Alieto Aldo Guadagni-Ex Secretario de Energía de la Nación
Argentina y Brasil tienen distintas políticas energéticas; la nación vecina aumenta su producción de petróleo y gas incentivando la exploración en busca de más reservas, aplicando el modelo del capitalismo competitivo consagrado en su reforma constitucional de 1995 que abolió el monopolio estatal de Petrobras, mientras que nosotros no hemos definido un buen modelo que estimule la exploración y aumente la producción. En el 2000, Brasil producía 55% más petróleo que nosotros, ahora un 200% más; esto se explica por el incremento del 60% en su producción, pero también por la caída del 18% en la nuestra. Estas diferencias reflejan las diferencias en el esfuerzo exploratorio. Mientras las reservas petroleras crecen en Brasil 52% en esta década, las nuestras caen 17%. Por este motivo, las reservas de Brasil en el 2000 eran 2,8 veces mayores que las nuestras y ahora son 5,2 veces superiores. Un proceso similar se da con el gas, la producción brasileña se incrementa 59% en esta década, mientras la nuestra cae un 8% desde el 2004. Al mismo tiempo las reservas brasileñas trepan 64% mientras las nuestras caen a menos de la mitad. En el 2000 nuestras reservas de gas eran 3,5 veces mayores a las brasileñas, mientras que este año, por vez primera, serán mayores las de nuestro vecino. Hoy las reservas de gas cubren en Brasil más de 30 años de consumo, mientras que las nuestras cubren apenas 8. Esto no es bueno para un país como el nuestro fuertemente dependiente del gas; en el mundo el gas es la cuarta parte de la matriz energética y en Brasil apenas el 10%. En Argentina satisface nada menos que la mitad del consumo total energético.
La explicación de la distinta evolución en esta década de la actividad energética reside en la sustancial diferencia en las políticas implementadas, la nuestra propia del “capitalismo de amigos” y la brasileña de un “capitalismo competitivo” más una empresa petrolera pública, pero con accionistas privados y administración profesional. Nuestro modelo fracasa porque no alienta inversiones exploratorias que creen rentas genuinas sino que apunta a la captura de rentas preexistentes. Las 14 provincias petroleras han otorgado en los últimos años más de 140 nuevas concesiones a inversores privados, en algunos casos con procedimientos dudosos. El caso más notorio fue la adjudicación de 14 áreas de más de 7 millones de hectáreas otorgadas por la Provincia de Santa Cruz a fines del 2006, cuando todas las áreas fueron otorgadas a empresarios amigos del poder político, después de haber descalificado a todos los competidores, incluso empresas de primera línea radicadas en Argentina. Parte de nuestro retroceso también está vinculado al creciente desinterés en exploración de la empresa líder; en el 2005 se hicieron en todo el país 55 pozos exploratorios de los cuales YPF hizo 14. El año pasado YPF (ahora con socios argentinos) hizo apenas uno, esta reducción explica porque la exploración total cayó en el 2009 a apenas 42 pozos. La caída en la producción en YPF es desde el 2005 mayor a la caída de todo el sector. Desde el 2005 la producción petrolera cae 10% y la de YPF cae el 25%; en gas ocurre lo mismo, la producción en todo el país cae 11% pero la de YPF se reduce nada menos que 29%. Lo paradójico es que cae drásticamente la producción de la única empresa petrolera donde el estado nacional participa de su directorio. Brasil está recogiendo hoy los frutos de una sensata política iniciada por Fernando H. Cardoso y continuada por Lula; todo comenzó con la reforma de la Constitución que en 1995 abolió el antiguo monopolio estatal de Petrobras y puso en marcha el capitalismo competitivo. En 1997 se aprueba la Ley del Petróleo, que le otorga a la Agencia Nacional del Petróleo (ANP) el dominio sobre todos los hidrocarburos en tierra y mar; a partir de 1999 la ANP licita anualmente áreas para ser exploradas y explotadas por inversores privados, licitaciones en las cuales también participa Petrobras. Hasta 2008 se habían realizado 10 licitaciones (por 133 millones de has), con activa participación de empresas mundiales de primera línea como ENI, StateOil, Shell, BP, Exxon, Repsol, Galp, Amerada Hess y desde ya Petrobras. Las áreas se adjudican por la ANP teniendo en cuenta el programa exploratorio y los pagos comprometidos por los concesionarios privados a favor del gobierno nacional. Por eso no corresponde decir que Brasil “encontró petróleo” sino que “buscó petróleo”; un ejemplo a imitar sin demoras para recuperar el autoabastecimiento energético que perdimos.