La Nación - Fernando Laborda
Hasta no hace muchos días, el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, afirmaba que "el fútbol tiene que arreglar sus problemas con el fútbol, no con el Gobierno". También fue días atrás contundente respecto de los tarifazos en la luz y el gas: "El que tiene que pagar, que pague; este es un tema definido". Hoy, sabemos que el Estado nacional está a punto de asociarse con la AFA en el negocio del fútbol y que se han suspendido los aumentos tarifarios antes de que volvieran los tan temidos cacerolazos.
La anécdota de que la presidenta Cristina Kirchner le ordenó a Julio De Vido que se hiciera algo frente a los tarifazos después de que su secretario, Isidro, le mostrase una factura de luz de un familiar con un aumento sideral, da cuenta de dos cosas. La primera es que la mandataria sigue preocupada por evitar que su imagen positiva siga cayendo en la población. La segunda es una creciente incapacidad para predecir los movimientos de la opinión pública.
Hasta el momento de la suspensión de los tarifazos, los manotazos de ahogado del Gobierno fueron evidentes. A tal punto que el Ente Nacional Regulador del Gas (Enargas) había emitido una orden a las empresas distribuidoras para "apreciar cualquier situación singular de índole socioeconómica o humanitaria que amerite el análisis para la contemplación de la exclusión" del pago del desmesurado cargo adicional establecido por el Gobierno. Como si las empresas debieran ocuparse de tareas propias del Estado.
Como habitualmente ocurre desde tiempos remotos, sólo la pasión por el fútbol permite tapar por un tiempo las desgracias de los gobiernos. En una reconocida consultora de opinión pública, sus directores discutieron ayer, sin ponerse de acuerdo, cómo sondear entre eventuales encuestados su posición ante el virtual convenio entre el Gobierno y Julio Grondona. ¿Cuántos podrán afirmar que no les gustaría ver fútbol gratis y por televisión abierta? Pocos, probablemente. ¿Pero cuántos, a la vez, estarán de acuerdo en que el Estado gaste 600 millones de pesos por año con los actuales niveles de pobreza? Lo cierto es que los argentinos somos muy afectos a participar de una fiesta y sólo a su término nos preguntamos cómo pagarla.
"Si los Kirchner piensan que dando los partidos gratis por televisión van a cambiar su destino, me atrevo a decir que están equivocados", arriesga el sociólogo Eduardo Fidanza. Mientras no se reviertan componentes contraproducentes del Gobierno, como la elevada tendencia a negar datos de la realidad y el empleo de tácticas vinculadas con el resentimiento hacia diversos sectores, no será sencillo que reviertan su actual situación, concluye el analista.
Claro que hay dos factores que podrían darle aire a la irresponsabilidad kirchnerista: una situación económica internacional más favorable a la Argentina, con un elevado precio de la soja incluido, y la mediocridad de una oposición que, al menos hasta ahora no consigue superar sus celos y malquerencias.