La Nación
Yukiya Amano
Para LA NACION
En mayo, se reunirán en Nueva York representantes de 189 países, entre ellos la Argentina, en ocasión de la conferencia de examen del Tratado sobre la No Proliferación de las Armas Nucleares (TNP). Se trata de un acuerdo histórico, cuyo objetivo es prevenir la propagación de las armas nucleares, fomentar la cooperación en la utilización pacífica de la energía nuclear y promover el objetivo del desarme nuclear.
Vivimos en una época en la que es probable que el uso global de la energía nuclear con fines pacíficos se incremente significativamente. Paralelamente, el mundo también se enfrenta a un riesgo creciente de propagación de las armas nucleares. Por consiguiente, es muy importante que la conferencia de examen del TNP consiga fortalecer el régimen mundial de no proliferación.
América latina tiene mucho que enseñarle al resto del mundo en esta materia. Los 33 países de América latina y el Caribe forman parte del Tratado de Tlatelolco, que estableció la primera zona libre de armas nucleares del mundo en una región densamente poblada incluso antes de la entrada en vigor del TNP. En este Tratado, que ya lleva cuarenta años en vigor, se inspiraron cuatro tratados similares en Africa, Asia Central, el sudeste de Asia y el Pacífico Sur. Casi dos tercios de los países del mundo pertenecen ahora a zonas libres de armas nucleares.
América latina ha marcado el rumbo y ha mantenido esta posición durante años de trabajosas negociaciones. En 1991, la Argentina y Brasil superaron un legado de mutua desconfianza al acordar el uso exclusivamente pacífico de la energía nuclear. Para eso, crearon un organismo conjunto, la Agencia Brasileño-Argentina de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares (Abacc), con el fin de cooperar con el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) en la verificación de que los materiales nucleares en poder de ambos países no se desvíen hacia la fabricación de armas nucleares. No es exagerado decir que eso ayudó de manera decisiva a prevenir la carrera de armas nucleares en América latina.
Lamentablemente, nos enfrentamos con inquietantes desafíos en materia de no proliferación en otras partes del mundo.
En el caso de Irán, si bien continua verificando la no desviación del material declarado, el OIEA no puede confirmar que todo el material nuclear de ese país sea utilizado con fines pacíficos, porque Irán no ha cooperado con el Organismo en la medida necesaria. El programa nuclear de Corea del Norte sigue generando gran preocupación en la comunidad internacional. La falta de cooperación de Siria, desde junio de 2008, ha impedido que el OIEA pueda determinar en forma fehaciente si la instalación destruida en un ataque por Israel albergaba un reactor nuclear.
Frente a esta situación, se plantea el interrogante de qué hacer en el plano concreto para fortalecer las medidas internacionales de no proliferación.
El primer paso debe ser que todos los Estados partes del TNP pongan en vigor y apliquen plenamente acuerdos de salvaguardias amplias con el OIEA, para que nuestros inspectores puedan verificar que todos los materiales nucleares declarados en su poder se utilizan exclusivamente con fines pacíficos. Veintidós países todavía no cuentan con acuerdos de salvaguardias.
En segundo lugar, exhorto a todos los países a concluir y aplicar el denominado protocolo adicional a sus acuerdos de salvaguardias amplias con el Organismo. Este instrumento, que se introdujo tras la guerra de Irak, mejora considerablemente la capacidad de verificación del OIEA, al proporcionarnos mayor acceso a la información y los emplazamientos de las instalaciones nucleares relevantes. A través de este instrumento, podemos ofrecer garantías creíbles, no sólo de que el material nuclear declarado no se desvía a fines militares, sino también de que no existen materiales y actividades nucleares no declarados.
Actualmente existen ya protocolos adicionales en vigor, en 95 Estados. Confío en que otros países sigan este ejemplo.
En tercer lugar, todos los países deben fortalecer la seguridad de los materiales nucleares y radiactivos para garantizar que no caigan en manos de terroristas. El OIEA mantiene una base de datos de casos de tráfico ilícito, o de intento de tráfico, de esos materiales, que indica que todavía hay demasiadas fallas de seguridad en el mundo. Dentro de unos días, asistiré a la Cumbre de Seguridad Nuclear en Washington, auspiciada por el presidente Obama, a la que también asistirán la presidenta Cristina Kirchner y otros cuarenta jefes de Estado y de gobierno. Confío en que la Cumbre generará el impulso adicional necesario para reforzar la seguridad nuclear.
Por último, para lograr todo esto es preciso fortalecer el propio OIEA. El Organismo debería recibir recursos suficientes para poder cumplir de forma adecuada con sus responsabilidades de salvaguardias, particularmente al utilizar con mayor frecuencia y eficiencia las tecnologías más avanzadas. El Organismo ha encarado una importante modernización de sus propios laboratorios en Austria, incluidos tecnologías y equipos que nos permiten el análisis fidedigno aun de las más minúsculas partículas de material recogidas por nuestros inspectores nucleares.
Me siento orgulloso de los conocimientos técnicos, de la objetividad y de la imparcialidad del personal del Organismo. El OIEA no especula: informa sobre la base de hechos y emite opiniones objetivas basadas en esos hechos.
Sin embargo, es limitado lo que el Organismo puede hacer por sí solo para hacer frente a las crecientes inquietudes sobre la propagación de las armas nucleares. El OIEA no es un cuerpo de policía mundial que puede imponer su presencia en los países o en las instalaciones nucleares. No es así como funciona y se aplica el derecho internacional.
Traigo a la Argentina un mensaje de gratitud y de reconocimiento por el valioso apoyo que este país siempre ha dado al Organismo y al régimen de no proliferación.
Como nacional de Japón, el único país que ha experimentado el horror de las explosiones nucleares, soy un vehemente opositor de las armas nucleares. El poder destructivo de estas armas supera nuestra imaginación. Tengo la viva esperanza de que la Conferencia de examen del TNP en mayo próximo pueda generar un progreso tangible tanto en el ámbito del desarme como en el de la no proliferación nuclear y contribuya así a hacer del mundo un lugar más seguro para todos. LA NACION
El autor es director general de la OIEA