Misiones Online - Carlos Andrés Ortíz, ex Docente – Investigador Facultad de Ciencias Económicas (UN
Es bien conocido pero tal vez hoy olvidado por muchos, que Argentina se encuentra inmersa en la mayor crisis energética de nuestra historia. Es la primera vez que afrontamos una crisis energética integral de tan profunda magnitud y de tan grande espectro, pues abarca a todos los ámbitos que componen el vasto Sector Energético.
Tanto lo referente a los hidrocarburos (yacimientos comprobados, producción y proyecciones futuras), como el procesamiento de los mismos (refinerías), el transporte por ductos, la generación de energía eléctrica y el sistema de transmisión en alta y media tensión, están en una situación sumamente delicada, que se agrava por el simple transcurso del tiempo y la carencia de medidas concretas de acción bien planificadas y en las colosales magnitudes requeridas. Si bien en mérito a la verdad, cabe entender que desde 2006 se adoptaron varias medidas en la orientación correcta, pero que resultan insuficientes en el contexto general.
La situación tiene tintes mucho más severos, ante la muy limitada capacidad de maniobra y de acción del Estado Nacional, a consecuencia de las “privatizaciones” (eufemismo que en realidad significó “extranjerizaciones” masivas, a precios viles y condiciones leoninas perjudiciales al Estado Argentino), agravado por el cierre intempestivo o el achicamiento (según los casos) de valiosos entes tecnológicos, como Agua y Energía Eléctrica, las Direcciones de Energía de casi todas las provincias, y otros. Agravó sobremanera el cuadro de situación la reforma constitucional de 1994, concebida en un marco de extrema corruptela generalizada, y que en lo energético además de servir de marco a las políticas de crudo corte neoliberal instrumentadas en la década larga del 1989 al 2001, fragmentó el poder real de negociación del Estado, bajo la falsa apariencia del federalismo, que en realidad produce y fomenta ridículas rivalidades entre las provincias a la hora de negociar contratos de exploración y explotación de hidrocarburos, y torna ilusorios los poderes de negociación y de posteriores contralores, de las débiles provincias frente a los grandes colosos transnacionales que dominan el mercado hidrocarburífero mundial.
¡Somos la única república sudamericana con hidrocarburos que no posee una empresa petrolera y gasífera estatal! Hasta Uruguay y Chile, que no poseen hidrocarburos, tienen sus empresas petroleras estatales. Queda en claro que ENARSA no suple ni remotamente esa carencia. Eso nos deja en una situación de notable debilidad estratégica.
Por otra parte, resulta notorio el desinterés de las empresas extranjeras en invertir en tareas de exploración, dedicando el grueso de sus esfuerzos al “ordeñe” fácil y barato de las importantes reservas de petróleo y gas que supimos tener, a consecuencia del positivo accionar de la YPF estatal; realidad enorme que “especialistas energéticos” a destajo y a comisión de intereses foráneos, comunicadores sociales mercenarios, y políticos corruptos, se encargaron de tapar bajo montañas de palabreríos falsos y estadísticas “hechas a medida”.
Por otra parte, la falta de cumplimiento de inversiones contractualmente obligatorias, por parte de los “privados” (en muchos casos estatales extranjeras), en exploración, en nuevas refinerías de petróleo, así como en diversas áreas cruciales de generación y transmisión de energía eléctrica, acumularon cuantiosos montos de desinversiones (o de inversiones no concretadas), conformaron un cuadro de situación general extremadamente crítico, que eclosionó en 2006.
Para completar el conjunto de medidas extremadamente negativas adoptadas desde 1976, y notablemente agudizadas y agravadas desde 1989, se paralizaron totalmente los planes de construcciones de nuevas usinas hidroeléctricas, y se paralizó el Plan Nuclear Nacional (esto ya desde el alfonsinato); incluso con aviesas intenciones de desarticular totalmente el Sector Nuclear Argentino, verdadero “diamante de la corona” del desarrollo tecnológico argentino; proceso de desguace afortunadamente no concretado, al cual apoyaron por acción u omisión varios “especialistas”, como Montamat, Lapeña, Guadagni, y otros, pero sobre todo el “cavallista” Carlos Bastos (ninguno de ellos predijo la crisis aún cuando estaba “cantada” desde el 2000 e incluso antes); pero curiosamente se transformaron en “críticos” del desmadre energético que ellos mismos prohijaron. Es como el caso del Ing. Jorge Castro, activo promotor de la dolarización total de la economía argentina durante el menemato, hoy trasvestido curiosamente en “analista internacional” (¿acaso eso es un título académico?), que hoy desde un diario de gran tirada suma sus aportes a las confusiones conceptuales, ¡pero eso sí, teñidas de seudo academicismo! Uno de los métodos usuales de acción psicológica de los personeros del neoliberalismo, que intenta volver a adueñarse totalmente del poder formal y real, en Argentina.
Las parálisis hidroeléctrica y atómica, llevaron a la matriz energética argentina a un altísimo y peligroso grado de dependencia respecto al petróleo y al gas natural, superior al 90 % (solo el 10 % de la energía consumida en Argentina no depende de esos hidrocarburos).
Y como apoyatura externa y grupos de choque, para favorecer ese proceso de destrucción sistemática del Sector Energético Argentino, operan con fuertes presupuestos y como bien pertrechados “batallones de choque”, las transnacionales de la ecología (Greenpeace, WWF y su “filial argentina” FVS, y alguna otra) “dando letra” a la pléyade de sellos de goma y perejiles dóciles del ultra ecologismo cavernario que se multiplicó por toda Argentina, sobre todo desde las gestiones de María Julia Alsogaray y su “mano derecha” de esos años, un conocido “político todoterreno”.
No parece casual que ambas transnacionales de la ecolatría, al igual que otras de tipo ultra indigenista, de “derechos humanos”, etc.; hayan sido creadas y sean financiadas por Gran Bretaña y varias Fundaciones anglosajonas de corte ultra globalizante, así como esponsoreadas por petroleras como Shell, tal como fue indicado por diversos estudiosos de geopolítica y relaciones internacionales, y como los hechos permiten afirmar con muy alto grado de veracidad.
Es una situación sin duda muy complicada de una temática muy compleja y llena de tecnicismos que el común de la gente lógicamente desconoce; y que lamentablemente la dirigencia –usualmente muy mal asesorada- muchas veces parece ignorar por completo.
En ese contexto la carencia de planificación a mediano y largo plazo, la falta de entes técnicos que operen a niveles de excelencia y con suficiente masa crítica de científicos y profesionales; se suele suplir burdamente con burdas improvisaciones, con acciones espasmódicas muchas veces contradictorias, y peor aún, con acciones audaces de ecologistas y políticos oportunistas, a los que solo parece interesarles el rédito político o las ventajas personales, en el egoísta marco de la inmediatez, sin ninguna proyección de futuro, y menos sin el más elemental patriotismo.
En el siguiente artículo se analizarán brevemente las líneas básicas de acción que deben tomarse para revertir la crisis energética, de forma tal que el Sector Energético vuelva a ser el sólido basamento del desarrollo socio económico argentino.