Mariano Aguilar, DIRECTOR EJECUTIVO DE LA ASOCIACION ARGENTINA DE ABOGADOS AMBIENTALISTAS
La Corte Suprema de Justicia la Nación ha emitido un fallo realmente novedoso, valiente y con alto voltaje disciplinario . Acaba de multar a través del doctor Armella -titular del Juzgado Federal de Quilmes, Juez de Primera Instancia encargado de cumplimentar la ejecución de la recomposición y el saneamiento de la cuenca Matanza Riachuelo- al doctor Homero Bibiloni, Secretario de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación.
La multa se debe a haber incumplido órdenes destinadas al saneamiento de dicha cuenca . Los incumplimientos radican en no haber puesto en marcha un sistema internacional de medición de contaminación (un mecanismo de información pública) y en omitir las pautas fijadas sobre el origen de la contaminación industrial y del saneamiento de los basurales.
Esta medida judicial debe ser entendida como un acto importante ya que pone en un lugar superlativo al ambiente, relegado de la agenda nacional, luego de lo ocurrido en Gualeguaychú respecto de las marchas con cortes en la comunicación con la República hermana del Uruguay (Gualeguaychú - Fray Bentos), ocasionadas por el tema Botnia, hoy todavía sin una resolución satisfactoria.
Por otro lado, este fallo del 31 de agosto, en el que el juez Armella sanciona pecuniariamente al Secretario de Ambiente de la Nación, representante máximo del cuidado del ambiente en la República desde el Poder Ejecutivo, cobra valor por tratar de poner en el lugar que corresponde al ambiente, olvidado en la agenda política de este Gobierno, y por hacer respetar el imperio de la Justicia, más allá de amenazas, advertencias y cuestionamientos efectuados desde el Ejecutivo al Poder Judicial a lo largo de esta etapa del Gobierno.
La valentía de Armella, con apoyo indeclinable de la Suprema Corte de Justicia, resulta hoy una suerte de aire fresco y también un acto de independencia de valores del Poder Judicial sobre el Ejecutivo , que no sólo sirve para revalorizar el ambiente, sino para mostrar de pie a la Justicia, a pesar de las embestidas ignominiosas recibidas desde el poder gobernante.