Clarin- Jorge Castro
Economía en recesión. La crisis fiscal y el precio del petróleo derivan en merma de apoyo popular. El presidente Chávez reacciona con desmesura.
Hugo Chávez enfrenta la crisis interna, de raíz fiscal, provocada por la caída del precio del petróleo, con una ofensiva generalizada, tanto en Venezuela como en el ámbito internacional.
La economía venezolana se encuentra sumergida en una profunda recesión, con una contracción de 5% en el año. El costo de los alimentos aumenta en gran escala; sólo en 2008, la canasta básica trepó 41.3%. La inflación alcanzó 30% anual y los salarios reales disminuyen en una proporción similar. PDVSA (Petróleos de Venezuela S.A.), principal financiadora de los programas sociales o "Misiones", disminuyó sus transferencias en más de 70% en un año (de 7.100 a 2.700 millones de dólares). Este drástico recorte ha obligado a cerrar varios programas sociales y a eliminar muchas de sus prestaciones. El gasto público asciende a 70.000 millones de dólares. Para sostenerlo, Venezuela necesita vender su petróleo -del que depende el 80% de los ingresos fiscales- a no menos de 90 dólares el barril. Ahora está en 72 dólares en el mercado mundial; y llegó a 147 dólares en julio de 2008. El petróleo venezolano sufre un descuento de 10 dólares en el mercado internacional, por su carácter pesado y sulfuroso, que requiere un proceso especial de refinación, sólo disponible en Estados Unidos. A ese precio, hay que descontarle la tasa de inflación (30% anual): PDVSA percibe no más de 40 dólares por barril. Por eso se generalizan las huelgas y disminuye la popularidad de Chávez. En marzo, fueron 113 los paros, y el apoyo al presidente cayó a 52% en julio (62% en febrero). La base popular de Chávez tiende a desmovilizarse.
La crisis coloca al mandatario en una situación de defensiva estratégica; y responde a ella, como otras veces en los últimos 10 años, con una ofensiva generalizada: advierte que la utilización de bases militares colombianas por EE. UU. otorga carácter inminente a una "guerra" regional y acosa a los medios de comunicación y a la oposición, mientras nacionaliza empresas de electricidad, telecomunicaciones, cemento, agrícolas y de producción/distribución de alimentos (arroz y café).
Venezuela es hoy más "petroestado" de lo que era en 1998. Las exportaciones petroleras eran 64% del total; hoy son 92%. Los "petroestados" se caracterizan por su naturaleza rentística y su debilidad institucional. La desmovilización de los sectores populares coloca en primer plano la otra fuente del poder de Chávez: el Ejército.
Cuando se produjo el golpe del 11 al 14 de abril de 2002, todo dependió de la institución castrense, tanto su derrocamiento como su reinstalación en el poder.
La crisis en América del Sur se extiende y profundiza, mientras se recupera la economía mundial y concluye la crisis global desatada en septiembre de 2008. Esta recuperación es al mismo tiempo una reestructuración profunda del sistema de poder internacional, alrededor del eje EE.UU./China. En América Latina, y sobre todo en América del Sur, esta reestructuración sigue las líneas de fractura surgidas de dos crisis: Honduras (mediación internacional de Oscar Arias y el Departamento de Estado); y Colombia (bases militares utilizadas por EE. UU. y relación de las FARC con Chávez y Correa).
En las dos crisis hay una participación directa del gobierno de Barack Obama. La recuperación de la economía norteamericana -crece 2.5% / 3% anual en el tercer trimestre- consolida el liderazgo de Obama y su papel mundial. El "Imperio yankee" es hoy, y en los próximos 4/8 años, Barack Obama. La reestructuración del poder mundial profundiza las fracturas de cada país o región. Es la forma de insertarse en la nueva estructura de poder internacional. Las líneas de fractura en América del Sur tienden a adquirir carácter irreversible.