchos empresarios nunca ganaron tanto como en estos 7 años. Lo que esta realidad confirma es que la tasa de ganancia que exige un empresario para invertir está en directa relación al riesgo que asume. Más que un motivo de orgullo, debería ser una preocupación de nuestra dirigencia investigar los motivos por los que una inversión en Argentina sigue demandando una rentabilidad extraordinaria con relación a países con números fiscales y de endeudamiento sustancialmente peores al nuestro.
Esta realidad se experimenta no exclusivamente en la utilidad de las empresas productoras o de servicios, sino en el costo de endeudamiento del Gobierno cuando comparamos con países del mundo que obtienen fondos a tasas no superiores al 5% anual.
La contrapartida de un capital más caro es un salario más barato . Vivimos en un país que tiene más de cincuenta años en los que el Estado ha sido el principal responsable de la pérdida de patrimonios y vidas de personas, y en los que, básicamente, a buena parte de la clase dirigente, y no sólo a la dirigencia política, le cabe una responsabilidad superior que al ciudadano común. Esto, es justo decirlo, no es exclusiva ni única responsabilidad del Gobierno actual.
Discutir la distribución de ganancias cuando no se ajustan los balances por inflación termina siendo una discusión sobre cómo distribuir el capital.
A diferencia del pasado, se suma un problema más a la discusión sobre la medición del resultado de las empresas. El problema consiste en la selección de qué índice tomar en la improbable situación que se permitieran ajustar los valores históricos . La dirigencia empresarial, aprendiendo de la dirigencia sindical, debe plantear la discusión en el terreno que le conviene, y este terreno no es discutir si le parece bien o mal distribuir parte de lo que gana. Aceptar distribuir parte de las utilidades es un acto de justicia propio de una sociedad responsable y moderna, pero deberá plantearse una profunda discusión previa sobre la medición de resultados , que que ayude al asalariado, en lugar de encarecerle el precio de conseguir empleo.