Como dijo John F. Kennedy, “la victoria tiene cien padres, pero la derrota es huérfana”. Será por eso que el gobierno nacional parece dispuesto a endosarle a las empresas, todo lo que pueda, el costo político y social de los ajustes de tarifas de electricidad y gas.

Para ello, todo vale: desde insinuar ante la opinión pública que las eléctricas calcularon mal los aumentos de fines del año pasado a impedirles emitir las facturas de mayor consumo.

Acosado por la imposibilidad de unos y la indignación de otros y ante la evidencia de que los fallos judiciales en cadena han transformado este ajuste tarifario en un rompedero de cabezas, el viernes por la tarde del equipo de Julio De Vido y Daniel Cameron fue un devenir para el manual del kirchnerismo ilustrado. Con funcionarios y asesores entregados a la doble tarea de despotricar contra las eléctricas y advertir a las gasíferas.

Así, mientras salía a pegarle a Edesur, Edenor y compañía, los teléfonos sonaban en las gasíferas. El mensaje: el ENARGAS vería con agrado la publicación del respaldo de las distribuidoras al régimen tarifario. La solicitada de ADIGAS este domingo no se hizo esperar.

Pero ya que el gobierno salió a demonizar a las privadas, cualquier pacto de lealtad es efímero. Por eso no extraña que hayan filtrado a los medios facturas tipos con datos irrebatibles: en las tarifas de electricidad, la carga impositiva es del 45%, en las de gas, del 65%.

¿Qué faltaba para hacer de esto un enredo K puro y duro?. La amenaza de hacer caer las concesiones. Otra vez sopa, decían ayer atribulados ejecutivos en los dos segmentos cuestionados. Después de haber pasado por las recordadas audiencias de los entes, los cambios en las regulaciones, las presentaciones ante la UNIREN, los juicios ante el CIADI, etc, etc. lo que faltaba era un desenlace así.Mientras se suceden fallos, amparos, sesiones en el congreso, consejos de expertos en consumo, las oficinas comerciales de las distribuidoras comienzan a parecerse al pandemonium mismo. Algo es claro, al que le cayó un tarifazo no le importa ni cuanto tiempo estuvo congelada la tarifa ni qué precio tiene el millón de BTU en Neuquén y en Bolivia.

“Decime que no es cierto”, podrían decir consumidores y empresarios de servicios públicos al unísono.

Como decía un empresario español de una de las “privatizadas” en los ’90: “Brindar servicios públicos en Argentina no es difícil, pero se te va la vida es en administrar las crisis”.