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LAS OPINIONES DEL FIN DE SEMANA: COBOS, LOUSTEAU, PAGNI, MANFRONI, OÑA, VENTURA, ESPERT, LAGOS, VAN DER KOOY
10/03/2009

Los errores que aún nadie enmendó

La Nación, Buenos Aires (www.lanacion.com)
Martín Lousteau
Hace un año fui protagonista de una resolución que se transformaría en emblema de un conflicto más profundo y que perdura: la insatisfacción del campo con la política agropecuaria kirchnerista.

La 125 establecía un sistema de retenciones móviles para soja, girasol, trigo y maíz, con el objetivo de adecuar el arancel de exportación al nivel de los precios internacionales y establecer incentivos diferenciales para su producción. Para comprender su espíritu es útil distinguir el componente de la movilidad de las alícuotas efectivas.

La primera tenía por objeto morigerar el impacto de la variabilidad de las commodities sobre los precios domésticos. La crisis financiera internacional se había desatado en agosto de 2007 y había iniciado un período de gran volatilidad que amenazaba con trasladarse al precio de las commodities . La realidad se encargó de demostrar que los riesgos que percibíamos en el Ministerio de Economía eran reales: la soja, por ejemplo, cuyo valor entonces era de US$ 540 por tonelada, superó los US$ 600 para luego desplomarse a la mitad.

La movilidad también pretendía generar mayor certidumbre y justicia distributiva. Si por la suba de precios un productor lograba una superrenta, también debía ser "súper" su contribución; por el contrario, ante un empeoramiento, su aporte debía reducirse. Así, a los precios actuales, la resolución 125 conllevaría una baja de entre 11% y 25% en el nivel de retenciones respecto del previamente vigente, sin considerar compensaciones por tamaño o fletes.

Idealmente, la resolución tendría que haberse aplicado a partir del nivel de alícuotas preexistentes, dejando que la movilidad jugara luego su rol. En lugar de ello, y dada la muy rentable soja próxima a cosecharse (su precio se había incrementado en 70% en los 6 meses previos), la inesperada suba de su retención a 44% suscitó el malestar. Esa decisión estuvo signada por una disputa previa alrededor del exorbitante nivel de subsidios mal diseñados que era imprescindible ir deshaciendo con cuidado, algo que hoy se está llevando a cabo torpemente y a destiempo. Los sectores internos que pretendían mantener inalteradas esas compensaciones pugnaban por una alícuota de retención a la soja por encima del 63%. La 125 constituyó así el mal menor, algo que conocen bien los representantes del campo.

Esto no es una excusa ni pretende eximirme de responsabilidad: mi voz era nueva en un gobierno continuista, y permitir que los parámetros de la decisión fueran sesgados por una lógica preexistente fue una grave equivocación. Lo mismo vale con respecto a los problemas previamente acumulados en política agropecuaria, tales como intervenciones en el precio de la leche, acuerdos cárnicos incumplibles y espasmódicas prohibiciones de exportar, incluyendo el cierre del registro de trigo, que en los años previos originó una transferencia de aproximadamente US$ 250 millones anuales desde los pequeños y medianos productores hacia los exportadores y los molinos. Estos temas eran bien conocidos por mí, ya que no sólo provocaban continuas peleas intestinas, sino que habían sido abordados en una temprana reunión con la cadena agroindustrial. Pero no medir adecuadamente lo que el hartazgo significaba en términos de la inoportunidad de la medida fue otro desacierto. De estos errores puedo y debo hacerme cargo, pero no del tono ni los modos que ambos lados eligieron para dirimir el conflicto, que escaló aún después de mi renuncia.


* * *

Desafortunadamente hoy seguimos con los mismos problemas, a los cuales se han agregado la sequía y el cambio del contexto internacional. No hay enfoques estructurales ni sustentables en la política agropecuaria; existen crecientes desigualdades entre productores, con graves consecuencias sociales; el área sembrada con soja aumenta, mientras la de trigo y maíz descendió casi 30%; los tambos cierran y continúa la liquidación de vientres, mientras grandes explotaciones incurren en problemas financieros, debido a la extensión del conflicto, pero también a movimientos especulativos basados en la visión de que el mundo de unos años atrás tendría un carácter permanente.

Por la confrontación seguimos perdiéndonos la oportunidad de discutir en serio. La reciente reunión de la Comisión de Enlace con el Gobierno resultó en la firma de un primer acuerdo con medidas que antes, cuando se las quiso implementar, fueron directamente obstaculizadas. La presencia de la Presidenta para garantizar que se lleven adelante es fundamental para superar la desconfianza y cambiar la lógica de la relación. Seguimos ante una gran oportunidad: el mundo continuará demandando alimentos y estamos en una situación única para proveerlos agregando cada vez más valor, y generando mayor riqueza y más y mejores puestos de trabajo. Pero para aprovecharla debemos revisar nuestro comportamiento, volver al trabajo conjunto y a la planificación, y actuar con respeto y responsabilidad.

La pelea sin fin
11 DE MARZO DE 2008
La 125
El ministro Lousteau presenta el esquema de retenciones móviles. La alícuota para la soja sube a 44 %.

14 DE MARZO DE 2008
Primer paro
La dirigencia agropecuaria paraliza la comercialización. Hay movilizaciones y tractorazos.

25 DE MAYO DE 2008
Marcha masiva
El campo moviliza a más de 200.000 personas en Rosario. Luego habría otra marcha masiva en Palermo.

14 DE JUNIO DE 2008
Tensión
Detienen a De Angeli. Hay cacerolazos en Capital y eso deriva en el envío al Congreso de un proyecto sobre retenciones.

17 DE JULIO DE 2008
No positivo
Cobos vota en contra y caen las retenciones móviles. El conflicto no cesó desde entonces.

Un paso muy importante de la Corte Suprema
La Nación, Buenos Aires

Adrián Ventura
La Corte Suprema, en el caso Halabi, acaba de incorporar las acciones de clase, que no son un procedimiento judicial más sino un mecanismo procesal verdaderamente revolucionario para la Argentina.

La magnitud del paso que dio la Corte semanas atrás es similar al que dio, en 1957, cuando creó la acción de amparo: en esa época, sólo existía el hábeas corpus y, con motivo de la clausura de un diario de Mercedes, el alto tribunal dio un salto cualitativo e incorporó otro mecanismo procesal. Ahora, la Corte dio otro paso de una importancia singular, pero introdujo un mecanismo procesal mucho más complejo que dará lugar a muchas controversias y que puede ser usado para defender tanto intereses patrimoniales como no patrimoniales.

Como el tema es muy técnico, este aspecto del caso Halabi pasó inadvertido, excepto para los especialistas que conocen procedimientos constitucionales norteamericanos. Para comprenderlo con sencillez, una persona o unas pocas pueden presentar una demanda ante la Justicia, pero el fallo que dicte el juez no beneficiará sólo a ellas sino a cientos o miles, tal vez cientos de miles.

Por ejemplo, un grupo de cinco personas demanda a una empresa por daño (por ejemplo, cáncer) que les produce un producto determinado (cigarrillos, un combustible, etcétera), pero el fallo beneficia a todas las personas que están en la misma posición (todas las personas que tienen un derecho de la misma clase). Se entiende que las sumas en juego, en definitiva, son multimillonarias.

El mecanismo procesal es muy complejo y el juez al que se le presenta una acción de clase, para aceptar tramitar ese procedimiento, debe asegurarse que quien presenta la demanda está en condiciones técnicas de defender adecuadamente los intereses de un enorme grupo de personas y tiene respaldo económico para hacerlo.

El juez pedirá que se notifique a cientos o miles de personas ?a las que se le aplicará el fallo? y, por lo tanto, evalúa la calidad jurídica de la demanda (para ver si los demandantes defienden adecuadamente los intereses de todas las personas que no están en la demanda) y, también, la calidad y solvencia económica del estudio jurídico que la patrocina. Por ahora, la Corte argentina dio sólo el primer paso. En el fallo le recordó al Congreso que no dictó la ley respectiva y establece algunos requisitos para considerar admisible la clase.

Así, ahora, en la Argentina, habrá tres mecanismos especiales para demandar: el amparo, en el que una persona demanda en defensa de un interés propio; el amparo colectivo, en el que una persona, una asociación demanda en defensa de un interés colectivo, indivisible y el proceso colectivo (como la Corte llama a las acciones de clase), en la que una persona o una asociación o un grupo de personas demanda en defensa de un derecho individual, pero donde todas las personas que tienen el mismo derecho pueden beneficiarse con la sentencia del caso.

La soja se mira y no se toca
La Nación, Buenos Aires

Por Néstor O. Scibona
Tanto cambiaron las cosas en la economía argentina y mundial, que algunos conceptos del pasado reciente ya ingresaron en el terreno de la nostalgia. Hace poco más de un año, la soja era para Cristina Kirchner un "yuyito" de cuyo precio sin techo dependía la redistribución del ingreso en la Argentina. Ahora, con precios internacionales 45% más bajos, la propia Presidenta acaba de reconocer, durante su sorpresiva negociación con los dirigentes del campo, que las retenciones a la soja no se pueden tocar porque resultan cruciales, pero para atender las abultadas necesidades financieras y cerrar la caja fiscal en este año electoral.

El inesperado gesto de acercamiento del Gobierno para transformar lo que se perfilaba como una nueva batalla campal en una más civilizada y extensa partida de ajedrez incluyó, en cambio, concesiones más modestas. Las rebajas de retenciones acordadas para lácteos, carnes y producciones regionales, si bien mejoran indirectamente los ingresos de los productores al igual que algunos subsidios mejor focalizados, apenas si mueven la aguja de los ingresos y gastos fiscales.

Por lo demás, este cambio parcial de dirección de algunos subsidios y compensaciones no ayuda a desenredar, sino más bien lo contrario, la intrincada madeja de intervenciones y regulaciones burocráticas que hoy engranan la producción y comercialización agropecuaria. Aquí, el kirchnerismo ha sido fiel a su táctica de imponer primero trabas para luego negociar flexibilizaciones, pero no para removerlas. Los dirigentes de la Comisión de Enlace no pudieron sustraerse a ese juego, que en varios casos les crea fricciones con sus bases.

Los dirigentes rurales también dejaron abierta, con previo aviso, la vía legislativa para intentar la reducción de impuestos a la soja que CFK les negó y la oposición ofrece votar. Pero esto choca contra un escollo: aun con el éxodo de los últimos meses el oficialismo sigue teniendo, al menos hasta diciembre, mayoría propia en la Cámara de Diputados, que es donde debe iniciarse el trámite. Y no parece que vayan a tener mejor suerte si se incorporan al futuro Consejo Económico y Social de 20 representantes empresarios y otros tantos del sindicalismo peronista.

Sojadólares y petrodólares
En medio de estas tensiones entre lo deseable y lo posible, un dato que pasó inadvertido es que el Gobierno dejó de hablar de la soja retenida en silos bolsas, justo cuando el Banco Central elevaba en los últimos días el ritmo de minidevaluaciones del peso. El diputado oficialista Agustín Rossi, que está en campaña, fue el único en vincular los dos hechos, con una provocativa teoría para un período más amplio. Palabras más o menos, sostuvo que a igualdad de precios promedio con los de 2007, los productores pueden compensar con un tipo de cambio nominal más alto que entonces los ingresos que pierden por la negativa oficial a sacrificar retenciones. Claro que omitió considerar qué ocurrió en el ínterin con los costos internos y la caída de producción por la sequía. En un plano más cercano, aquella hipótesis tampoco se sostiene: si bien el dólar subió 3,9% en las últimas cuatro semanas, el precio internacional de la soja cayó 5%.

En el BCRA aseguran, en cambio, que la política cambiaria se sigue administrando en función de la volatilidad del contexto internacional y los términos de intercambio, antes que por la coyuntura interna. Y que la suba más pronunciada del dólar de la semana pasada obedeció a que en un solo día -el lunes- el real perdió 2,4% frente al dólar; el peso chileno 1,6% y la soja 4,6%, mientras los mercados bursátiles se desplomaban tras el segundo rescate del Citigroup.

Al margen de estas conjeturas, los productores sojeros siguen con la sensación de que el Estado sólo aparece como socio cuando los precios internacionales suben y los abandona cuando bajan. No son los únicos.

Aunque con un perfil mucho más bajo, los productores de petróleo están en la misma. Hace un año, cuando el crudo batía récords y apuntaba a superar largamente los 100 dólares por barril, el Gobierno les fijó, a instancias de Guillermo Moreno, una retención móvil sui géneris. Toda diferencia por encima de 42 o 47 dólares (según calidades) iba a parar al Tesoro nacional, obviamente sin coparticipar con las provincias productoras. Omitió un pequeño detalle: establecer un piso en caso de que las cotizaciones se desplomaran, como ocurre ahora con el precio de alrededor de 40 dólares. Como consecuencia, las compañías pagan actualmente una retención promedio del orden de 25%, que les reduce el precio final a unos 28 dólares el barril. También aseguran que a esos valores no les conviene exportar excedentes, sino aumentar las ventas a las refinadoras locales. El detalle es que en este caso las regalías se calculan sobre el precio interno y esto les resta más ingresos a las provincias. De ahí que hayan iniciado gestiones ante los gobernadores para sumarlos a un incierto replanteo impositivo.

Con el petróleo, el modelo productivo K logró todo lo opuesto a un milagro. A pesar de los precios internacionales récord del año pasado, la producción media diaria bajó 2% con respecto a 2007, según datos del Instituto de Energía General Mosconi. Las exportaciones, a su vez, cayeron 29% en volúmenes. Esto sin contar con que los precios internos de los combustibles bajaron cuando el crudo subía y ahora aumentan cuando baja. Lo que aún no marcan estas estadísticas es que con el nuevo cuadro muchas compañías productoras están desarmando operaciones de desarrollo de yacimientos y esto también afectará la producción de 2009, junto con los niveles de actividad en las provincias productoras, especialmente en la Patagonia.

Por ahora, sin embargo, la principal preocupación de la residencia de Olivos pasa por cuidar la caja ante la fuerte desaceleración de la recaudación impositiva y maquillar las estadísticas de actividad para que sus resultados se acerquen más a lo que le gustaría al Gobierno que a reflejar la fría realidad productiva. También por agilizar la canalización de los recursos extras de la Anses tras la estatización de la jubilación privada, aunque la transparencia brille por su ausencia. La próxima movida en este sentido será otorgar fondos al Banco Hipotecario (unos 1000 millones de pesos) para que los canalice en préstamos a tasa fija y subsidiada para la compra de vivienda única. A cambio, negocia con los accionistas privados (encabezados por el grupo IRSA, controlante del Banco), modificaciones en la estructura de manejo de la entidad, en la cual el Estado tiene algo más del 60% de las acciones preferidas sin derecho a voto y sólo dos directores. No se trata de una nacionalización como las que hoy abundan en el mundo, pero se le parece.

Un corso a contramano
La Nación, Buenos Aires

José Luis Espert
El programa económico de los Kirchner se basa en los dos pilares fundamentales de la mayoría de los planes populistas y decadentes que peronistas, militares y radicales aplicaron desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. El primero es la protección de la industria nacional, adoptada como filosofía de vida a partir de la teoría Prebisch-Singer de principios de la década de 1950 (60 años atrás). Para maximizar la protección efectiva a la industria, la Argentina tiene los altos aranceles a la importación de productos finales que fijó el Mercosur; los muy bajos para la importación de insumos; las suspensiones de licencias automáticas de importación; resurrección de las licencias no automáticas; la aplicación de valores criterio; los mecanismos de acción competitiva de Lavagna; la infinidad de medidas de salvaguardias; cupos a la importación, y los derechos antidumping que hoy crecen como hongos y ya tienen niveles alucinantes.

El cavernícola proteccionismo industrial que los Kirchner aplican, continúa por el lado de las exportaciones agropecuarias con altísimos niveles de retenciones; prohibiciones para exportar; cierres de los registros de exportación; destrucción del Mercado de Haciendo de Liniers y el Concentrador de Frutas y Verduras; un precio fijado por el secretario Guillermo Moreno para el tambero; otro distinto para la industria láctea; el encaje productivo y el límite a la faena de ganado vacuno. Todo para que los salarios reales sean altos, la industria haga el mínimo esfuerzo para pagarlos, gane mucho dinero y se desarrolle. El broche final del proteccionismo "desarrollista" del Gobierno son las retenciones a las exportaciones de petróleo.

Son desastrosas las consecuencias de lo que el Gobierno ha hecho con la producción primaria. Cae la producción de carne; nos comemos el stock de capital porque cada vez se faenan más hembras. Lo mismo ocurre con la producción de petróleo, gas, trigo (de 16 millones a 8,2 millones de toneladas en esta campaña), maíz (de 22 millones a 14 millones de toneladas en esta campaña) y de muchos productos lácteos (había 15.000 tambos en 2002 y hoy hay sólo 10.000).

El segundo pilar es la redistribución del fruto del crecimiento logrado con la "defensa de la industria nacional", mediante un Estado gigantesco. Hoy el gasto público es de un récord histórico. Del 33% del PBI durante 60 años, aumentó $ 250.000 millones en 6 años y se financia con una presión impositiva del 50% del PBI sobre el sector blanco.

A pesar de un aumento impresionante de la recaudación de $ 260.000 millones desde 2003 (fruto de la creación de nuevos impuestos y de un crecimiento económico del 50%) y de una reestructuración salvaje de la deuda pública en 2005 que logró una quita de US$ 63.700 millones de valor presente (40%), la política fiscal del Gobierno ha sido tan irresponsable que hoy tiene que rascar hasta el fondo del tarro todos los meses para no defaultear la deuda pública.

¿Puede haber generado este mamarracho un crecimiento económico espectacular como el de los últimos seis años?

Poco y nada. Eduardo Duhalde, después de haber fundido la provincia de Buenos Aires y su banco en su paso por la gobernación durante los 90, se redimió tomando dos medidas clave en 2002 cuando era presidente: congeló el gasto público nominal en medio de una devaluación homérica y dejó de emitir moneda a pesar de que parecía que los bancos se caían por la corrida. Se evaporó la sensación de hiperinflación que había y así, la fuga de capitales que tuvo un máximo del 20% del PBI en el segundo trimestre de 2002, desapareció poco antes de que su ahijado Néstor llegara a la presidencia. La consecuencia fue una explosión de la demanda interna de consumo más inversión durante el período 2003-2008.

Otro impulso favorable equivalente al 20% del PBI que recibió nuestro gasto interno en el período, fue como consecuencia de la espectacular suba en los precios de nuestros productos de exportación debido a su vez al dólar barato en el mundo. Y hubo uno adicional del 5% del PBI por aumento en las cantidades exportadas por el histórico crecimiento que experimentaba la economía mundial (no tanto por el dólar caro argentino ni mucho menos por la política exportadora del Gobierno).

En total, el 45% del PBI (20%, más 20%, más 5%) de impacto favorable sobre nuestra demanda interna por cuestiones totalmente ajenas a la "genialidad" económica de los Kirchner (para explicar un crecimiento del PBI de 50% en el período).

En el presente, la economía argentina ya está en recesión porque por hacerse de caja, en marzo de 2008 el Gobierno comenzó una guerra contra el campo que provocó una fuga de capitales del 5% del PBI y en octubre del mismo año les robó los ahorros a los que pensaban jubilarse en una AFJP, hecho que disparó una salida de fondos del 15% del PBI.

En el medio, se derrumbaron los precios de nuestros precios de exportación porque el dólar comenzó a fortalecerse y, además, cayeron mucho las cantidades de ventas al exterior por la recesión generalizada. El impacto negativo sobre nuestra demanda interna fue del 5% del PBI y del 2% del PBI, respectivamente. Por las diferencias de magnitudes (20% versus 7%), es obvio que las cuestiones internas pesan más que las nubes negras que vienen de afuera.

Suena absurdo que la Presidenta, como hizo en la Asamblea Legislativa, exija a los argentinos y al Primer Mundo que respeten y apliquen su modelo, cuando fue un lastre para crecer en la etapa de vacas gordas y hoy es el culpable de nuestra recesión. Los países desarrollados tratan de salvar sus quebrados sistemas bancarios con intervenciones del Estado y nacionalizaciones limitadas y transitorias. Además, por ahora, están recurriendo poco al gasto público del tipo "hacer pozos y taparlos".

Es obvio que el Primer Mundo tendrá que hacer una grosera reforma financiera que limite los apalancamientos extravagantes, pero que respete lo que los hizo ricos: libre competencia, Estado mínimo o si es grande (Europa) que preste servicios, respeto a las instituciones y excelencia educativa.

En nuestro país, la intervención del Estado está destruyendo al sector exportador tradicional en aras de un desarrollo industrial arcaico, creando nuevos empresarios al calor de negocios corruptos con el Estado, enfermando a la sociedad de clientelismo y amiguismo, borrando cualquier atisbo de institucionalidad razonable y aumentando tanto el gasto público que si defaulteamos otra vez la deuda, nos convertiremos en indeseables habitantes del planeta Tierra que reestructuran sus pasivos dos veces en menos de un lustro.

El autor es economista y socio de Espert y Asociados
El próximo domingo: el columnista invitado será Miguel Angel Broda

El empleo es ahora la prioridad absoluta
Clarín, Buenos Aires

Los gobiernos van a ser juzgados por su capacidad de lograr que la pérdida de trabajo decente sea la menor posible. Por: Ricardo Lagos

No quisiera seguir hablando de la crisis, pero los acontecimientos me obligan. Se pensó que la crisis internacional estaba concluyendo en tanto las cuentas y los flujos de dinero parecían anunciar mejoría. Todo lo contrario. La semana pasada, las bolsas han tenido grandes caídas en los títulos de las entidades más importantes financieras y productivas.

El núcleo profundo de la crisis asoma cada vez con más evidencia en tanto vamos pasando de su impacto en la economía virtual -aquella de los préstamos encadenados sin soporte efectivo- a la economía real, donde lo que cuenta es la producción y los puestos de trabajo. Ese núcleo profundo aparece en todas las geografías: desempleo.

La interacción entre orden en las finanzas y políticas de protección social surge como dato esencial en una plataforma para reordenar el mundo. Está bien la tendencia que asoma para sostener el sistema financiero, aun con medidas fuera de toda ortodoxia, pero la tarea no se detiene allí: la meta principal está en las certezas que a futuro tengan quienes viven de un salario.

¿Qué porcentaje de la propiedad de los bancos tendrá que ser puesta por el Estado o, como les gusta decir a los norteamericanos, por los contribuyentes? La decisión con el Citi es una respuesta, pero no toda la respuesta. Junto con ella está la segunda cuestión: ¿el control será directo o indirecto? No cabe duda de que las decisiones serán distintas en Europa que en Estados Unidos. Lo que la gente espera, a un lado o al otro del Atlántico, es ver resultados. Es ver que la economía retoma su ritmo y disminuye la cuota de cesantes.

La crisis financiera está obligando, según el FMI, a que por lo menos un 2% del Producto Bruto Mundial deba dedicarse a gasto fiscal para tener medidas anticíclicas. Esto significa impulsar políticas para tratar de mantener viva la máquina productiva y defenderse del desempleo. Pero, como ellos mismos indirectamente lo reconocen, si no hay una solución al tema financiero ese 2% será insuficiente.

Las medidas que anuncia el presidente Obama van en la dirección correcta, según la percepción dominante. Siendo cierto, también lo es que el costo es enorme. Ahí está el presupuesto para el presente año, donde el déficit respecto del producto de Estados Unidos es más del 12%. Esta cifra no se veía desde fines de la Segunda Guerra Mundial, en 1945.

La ventaja de Estados Unidos es ser un país donde nadie encara al Estado porque gasta más cuando viene la crisis. No se le exige disminución del déficit como tantas veces en el pasado se demandó a nuestros países.

Si las medidas financieras resultan está por verse. Pero está claro que el ciclo no será corto. El desafío no estará sólo en dar trabajo a quienes no lo tienen. También estará en los tipos de trabajo que puedan crearse con los recursos financieros que se destinen a ello. No todo gasto, no toda inversión es generadora de empleo o los crea en los mismos niveles. Sabemos desde siempre que es la pequeña y mediana empresa (pymes) la gran generadora de empleo en la relación capital-empleo. Allí en las pymes es donde un peso invertido crea más empleos que un peso colocado en la gran empresa, porque hay productividades involucradas muy distintas.

Ese es uno de los criterios a tener en cuenta. El otro es considerar la nueva realidad social donde se produce el impacto de la crisis. Por una parte está el mundo obrero y popular, donde la solidaridad deberá ser concreta e inmediata. Pero también están los sectores medios, aquellos que se estaban asomando a un mundo mejor con los cinco años anteriores generados por la bonanza derivada del aumento de nuestras exportaciones y de su precio.

Será necesario ser cuidadosos en cómo se usan los recursos de las políticas de apoyo social y su consecuencia en el empleo. Aquí es donde los programas de capacitación pueden encontrar una buena oportunidad porque toda capacitación es una apuesta al futuro. Lo que no debiera ocurrir es la creación de empleos marginales, cuasi empleos o subempleos como dice la Oficina Internacional del Trabajo con niveles muy bajos de productividad y sin ninguna protección. El concepto de trabajo decente se empieza a desmoronar cuando surge el empleo marginal o el subempleo.

Las cifras de los últimos días son tremendamente preocupantes y obligan a nuestros gobiernos a actuar ahora y rápido. CEPAL estima que este año hasta 1,8 millones de personas engrosarán las filas de los desempleados en la región, considerando sólo las zonas urbanas. Según la entidad regional, la crisis global empezará a superarse en 2010, pero los países demorarán varios años en alcanzar el dinamismo anterior a este ciclo recesivo. Por ello, los efectos sociales también serán duraderos.

La empresa que tiene 100 trabajadores y que debido a la crisis despide 20, cuando llega la reactivación descubre que con 10 o 15 produce lo mismo que antes con 20. Esto es positivo porque aumenta la productividad laboral, pero ello hace más difícil la recuperación del empleo.

Por eso, el empleo es hoy la primera prioridad y los gobiernos van a ser juzgados por su capacidad de lograr que el ritmo de pérdida de empleo, sobre todo de empleo decente, sea el menor posible. Y apuntar desde ya a la recuperación de los porcentajes que hemos tenido hasta hace uno o dos años.

Es lo que América latina -a través de Argentina, Brasil y México- debe decir en la próxima reunión del G-20. Somos un continente que ha hecho bien su trabajo, con buenas políticas de crecimiento y resguardo económico. Pero la tempestad igual nos amenaza.

Por eso reclamamos tener más voz e influencia en las decisiones que se acercan, ser precisos en la demanda: nueva arquitectura financiera internacional, sí; rescate financiero sin metas prioritarias en el desarrollo social, no.

Kirchner se encamina a ser candidato
Clarín, Buenos Aires

Por: Eduardo van der Kooy
Octubre se acerca y el Gobierno necesita recomponer la situación. Sobre todo porque la crisis internacional parece no tener piso. Esas razones explican, en parte, el giro en el conflicto con el campo. También el protagonismo político creciente del ex presidente.

A ocho meses de las elecciones el oficialismo y la oposición coinciden en una sola cosa: Néstor Kirchner será el candidato en Buenos Aires porque en ese lugar el Gobierno definirá su suerte y el matrimonio su destino político.

Kirchner ya ha conversado largamente esa cuestión con Cristina pero no la hará pública hasta el límite que le permita la ley. Esa frontera se vislumbra en agosto. Es probable, incluso, que hasta entonces emita señales confusas. Pretende enredar en ese juego a una oposición que hace mucho alboroto pero que no asoma todavía como una fuerza temible.

Algunos gestos, sin embargo, empiezan a delatar la intención oculta. En su paso de la semana pasada por Chivilcoy pareció otro Kirchner. Sin la máscara habitual de la ira. Tuvo elogios incluso hacia los dirigentes del campo.

Kirchner confesó allí que tiene ganas de seguir luchando. Es lo mismo que le dijo a tres de los intendentes bonaerenses que más lo frecuentan. Esos hombres están convencidos de que el ex presidente encabezará la pelea electoral. Un encuestador se llevó la misma impresión cuando lo despachó: "Basta de encuestas de Buenos Aires. Ya sé lo que tengo que hacer", aseguró.

¿Qué dicen esas encuestas? Que Kirchner sigue siendo el candidato oficial mejor ponderado en Buenos Aires aunque esa ponderación sea flaca y casi sin luz de ventaja sobre potenciales adversarios. Pero su figura congregaría, al menos, al kirchnerismo puro, renuente frente a otros postulantes.

Sergio Massa es uno de ellos. El jefe de Gabinete creció al amparo de la intendencia de Tigre pero no podría ser un espejo electoral del ex presidente. Graciela Ocaña, la ministra de Salud, es otra funcionaria que está en carrera y, como Massa, podría constituir un soporte de la candidatura final de Kirchner. Habrá que verlo.

Son tiempos de tensión entre Massa y el ex presidente. La palabras del jefe de Gabinete intentan demostrar lo contrario aunque algunos episodios resultan elocuentes. Florencio Randazzo es el hombre que está siempre al lado de Kirchner y el que tomó la batuta, junto a Débora Giorgi, en la negociación con el campo. Parece además, después de Cristina, la voz más sonora del Gobierno.

El jefe de Gabinete pivotea alrededor de Cristina. La Presidenta tuvo mucho que ver con su designación luego de la renuncia de Alberto Fernández. Casualmente también Ocaña se cobija en Cristina. La ministra de Salud vive épocas de nervios y presiones, como le ocurre a Massa. Muchos se interrogan si también se extiende en ese área del Gobierno la sombra de Kirchner.

Ocaña está lidiando contra algunas apetencias sindicales. Tuvo en Hugo Moyano a un aliado circunstancial cuando enfrentó a Héctor Capaccioli, encargado del manejo de los recursos de las obras sociales. Esa alianza le permitió el alejamiento de Capaccioli y la llegada del abogado Juan Rinaldi, próximo al líder camionero. La unión se terminó de debilitar cuando esos gremios pretendieron acceder al manejo directo de los recursos de las obras sociales, estimado en $ 2.700 millones.

Le suceden a la ministra otras cosas extrañas. Acaba de recibir una denuncia penal, con injerencia en su vida privada, en la cual podría descubrirse la instigación del diputado Carlos Kunkel. Debió bloquear algunas cuentas que su ministerio posee en el Banco Nación por el intento de depósitos de sumas importantes de origen no identificado. Ordenó a propósito una investigación.

Cristina le dio pleno respaldo hace dos semanas pero aquellas acechanzas nunca cesaron. La ministra está dispuesta a seguir en su lugar aunque, como dijo uno de sus asesores, "su permanencia se cuenta día por día".

El ex presidente empieza a dejar atrás, de a una, antiguas promesas. Cuando cedió el podio a Cristina explicó varias veces que no volvería mas a una puja electoral. "Podría repetir Cristina, si la va bien", explicaba. Ahora suele explicar, en diálogos con poca gente, que su presencia sería indispensable, justamente, para fortalecer a su esposa.

La intervención de Kirchner en Buenos Aires nacionalizaría la elección, aunque ese no sea el deseo político de muchos gobernadores que lo acompañan. Se pondría en juego bastante mas que la renovación de bancas: tal vez un juicio público sobre el Gobierno. El ex presidente supone indispensable vitalizar al Gobierno y revalidar su propio poder. ¿Para qué? Razonaría como la oposición: octubre es un paso que no se puede soslayar mirando el horizonte del 2011. Ese horizonte figura de nuevo en los planes de Kirchner.

Esos planes ayudarían a explicar, en parte, ciertos ajustes de conducta. Otra explicación vendría por el susto renovado de ambos ante las reiteradas pésimas noticias de la economía internacional. Cristina admitió como Kirchner que el 2009 será el peor año de los últimos cien. También probablemente para la Argentina, aunque el país sea experto en convivir con las crisis.

No fue el martes pasado la primera vez que Cristina estuvo con los dirigentes del campo. Fue la primera vez que estuvo, en cambio, desde la derrota de la 125 en el Senado que modificó la vida política de los Kirchner. Entre uno y otro encuentro ocurrieron muchas cosas --una sequía que castigó a varias regiones-- pero sobre todo una sustancial: la debacle financiera y económica del mundo que torció la lógica del conflicto. Aquella resolución 125 pasó a ser casi una anécdota.

El impacto mundial no perjudicó sólo a los granos, la leche y la carne que mandan en las discusiones con la Mesa de Enlace. Cristina estuvo ayer en Mendoza donde se topó con una fiesta y con una realidad inesperada: las exportaciones vitivinícolas en lo que va del año apenas alcanzan un tercio de lo vendido en el mismo período del año anterior. Las puertas del mundo se empiezan a cerrar.

La irrupción de Cristina en la reunión con los dirigentes del campo produjo una tregua y una distensión. Nadie sabe cuánto el matrimonio termina por comprender la nueva realidad pero aquella decisión, al menos, dejó entrever que calibraron adecuadamente la peligrosa escalada que amagaba tomar el problema.

La misma sensación de un riesgo inminente tuvieron los negociadores oficiales, Randazzo y Giorgi, y otros que, como Massa, ahora no participan. En ese triángulo se fue diluyendo, además, la ofensiva insinuada por los duros kirchneristas para modificar a futuro la comercialización de granos al exterior. Ese retroceso del matrimonio --amén de algunos beneficios concretos en la negociación-- no puede ser leído sino como una victoria de la Mesa de Enlace.

El Gobierno ya no tendrá margen para convertir aquel diálogo en tierra infértil. Aunque será el Congreso, de ahora en más, el terreno de las verdaderas discusiones. Hacia allí apuntan la oposición y el campo para intentar arrancarle a los Kirchner lo que no consiguen en las negociaciones. ¿Las retenciones? Si el objetivo fuera su eliminación lisa y llana, como dice con cierta inconsistencia un sector opositor, el oficialismo y sus aliados se abroquelarán.

Las retenciones significaron el año pasado un ingreso fiscal de $ 9 mil millones. Esa cifra se calcula que caerá a $ 6 mil millones. En cualquier caso representa un aporte sustancial al superávit. Pero de ese total un 86% corresponde sólo a la soja. Quizás haya lugar para discutir, de nuevo, una segmentación que sea compensada por algún otro flujo impositivo. Agustín Rossi, el jefe de diputados del PJ, estima que esa instancia no está clausurada.

Los Kirchner disfrutaron el evidente desconcierto que el primer acuerdo con el campo produjo en la oposición. Gozaron además del roce público entre Eduardo Buzzi y Alfredo De Angeli. ¿No sintieron acaso alivio con el hecho simple de la distensión? Probablemente. Pero nunca las palabras del matrimonio pasan si levantar alguna tormenta.

No hay todavía una tormenta pero si un ambiente enrarecido con la Corte Suprema. Cristina pidió a la Justicia celeridad en los juicios por violaciones a los derechos humanos y Carmen Argibay la cruzó con dureza. Argibay dijo lo que piensan sus colegas aunque lo haya dicho sin algodones y, también, sin el conocimiento de todos ellos. La jueza cree que el poder político tiene sus responsabilidades en que sólo un 10% de las causas por crímenes de lesa humanidad se puedan sustanciar por año. Esperan todavía otras 800 causas.

Los hombres de la Corte apuntan: se han nombrado en estos años alrededor de 200 jueces pero faltarían mas del doble; no hay salas disponibles para la realización de juicios y existe insuficiencia de personal. Quizás sólo en un punto concordarían con las palabras presidenciales: hay negligencia en algunas instancias de la Justicia originadas en cierta falta de contracción al trabajo o en la afinidad política e ideológica con las personas que deben ser juzgadas. En este rubro colocan en la mira a Santa Fe, Mendoza y Chaco.

¿Hacía falta otra pelea pública cuando la tregua con el campo había obrado como bálsamo social? Los conflictos suelen ser la semilla política de los Kirchner. Crecen alrededor de ellos como la vegetación.

Llegó el tiempo de escuchar
La Nación, Buenos Aires (www.lanacion.com)
Julio César Cleto Cobos
En tiempos donde el mundo atraviesa una de las peores crisis de su historia, cuando acecha la presencia de una mayor retracción de la demanda mundial y una marcada caída de los precios en el mercado internacional, en la Argentina surge la firme determinación de acercar posiciones y aportar para una solución integral al conflicto agropecuario. Esta fue la buena noticia de la semana y se da justamente a un año de la resolución 125.

Todos esperamos, y creemos que surge un nuevo tiempo: el de escuchar, el de dialogar, el de proponer y el de ayudar a encontrar cada una de las soluciones requeridas. Por esta razón debemos mirar con optimismo el acuerdo y celebrar la metodología de una mesa de diálogo donde podamos consensuar políticas que vayan más allá de la coyuntura. Si al campo le va bien, le irá bien a la industria, al comercio, al turismo, y contribuiremos así al bienestar de la sociedad.

Elaboremos políticas de largo plazo como las solicitadas por los productores agropecuarios y otros sectores de la economía, pero avancemos también, con el mismo criterio, en áreas como la educación, la seguridad y la salud, entre otras.

Tenemos la oportunidad de demostrar que en nuestro país podemos trabajar juntos, poniendo como eje central el bien común; construyendo con propuestas con las que todos ganen. Con la producción y la industria movilizando la economía y ésta generando recursos para que, con una política fiscal prudente, se distribuyan, dando lugar así a nuevas conquistas sociales y económicas que retroalimenten un círculo virtuoso.

Los resultados llegarán si comprendemos que estas políticas de largo alcance se elaboran con la mayoría y con la minoría, con el que piensa igual y con el que piensa distinto, sin antinomias, en un marco de respeto y tolerancia, para que todos -con responsabilidad y madurez- encontremos el camino y el rumbo que anhelamos, para lograr un país más republicano y más federal.

Como un juego de espejos
La Nación, Buenos Aires (www.lanacion.com)
Carlos Pagni
Decir que los seres humanos suelen ser presa de comportamientos que los devuelven una y otra vez a la misma trampa es una obviedad. Pero recordarlo en estas horas puede ayudar a comprender el modo en que Néstor Kirchner se involucró en la peripecia electoral catamarqueña. La escena tiene algo de déjà- vu. Lo que está sucediendo parece haber ocurrido: Misiones, Rovira vs. Piña, octubre de 2006.

Como en aquella pelea por la constituyente misionera, también en Catamarca Kirchner cree estar librando una batalla estratégica. Derrotar al obispo Joaquín Piña era doblegar al cardenal Jorge Bergoglio, así como hacer caer al Frente Cívico de Eduardo Brizuela del Moral significaría, este domingo, vencer a Julio Cobos. Para los esquemas mentales del ex presidente, la existencia de un enemigo oculto, cifrado, fantasmagórico puede resultar mucho más cautivante que la de un adversario explícito y visible. Tal vez por eso lo atrapa Catamarca.

Que Piña haya sido una metáfora eficiente de Bergoglio importa tan poco como que Cobos lo sea del gobernador catamarqueño. En rigor, Brizuela evitó por todos los medios que el vicepresidente apareciera por la provincia. Cree que va a ganar por sus propios méritos y no quiere que nadie se atribuya esa victoria. La hora de Cobos será, si llega el caso, la noche de mañana. Pero Kirchner ignora estos pliegues y prefiere pensar que, atravesando el cuerpo de Brizuela, su lanza se hundirá en el de Cobos.

Como en Misiones, no reparó en gastos. Catamarca ha sido en estos días el escenario de un clientelismo obsceno. A las dispendiosas visitas de Alicia Kirchner (Acción Social), José López (Obras Públicas), Claudio Morresi (Deportes) o Jorge Mayoral (Minería) se le agregó la de Amado Boudou, quien, como su antecesor Sergio Massa, en 2006, junto a Rovira, también debió prodigarse en la campaña. Boudou deberá demostrar algún día que está administrando los ahorros previsionales mejor que las malditas AFJP.

Sin embargo, el récord misionero fue superado: Kirchner encomendó al intendente de José C. Paz, Mario Ishii, que transfiriera al Noroeste la tecnología electoral del conurbano. Según varios beneficiarios de Ishii, en el comando del Frente para la Victoria se pueden conseguir por estas horas 1000 pesos contra la promesa de movilizar, mañana, 30 empadronados. Gastos de transporte. Nadie sabe cuántos votos se consiguen con estas malas artes. Pero seguro se pierden de a miles entre los televidentes que, aquí o allá, contemplan la tropelía.

Hay otra diferencia con Misiones, la precursora: en Catamarca, el Frente Cívico incurre en las mismas desviaciones. Todo el aparato provincial fue puesto al servicio de las urgencias electorales de Brizuela. Un anillo al dedo para el médico Rubén Manzi, candidato de la Coalición Cívica, quien se empeña en recordar que Kirchner, Cobos y Brizuela integraron, hasta el voto no positivo, la misma familia.

Se sabrá mañana por la noche si Catamarca se parece a Misiones también por el resultado. Tal vez importe poco. Si el Frente para la Victoria consigue 8 bancas, 4 serán para hombres de Luis Barrionuevo. Si consigue 10, el sindicalista controlará 5, siempre y cuando no ingrese también su hermana, Liliana Barrionuevo, quien armó su propia lista porque -según jura- está peleada con "Luisito". Conclusión: el gobierno nacional está trabajando para poner la provincia en manos del duhaldismo. Es la paradoja mayor de Catamarca: para Kirchner, la victoria puede ser allí peor que la derrota. Otra manifestación, diría Borges, de "esa lógica peculiar que da el odio" .

No era tan malo el capitalismo...
La Nción, Buenos Aires

Carlos A. Manfroni
Tal vez el consumo superfluo no sea lo mejor para el fortalecimiento del espíritu, pero los últimos acontecimientos muestran que resultaba indispensable para la fortaleza de la economía.

Sin embargo, no es precisamente la promoción del ascetismo el motivo por el que los gastos suntuarios vienen siendo atacados durante los últimos cuarenta años, como mínimo.

Frente a un automóvil cero kilómetro, uno puede tener la actitud de San Francisco de Asís, si viviera en esta época. Probablemente, diría: "¡Qué bonito! Pero no es para mí, porque me gusta caminar y disfrutar de la naturaleza", y seguiría, alegre, su marcha. También puede pensar como el ciudadano medio de un país capitalista: "¡Qué bueno! Me esforzaré para comprarlo". Y no faltarán quienes le hagan una raya en la pintura de la carrocería, con una moneda.

América latina es la región en la que demasiada gente -de hecho o de palabra- raya el automóvil ajeno con una moneda.

Desde la teología de la liberación hasta los grupos terroristas de Oriente y de Occidente -sin contar las múltiples variables de la demagogia-, todos se ocuparon de exhibir el consumo superfluo como el símbolo más irritante del capitalismo y la causa de la pobreza en los países en vías de desarrollo.

Entre las tantas consecuencias de la actual retracción del consumo, se publicó recientemente que una de las grandes automotrices despedirá a casi 5000 trabajadores de su planta en Brasil. A su vez, el mayor fabricante global de pantallas de plasma -cosa superflua, si las hay- cerrará 27 de sus plantas en el mundo y despedirá a 15.000 empleados. Otra empresa que produce artefactos electrónicos para cocina recortará 4000 puestos de trabajo, después de haber perdido 50 millones de dólares en el último trimestre de 2008.

Por su lado, el gigante del audio e inventor de la playstation -un juguete de lujo, para el ingreso medio de estas latitudes- dejará en la calle a 8000 trabajadores.

Por cierto, uno puede vivir sin cambiar el automóvil, con su clásico televisor, sus hornallas a gas y, por supuesto, sin una playstation . Puede vivir hasta ser golpeado por las consecuencias de la recesión provocada por el desempleo global.

Veamos un caso paradigmático de consumo superfluo: Disneyworld. Sólo sus parques en Orlando dan empleo directo a 50.000 personas. Los parques temáticos, en general, tienen más de 150.000 empleados en los Estados Unidos. Pero ese número no involucra a los cientos de miles de puestos de trabajo que demandan las empresas proveedoras de ese conglomerado de entretenimientos, ni a los que derivan de las actividades que giran en torno de tal fantasía, como películas, merchandising o transportes externos. Tampoco incluye los empleos indirectos que esa multitud que vive de una diversión superficial y onerosa sostiene en el mundo, por el solo hecho de comer, vestirse y tomar, ellos mismos, vacaciones.

Imaginemos que sucediera repentinamente lo que ha comenzado a ocurrir de forma gradual: que dejen de llegar cruceros y aviones cargados de turistas. La actividad turística genera más del 7% del empleo total del país, según datos de la cámara del sector.

¿Quién recuerda este cantito: "¡Qué lindo que va a ser el hospital de niños en el Sheraton Hotel!", que la JP entonaba en los 70, cuando algunos de sus miembros ahora más encumbrados todavía no se habían dedicado al ramo de la hotelería en El Calafate?

Todas esas actividades no imprescindibles para la vida pagan impuestos, con lo cual -cuando no hay corrupción- ayudan a mejorar la salud de los lugares donde el consumo superfluo se realiza. Más aún: el propio gasto suntuario representa en sí mismo y en su totalidad un impuesto que los que más tienen desembolsan en favor de los que menos poseen, con la ventaja de que se trata de un tributo que contribuye directamente a la generación de empleo, sin pasar por los gobiernos.

Entonces, ¿el mundo no puede vivir sin el consumo superfluo? Se podía, en la época del capitalismo ascético, cuando todo estaba por inventarse y las industrias crecían proveyendo a la gente de bienes necesarios. Pero la población global ha aumentado y no todos pueden dedicarse a fabricar lo imprescindible. Hacen falta nuevas "estupideces" que sirvan para crear empleo.

Un mundo sin la producción superflua del capitalismo actual sólo sería posible si cada uno de nosotros tuviera una parcela de tierra y emprendiera una economía de subsistencia, consumiendo exclusivamente lo que produce. Eso sí: a costa de olvidarse de la medicina de avanzada, del automóvil, de la luz eléctrica y de todas las cosas que hoy nos resultan familiares y, alguna vez, muchas de ellas, habrán parecido estupideces.

El autor es abogado y escritor. Se especializa en temas de ética pública y prevención de la corrupción.

Argentina, camino a la recesión
Clarín, Buenos Aires

Por: Alcadio Oña
Cada vez más economistas creen que la Argentina no logrará zafar de la recesión. Nada, al fin, muy diferente de lo que pasa en otros países. El punto es el sacudón que significa venir de seis años de crecimiento sin pausa, con tasas al borde del 9%, y retroceder a menos del 0%. O al magro 1,5% que estiman analistas más cautos.

En enero, la producción de acero cayó 32% respecto del mismo mes de 2008 y 47% la de hierro. La de cemento, 12,8% en febrero. En autos, el desplome es todavía mayor: 55,7% el mes pasado. La capacidad ociosa en la industria metalúrgica llega ahora al 45%. Se calcula que las ventas de equipos de aire acondicionado bajaron 30%, lo cual implica acumulación de stocks y menor producción futura, algo parecido a lo que ocurre con televisores y línea blanca.

Ninguno acusó recibo de los programas oficiales de estímulo a la demanda, morosos y burocráticos, ni el impacto del crédito financiado con fondos de la ANSeS. Se flexibilizó el plan canje de autos, porque no se habían patentado ni 50 unidades.

Sin embargo, hay economistas que no perciben un horizonte oscuro parejo, sino un panorama heterogéneo. Dicen que en otros sectores el bajón no es tan pronunciado, que hay algunos, como la alimentación, en signo positivo u otros, aunque muy escasos, donde existe cierta inclinación a arriesgar inversiones.

Hasta apuestan a que la Argentina "está en condiciones de bancarse una recesión normal". Casi un paraíso, si se mira la seguidilla de bancarrotas sin fin a la vista en el centro del mundo.

Pero en este cuadro también ponen una condición que consideran crucial: que el poder político maneje la circunstancia prolija y racionalmente, o sea, que no cometa torpezas como la increíble, costosa pelea con el campo. Hay mucho clima de incertidumbre, y las expectativas están ahora en un punto más sensible que nunca: toda una ciencia siempre compleja que, evidentemente, el Gobierno no domina.

Decisiones tomadas sin medir los efectos o sólo atendiendo a aquello que aparecía más próximo -la caja, en el caso de las AFJP y las retenciones-, provocaron el año pasado una salida de capitales calculada en más de 20.000 millones de dólares. Dice un economista que no milita entre los gurkas nativos: "Nadie le pide al Gobierno que no gobierne, sino que lo haga y que lo haga calibrando bien las consecuencias. Pues los tiempos ya no son los mismos".

Parece de este tiempo que el kirchnerismo haya pinchado el globo del superente estatal para el mercado de granos. No porque resulte innecesario mejorar el sistema comercial o equilibrar los beneficios entre quienes producen y quienes exportan, sino porque el proyecto habría desatado otro temblor interno. Además, habría acentuado la dispersión de fuerzas propias y terminado en una nueva derrota, si se pretendía aprobar una ley en el Congreso: sólo por este lado, puro costo político.

Más de un funcionario admite que las cosas no están como para agregar sofocones propios a lo que viene de afuera y que el margen de error resulta muy estrecho. Esto es, que aunque la posición de reservas del Banco Central sea sólida, la presión sobre el dólar es un factor siempre al acecho: se vio estos días, cuando el BCRA y el Nación salieron a vender para frenarlo.

Es bastante más que obvio, pues, que sería intolerable una fuga de capitales como la de 2008; justamente, en un mundo que se dolariza. Y está claro que el espacio del Central para hacer política cambiaria y monetaria también se ha estrechado.

Según estimaciones privadas, este año las exportaciones caerían entre 10.000 y 13.000 millones de dólares. Traducido: menores ingresos a la economía, menor oferta de divisas y mayor dependencia de las ventas del sector agropecuario, apretadas por el bajón de la cosecha y el derrumbe de los precios internacionales. Se dirá que lo último en resentirse en el mundo es la demanda de alimentos, pero la tonelada de carne de primerísima calidad que la Argentina vende en Europa bajó de US$ 18.000 a US$ 12.000, casi 40%.

Sea porque se quiere sostener el superávit comecial, proteger a algunos sectores, frenar la demanda de divisas, o todo a la vez, lo cierto es que se están pisando las importaciones. Igual, ya venían en baja por la retracción económica

Sin que nadie piense seriamente en una ola de despidos, es cada vez más ostensible que el mercado laboral ya percibe el impacto del repliegue, bajo la forma de suspensiones, achicamiento de la jornada de trabajo y pérdida de ingresos. Y son también evidentes los esfuerzos del Gobierno para regular la situación. Al menos en los grandes centros urbanos y en los casos más sonoros, porque en el interior y en las pymes pérdida de empleos sí que hay.

Con todas las variables en estado de miráme y no me toques, la consigna kirchnerista es remar hasta las elecciones, en la creencia de que, así como están las cosas, se puede ganar en octubre. No es algo que dependa de la voluntad propia. Pero es obvio que también cuenta mucho lo que Olivos haga en la economía.

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