Clarín
Por: Silvia Naishtat
En plena celebración del Bicentenario los historiadores recuerdan que hasta el siglo XIX, la sal era tan estratégica que determinaba la importancia de las regiones. Se libraban guerras por este condimento y se crearon colonias en lugares remotos con yacimientos.
En los siglos XVII y XVIII, los británicos, alemanes, suecos y daneses se embarcaron en una búsqueda sin cuartel de territorios que tuvieran sal. En el Caribe, las islas de Tortuga y Boa Vista llegaron a poseer el peso que hoy ostenta el Golfo Pérsico y sus reservas de petróleo. Los impuestos sobre la sal fueron la chispa que encendió tanto la Independencia de EE. UU. como la Revolución Francesa.
Esto sucedía, porque la sal era clave para la preservación de los alimentos, antes de la llegada de la electricidad y los sistemas de refrigeración. Es que el cloruro de sodio remueve el agua y crea un entorno inhóspito para las bacterias.
Hoy el petróleo tiene aquel status y eso explica el interés inglés por encontrar hidrocarburos en las Malvinas. Días atrás se realizó en Buenos Aires un Simposio Internacional sobre la Seguridad Energética. Allí los expertos discutieron sobre su agotamiento y los desafíos que vienen.
Víctor Bronstein, director de ASPO (Assotiation for the Study of Peak Oil), señaló: "Nuestra civilización actual, con su confort, su bullicio y su proceso globalizador se nutre de tres formas de energía: alimentos, electricidad y petróleo. Tenemos varias opciones alimentarias y distintas fuentes energéticas para producir electricidad, pero todavía el petróleo es único e irreemplazable". El petróleo participa con el 35% en la matriz energética mundial, aunque el 95% del transporte se mueve en base a derivados del petróleo.
Las proyecciones del incremento de la demanda mundial de petróleo mencionan que se pasará de los 86 millones de barriles por día actuales a los 103 millones de barriles diarios en 2015 y se habla de 119 millones de barriles en 2025. Bronstein apunta que en 2030 el crecimiento de la demanda requerirá "descubrir y poner en producción otros 60 millones de barriles diarios que no se sabe de dónde saldrán". ¿Hará falta descubrir otra América?