(Elecciones 2009) CATAMARCA, ESCRIBEN: GONZÁLEZ, MORA Y ARAUJO, MAJUL, MORALES SOLÁ, OÑA, VAN DER KOOY
Kirchner cae y se vuelve cada vez más conservador
El Cronista, Buenos Aires (www.cronista.com)
Por Fernando González, director periodístico de El Cronista.
El mejor antídoto contra la soberbia es la memoria. Y fue Néstor Kirchner quien en su discurso inaugural como presidente en mayo de 2003 prometió “no dejar las convicciones” en la puerta de la Casa Rosada.
Anoche, en la provincia de Catamarca, Kirchner recibió la primera derrota electoral de un año de elecciones clave para su futuro. Y lo hizo aliado a dirigentes que difícilmente hubieran formado parte de aquellas convicciones de las que hablaba cinco años atrás. Luis Barrionuevo es uno de los sindicalistas que creció con el menemismo. Y Ramón Saadi es el gobernador destituido por no dar respuestas a las sospechas que se desataron tras el crimen de María Soledad.
¿Qué fue lo que intentó Kirchner con Barrionuevo?; ¿qué buscaba con los Saadi?; ¿qué hacía en Catamarca el intendente bonaerense de José C. Paz, Mario Ishi, repartiendo dádivas en nombre de los Kirchner? Vaya paradoja: sus ex aliados de la Concertación Plural, el vicepresidente Julio Cobos y el gobernador Eduardo Brizuela del Moral, fueron los que lo derrotaron.
Las dificultades y la posibilidad de una derrota en octubre han convertido a Kirchner en un dirigente conservador. Cedió aquel fuego transformador de los primeros años de su presidencia para retroceder del peor modo, a la defensiva. Se va quedando con algunos aliados indeseables y se le pegan los alcahuetes que le dicen que todo está bien.
Con este clima, Kirchner medita su decisión de aceptar la candidatura a diputado por la provincia de Buenos Aires con la que quiere dar la batalla para enderezar el gobierno de Cristina. Decisión que tomará porque cree ser el mejor candidato para conservar el poder y porque ya no se permite pensar en que su proyecto político pueda crecer hacia el futuro.
Un error kirchnerista parecido al de Misiones
El Cronista, Buenos Aires (www.cronista.com)
Manuel Mora y Araujo. Analista político
Catamarca votó en la primera elección del año y produjo el resultado que se venía anticipando. La previsible estabilidad en las tendencias electorales de Catamarca podría contribuir a restarle consecuencias al resultado de esta elección provincial. Pero, en cambio, el activo involucramiento de Néstor Kirchner en la campaña le ha dado relieve.
Muchos comparan esta elección y la de Misiones en 2006. En verdad, la similitud es la extraordinaria capacidad de Kirchner para pelear batallas y comprarse derrotas sin necesidad.
Catamarca ha pasado ser, no ya una provincia que votó anticipadamente en un año electoral, sino el primer contraste del año del PJ conducido por Kirchner. Como en Misiones, es difícil caracterizar a la coalición ayer ganadora en los términos de la política nacional. Habrá análisis que declararan ganador a Julio Cobos. Lo único cierto es que el gobernador Brizuela ha ganado y que el derrotado ha sido Néstor Kichner.
La lógica del sentido común consideró lo de Misiones un error del kirchnerismo. Como si repetirlo no le alcanzase, no tuvo ahora mejor idea que identificar al Frente Cívico catamarqueño con el vicepresidente Cobos, a quien los ganadores en Catamarca mantuvieron distante de su campaña, y que es hoy más, mucho más que Kirchner y que el gobierno nacional en cualquier circunstancia que pueda imaginarse.
La elección de Catamarca dio para más: puso en evidencia la fragilidad de la coalición peronista que Kirchner buscar sostener en esta fase de alta peronización de su proyecto político. No es frecuente ver a distintos líderes de una coalición electoral anunciar su propia derrota y desentenderse de ésta, no después de haberla sufrido sino antes.
Catamarca proyecta ahora una sombra sobre las perspectivas electorales de este año. Es posible que la sombra sea no más que una nube pasajera, una extrapolación algo exagerada de un hecho aislado. Pero la sociedad probablemente la computará como un anticipo de lo que viene. Kirchner la convirtió en un presagio agorero y exhibió antes de tiempo, sin ser forzado a hacerlo, la debilidad de las cartas que tiene en la mano.
Kirchner será candidato por necesidad
El Cronista, Buenos Aires (www.cronista.com)
Por Luis Majul.
Néstor Kirchner será candidato en octubre no porque la apasione, sino por pura necesidad. Bajará por unos meses del Olimpo de Olivos porque sabe que, si no lo hace, después no tendrá derecho ni poder para discutir lo que de verdad le importa: ser candidato a presidente para suceder a su esposa, Cristina Fernández de Kirchner.
¿Kirchner lo pensó bien? ¿Lo decidió porque está convencido de ganará? ¿Sabe lo que le espera si pierde frente al candidato que surja del acuerdo Macri, De Narváez y Solá? Nada de eso. Sencillamente lo debe hacer. Está acorralado. No tiene más remedio. Lo obligaron Macri y Solá al aceptar que su acuerdo incluye además el deseo de ambos de ser los próximos jefes de Estado. Lo siguió obligando Carlos Reutemann al irrumpir como candidato en Santa Fe y declarar que esta vez sí tiene ganas de subirse al tren de la historia que dejó pasar hace ya ocho años. Y lo terminó de forzar Eduardo Duhalde con su plan secreto de desgastar a “los actores de reparto” para asumir el protagónico en el caso de que la crisis necesite de un bombero con su nombre y apellido.
“Si Néstor gana aunque sea por un voto, podrá poner sobre la mesa su derecho a presentarse en 2011. Presentarse en las mismas condiciones que Reutemann, Macri, Solá, Daniel Scioli y los gobernadores que triunfen en sus provincias. Y en tren de especular, si no le va tan mal, podrá esgrimir su derecho a elegir el candidato que más le guste. Pero si no se presenta él mismo, nadie, dentro del peronismo, ni siquiera sus principales amigos, le van a conceder esa posibilidad”, interpretó con lucidez uno de los pocos hiperkirchneristas especializado en pejotismo y maquinaria electoral.
-¿En serio, no tiene alternativa? ¿Y Sergio Massa?- le pregunté.
-Ya le dijo que no quiere ser legislador. Que prefiere volver a Tigre y que no cuente con él. Además, Néstor no le tiene confianza.
-¿Y Florencio Randazzo? ¿Y su hermana, Alicia Kirchner?¿Y Graciela Ocaña, que tiene muy buena imagen? ¿Y José Scioli, hermano de Daniel, cuyo apellido puede sumar votos? ¿Y el reciente invento de Guillermo Vilas?
-No definen. Pueden ser buenos acompañantes, pero ningún intendente se va a jugar la vida por ninguno de ellos.
Kirchner tardó en asimilarlo, pero finalmente, lo hizo. Las legislativas de este año son las internas abiertas de las presidenciales de 2011. Y lo son también para Hermes Binner, Julio Cleto Cobos y Elisa Carrió, quien ya les adelantó a los integrantes de su círculo de confianza que no correrá el riesgo de perder contra Gabriela Michetti en la ciudad porque sería como renunciar a su candidatura a presidenta.
El giro en la confrontación contra el campo se debe analizar en el contexto de la candidatura del ex presidente.
Una de las preguntas más interesantes que plantea este nuevo escenario es si, obligado por las circunstancias, Néstor Kirchner se volverá a colocar la piel de cordero y tratará a sus interlocutores como lo hacía cuando contaba los votos de a uno para superar a Carlos Menem en primera la vuelta. Si se transformará en el político amigable que hacía llamar hasta tres veces por día a los periodistas para que le hicieran un reportaje horas antes del cierre de campaña. Si dejará de humillar y maltratar a políticos y hombres de negocios.
La peor de las derrotas
La Nación, Buenos Aires
Joaquín Morales Solá
Hay cosas peores para un político argentino que perder una elección. Una de ellas consiste en que personajes como Luis Barrionuevo y Ramón Saadi lo destraten, después de haber simulado ser sus aliados, antes de la propia elección. Las tres cosas le sucedieron a Néstor Kirchner en muy pocas horas: perdió en los comicios de Catamarca, tuvo a Barrionuevo y a Saadi como aliados y, encima, éstos se distanciaron de él no bien olfatearon que los aguardaba la derrota.
El domingo amargo tuvo el condimento adicional del primer triunfo electoral de Julio Cobos sobre Kirchner. El vicepresidente está dispuesto a cosechar todo lo que el matrimonio presidencial siembra tenazmente en favor de él. Vale la pena citar un ejemplo: Cobos pudo viajar a Mendoza el
fin de semana, para asistir a la Fiesta de la Vendimia, en un avión de línea, como lo hace siempre que vuelve a su provincia. Pero prefirió someterse, inmutable, a la nueva humillación que le infligieron los Kirchner. Lo hicieron esperar varias horas en el aeropuerto para finalmente obligarlo a volar en un avión oficial a hélice, que demoró una eternidad hasta llegar a Mendoza.
Cobos resiste con la paciencia de los monjes estoicos. Su contrincante no es Cristina Kirchner, sino Néstor Kirchner, el autor de todos sus tormentos políticos y morales. El vicepresidente intenta mantener un duelo encerrado entre límites partidarios y fuera del ámbito institucional, pero ¿podrá extender ilimitadamente ese combate que, en el fondo, lo enfrenta con quien corporiza otro poder del Estado, la propia Presidenta?
Puede ser que, a veces, se vislumbren las líneas difusas de dos corrientes en la administración, lideradas por cada uno de los integrantes del matrimonio que manda. Es una ilusión pasajera, porque la Presidenta termina siempre haciendo suyas las políticas que establece su marido. Cristina y Néstor Kirchner confluyen sin excepciones dentro de un mismo haz.
El problema más grave es que el esposo presidencial parece haber perdido la sensibilidad política. ¿Qué réditos hubiera conseguido Kirchner aun en el caso de una victoria en Catamarca, que fue siempre improbable? Barrionuevo andaba aconsejando dejar de robar antes de quemar urnas en la propia Catamarca. Barrionuevo y Hugo Moyano, enemigos perennemente circunstanciales, son la cara y la contracara del opulento, viejo y desprestigiado sindicalismo.
Saadi nunca pudo recuperar el control político de su provincia, un viejo feudo liderado por su padre, desde que Menem no tuvo otra alternativa que intervenir su gobernación en medio del monumental escándalo por la muerte de María Soledad Morales. Kirchner cayó en los brazos del impopular político que Menem había expulsado y, de alguna manera, contribuyó a legitimarlo otra vez en la política argentina. La única conclusión posible es ésa, guste o no.
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¿Por qué, a pesar de todo, Kirchner se metió con notable ceguera en una pelea desahuciada, desafiando el instinto político y todos los pronósticos? ¿Por qué, en última instancia, permitió que lo enfrentaran con un bloque de políticos presentables, con el propio Cobos a la cabeza? ¿Era necesario? Ninguna victoria es necesaria cuando viene acompañada por la certeza de que, en cualquier caso, será una derrota.
Dicen que el rencor de Kirchner hacia Cobos es más grande que cualquier noción de lo político y de lo impolítico. Es probable. Desde su crucial voto en el Senado, que significó el rechazo de la resolución 125, Cobos no ha hecho más que crecer hasta convertirse en el político argentino que cuenta con más simpatía popular; sólo Carlos Reutemann está cerca de sus índices de popularidad.
Cobos habla y escribe como un político moderado, consensual y comprensivo. Está en el otro extremo de lo que expresan los Kirchner. Quizás se trata de una estrategia. Nada es para él, con todo, más importante que la ayuda política que recibe del matrimonio presidencial, desplegada en el destrato, la ofensa y el desprecio a la figura vicepresidencial. En un país donde ahora ser popular requiere una considerable distancia del apellido Kirchner, a Cobos lo sorprendieron las circunstancias justo en el lugar indicado.
Sin embargo, la explicación de la obstinación de Kirchner en Catamarca no puede limitarse sólo al resentimiento hacia Cobos. Hay mucho de aislamiento y de desinformación detrás de las indescifrables decisiones del ex presidente. Todo jefe político necesita una sucesión de anillos protectores que lo vayan apartando de los riesgos. Hace mucho tiempo que Kirchner carece de esos círculos protectores, porque su irascible temperamento terminó por crear un temor generalizado en el gabinete y entre sus principales asesores. Sólo escucha lo que quiere y sólo le dicen lo que quiere escuchar.
Hasta los encuestadores hacen mediciones especiales para conformar el humor del ex presidente. Un renombrado encuestador ya pagó con el despido por acercarle cifras sinceras, aunque ingratas. Kirchner no acepta, por ejemplo, ninguna encuesta que sitúe a su esposa y a él por debajo del 60 por ciento de aceptación nacional. Pero están superando, apenas, el tercio de esa cifra.
Fuentes oficiales señalan que Kirchner recibió el consejo, y el pedido, de su ex cuñado y nuevo patrón del peronismo catamarqueño, Armando Mercado, para ir a Catamarca a jugarse a suerte y verdad. Sólo él podía, le aseguró, cambiar el curso de la victoria inevitable de Cobos y Brizuela del Moral.
Sin consultar con nadie, Kirchner se metió en un avión para terminar cerrando la campaña catamarqueña en un acto en el que hasta su aliado Saadi se dio el lujo de no subirse al palco. "Tengo diferencias con ese señor", explicó en alusión al propio Kirchner, mientras anunciaba que será el próximo senador peronista que se irá del bloque del oficialismo.
Barrionuevo se lamentó, al mismo tiempo, de que Kirchner los haya conducido a la derrota en Catamarca. Tan patético como eso. Después de ventilar las conversaciones reservadas entre Julio De Vido y Hugo Biolcati, de dejarlo a Cobos huérfano de granaderos y de aviones y de haberse metido en el limo peronista de Catamarca, ¿dónde y cuándo cometerá Kirchner su próximo error político?
El estremecido temor de su entorno impide que le llegue la información limpia y clara, y eso sólo augura nuevos y mayores aislamientos.
Denuncias de fraude y clientelismo
El gobernador Eduardo Brizuela del Moral llegó a votar haciendo muecas de indignación, ansioso por hacer denuncias: "¡Es lamentable que se viole la veda electoral! ¡Y hay grupos peronistas entregando colchones y bolsones en toda la provincia!". Unas horas después, el jefe del PJ local, Dalmacio Mera, llegó a votar en otra escuela de la capital y también hizo denuncias. Dijo que se entregaban bolsones, pero que el responsable era el gobierno de Catamarca. Desde Buenos Aires, el encuestador Enrique Zuleta Puceiro denunció "presiones de la policía" en contra de encuestadores que hacían sondeos en boca de urna.
Apostando a perdedor
Clarín, Buenos Aires
Por: Alcadio Oña
Fuente: SECRETARIO DE REDACCION DE CLARIN
Sólo Néstor Kirchner puede explicar por qué arriesgó tanto en una elección donde todo lo que se elegía era provincial: 29 legisladores, medio centenar de concejales y un intendente. Nada nacional. Y que ni siquiera representa el 1% del padrón del país.
Pero él mismo fue a Catamarca. Se hizo acompañar por cuatro gobernadores de las provincias vecinas, entre ellas un radical K. Puso a un intendente del GBA al frente de la campaña. Y hasta mandó a su hermana Alicia, ministra de Desarrollo Social, al jefe de la ANSeS y al secretario de Obras Públicas. Los que manejan tres de las más grandes cajas del poder.
Difícilmente Kirchner admitirá que movilizó semejante aparato oficial porque del otro lado estaba una coalición apadrinada por Julio Cobos. Pero lo que terminó por cosechar fue una dura derrota personal y a la vez agrandar la figura del vicepresidente (ver Duro golpe al kirchnerismo: ganó el Frente Cívico en Catamarca).
El que debió salir a intentar explicar lo inexplicable fue anoche el ministro del Interior. Obvio y tardío: dijo que sólo se había tratado de una elección provincial. Y efectivamente lo fue. Salvo que no puede pretender que le crean después de que el Gobierno hiciera todo lo que hizo por ganarla.
Por eso, el kirchnerismo pagará doble hacia afuera esta derrota frente al cobismo. Y también tendrá un costo interno adicional por haberse aliado con Saadi y Barrionuevo, dos dirigentes que el propio ex presidente había demonizado.
Es otro pacto que únicamente se explica en el vale todo por ganar. Aunque esta vez paradójicamente fue sólo de Kirchner, porque Saadi y Barrionuevo habían proclamado la derrota e incluso se regodeaban con ella. Pura pérdida en el primer test electoral del año.
El precio que pagan los Kirchner por peleas y alianzas perimidas
Clarín, Buenos Aires
Por: Eduardo Van der Kooy
Habrá que hurgar mucho también fuera de las razones políticas para intentar comprender la derrota que se autopropinó ayer Néstor Kirchner y el Gobierno de Cristina en las elecciones provinciales de Catamarca.
La calificación de autoderrota suena casi literal. Sólo la obstinación del ex presidente por intervenir en un comicio de segundo orden -en el cual no hubo en juego ningún cargo Ejecutivo ni banca nacional-- podría explicar el triple golpe que recibió.
A saber: la pretendida nacionalización de las elecciones -ese fue el carácter que Kirchner le concedió ayer- podría ser un búmeran en octubre; la alianza con los vejestorios de la política argentina (Ramón Saadi y Luis Barrionuevo, entre otros) genera rechazo en las grandes urbes pero, está visto, también en el interior hondo; la creencia de que el kirchnerismo se mantiene invulnerable en esas regiones del país podrá ponerse desde ahora en duda. Otro timbre de alerta para las elecciones que vendrán.
Empecemos por este punto. Kirchner se animó el jueves a intervenir en el cierre de la campaña catamarqueña. Hubo kirchneristas y funcionarios que pensaban que era más prudente la prescindencia pero como siempre no se lo dijeron. Antes habían desfilado Alicia Kirchner, la ministro de Desarrollo Social, José López, el secretario de Obras Públicas y Amado Boudou, el jefe del ANSES. Los tres aterrizaron con promesas y billetera bien abundantes.
Semejante despliegue fue en vano y terminó desnudando, en realidad, que los catamarqueños tuvieron claro que ninguna mano mágica -menos la de Kirchner-- podrá ayudarlos a sortear los problemas de su vida cotidiana.
Esa advertencia popular surgida de la elección en Catamarca tal vez permita descubrir alguna pista que ayude a comprender los motivos extra políticos de la participación de Kirchner. El ex presidente se supone una figura salvadora. La única capaz de combatir la diabólica confabulación que pretendería dañar mortalmente el Gobierno de Cristina. Pues bien, en ese derrotero disparatado Kirchner se abrazó a Saadi y Barrionuevo. Al senador, cuyo ingreso al Congreso fue rechazado alguna vez por Cristina, maculado por sospechas de corrupción y castigado socialmente por el asesinato de María Soledad Morales. Al líder gastronómico, que siempre renegó del matrimonio y que hace tiempo pretende destronar a Hugo Moyano de la cima de la CGT.
No se trata de conjeturas caprichosas. Tanto Saadi como Barrionuevo confesaron antes de las elecciones que el kirchnerismo saldría vencido. El gremialista chanceó incluso entre sus íntimos: "Los diarios del lunes (por hoy) van a decir que Cobos derrotó a Kirchner".
La parábola de Kirchner, al cabo de seis años, resulta incomprensible y denota quizás una época de ocaso. El hombre que proclamó la transversalidad, que ensayó luego la concertación, exhibe ahora como sus socios principales a aquel par de lastres en Catamarca y a la maquinaria partidaria mas cuestionada del PJ, la bonaerense.
Así como la concertación resultó en el 2007 una herramienta importante para la victoria de Cristina podría convertirse ahora en señal de malos presagios. El triunfo de Brizuela del Moral, el gobernador de Catamarca, es la expresión de uno de los mandatarios que adhirió hace mas de un año al kirchnerismo pero que, desde el conflicto del campo, resolvió emigrar. Emigró detrás de la estela que dejó Julio Cobos cuando votó en contra de los resolución 125.
Brizuela del Moral fue más ducho que Kirchner, Saadi y Barrionuevo. Tal vez, también mas que Cobos, con quien convino su ausencia expresa en la campaña. Apeló el sentimiento provincial de los catarmarqueños contra aquel trío cuya promesa fue que Catamarca tendría ayuda de la Nación si ganaban ellos. Sobre Saadi hace rato que existe un juicio formado. Barrionuevo es un oportunista. Kirchner casi un convidado de piedra. El gobernador pudo celebrar con una cómoda ventaja. También celebró Cobos, aunque hasta anoche no se había atrevido a abrir la boca. A Cobos lo puso Kirchner otra vez en el centro de la escena. El vice volvió a triunfar quizás sin quererlo, marcando otro hito en su sorprendente trayectoria polìtica.
La sombra de Cobos extendida por la robustez de Brizuela del Moral fue la razón que empujó el inaudito protagonismo de Kirchner. El ex presidente supuso que un mazazo en Catamarca podía tronchar su escalada. Y convertirse en una onda expansiva para las elecciones que vienen. Deberá repensar la fórmula que puso en práctica en su laboratorio inaccesible. No fue el de anoche el primer equívoco político de Kirchner. Es casi un lugar común recordar su apuesta en Misiones en favor del entonces gobernador Rovira que iba en pos de la reelección indefinida. Allí fue vencido por el obispo Joaquín Piña. El ex presidente hizo un giro, se amigó con el cura y deshaució a Rovira. ¿Podrá repetir la experiencia con Catamarca?. Como poder, podría. Aunque será díficil. Aquellos eran otros tiempos. Y parecía otro Kirchner.