El legendario ex jefe de la Reserva Federal de los Estados Unidos (equivalente a nuestro Banco Central) muestra suma cautela a la hora de evaluar hasta dónde llegará el derrotero del terremoto financiero y económico que sacude, con espasmos hacia abajo y hacia arriba, al mundo. Greenspan, fiel a su pensamiento liberal, toma cierta distancia de los multimillonarios salvatajes, con el argumento de que hipotecan las posibilidades del despegue. Además, el financista George Soros y el Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz también analizan lo que pasó y lo que puede pasar.
Por George Stephanopoulos*
—¿Debería el gobierno haber avanzado un paso más y ayudado a Lehman Brothers de la misma manera que lo hizo con Bear Stearns?
—Trataron de hacerlo de una forma diferente y la razón es obvia, a partir de lo que se vio como efecto del salvataje de Bear Stearns. Cuando Bear Stearns se desplomó, marcó una línea debajo de cuyo nivel de firma implicaba que nada que fuera mayor que esa firma sería capaz de obtener la asistencia federal. Ahora, si usted generaliza eso, queda muy en claro que ésa es una situación insostenible en los mercados financieros y en los mercados para ahorros e inversiones...
—El gobierno no puede poner un piso en ninguna de estas firmas.
—Claro, como no pueden hacer eso, lo que intentaron respecto de Lehman es tratar de encontrar un camino en el que no haya dinero del gobierno involucrado en este particular conjunto de negociaciones.
—No lograron hacerlo...
—No pudieron. Tuvieron que tomar una decisión clave, la liquidación. Esas son decisiones muy difíciles de tomar.
—¿Qué hubiera recomendado usted?
—No conozco en profundidad lo que estaba ocurriendo. Tendría que disponer de una información muy detallada sobre lo que consta en los balances de las firmas involucradas y qué repercusiones habría con cada solución en particular.
—Pero la pregunta es: ¿dónde traza usted la línea? A lo largo de su carrera, usted fue un defensor del libre mercado, pero en el último año hemos visto cómo el gobierno avanzaba en la ayuda de Bear Stearns, asumió Fannie Mae y Freddie Mac y encaró un salvataje sin antecedentes. Así que tengo dos preguntas: ¿dónde traza usted la línea? Y, quizás aún más importante: ¿cuánto puede empeorar esta situación?
—Antes que nada, convengamos en que este tipo de episodios sucede sólo una vez cada cincuenta años. Quizás, hasta sólo una vez en un siglo.
—¿Es la peor crisis que usted vio en toda su carrera?
—Oh, por supuesto, por mucho, es la peor crisis que he visto... No caben dudas de que se convirtió en lo más crítico que jamás vi. Y todavía no pudo ser resuelto y tampoco vimos el final de esta historia. De hecho, continuará actuando como una fuerza corrosiva sobre la economía americana hasta tanto los precios inmobiliarios en los Estados Unidos vuelvan a estabilizarse. Eso inducirá a una serie de medidas en todo el mundo que equilibrarán el sistema.
—¿Y usted cree que podremos ver un final a comienzos del próximo año?
—Eso espero. Yo siempre argumenté que no es necesario eliminar el exceso de viviendas en venta en el mercado para conseguir que los precios se estabilicen. Pero sí es necesario lograr una velocidad adecuada para liquidarlas de forma tal que se reestabilice la estructura del mercado. Y cuando eso suceda, la equidad volverá una vez más al mercado inmobiliario de los Estados Unidos.
—Con todo lo que hemos visto durante esta última semana, Lehman, AIG, la Mutual de Washington, Merryl Lynch... ¿Vamos a ver caer más de estas grandes instituciones financieras?
—Yo creo que sí, lo vamos a ver. Pero eso no debe ser necesariamente una preocupación. Todo depende en cómo sea manejado llegado el momento y cómo se realizan las liquidaciones. Y, por supuesto, no debemos tratar de proteger cada una de las instituciones. El orden natural del mercado financiero tiene ganadores y perdedores.
—Aun así, pareciera que ante cada caso que surgió en los últimos tiempos, el gobierno ha dicho que era necesario salir a su rescate.
—Eso es, básicamente, porque nunca vimos el grado de interconexión a escala mundial como el que tuvo lugar durante la última década. Por eso, todo esto es muy diferente a lo que experimentamos en años anteriores, cuando estábamos más distanciados a nivel mundial. A lo que apunto es a lo siguiente: cuando tuvo lugar el default de Rusia, se sintió un efecto contagio. Pero no fue del nivel global como el que actualmente existe, en gran parte porque los efectos de la globalización, que tan benéficos han sido para todo el mundo y que permitieron a cientos de millones de personas salir de la pobreza, todavía necesitan sobrellevar algunas correciones y eso es lo que estamos atestiguando.
—Conozco algunos analistas en Wall Street que siguen preocupados porque se produzca un cataclismo aún más terrible. Y una de las ideas que andan dando vueltas es que el poder de las operaciones al descubierto es realmente pernicioso, por lo que hubo quienes sugirieron que el gobierno debería tomar cartas en el asunto y suspender las ventas al descubierto en estas instituciones financieras hasta que se estabilice el mercado. ¿Usted piensa que es una buena idea?
—Es una pésima idea, porque lo que las ventas al descubierto le suman al sistema es una mirada mucho más realista sobre los valores. Porque, tengan presente, este tipo de operaciones, por su propia naturaleza, no son aquellas relacionadas con inversiones en una firma en particular. Si sólo se tienen inversores de firmas particulares en el mercado, se registrarán mucho más distorsiones que, a largo plazo, terminarán creando problemas mucho mayores que en el caso de permitir las ventas al descubierto. Esto, en cambio, mejora la liquidez del sistema, permite que se realicen correciones y que los precios puedan ser fijados porque es sólo en ese momento, cuando los precios se transparentan, que el mercado se estabiliza.
—Por lo que usted dice, ésa no sería una buena idea. Usted sugiere que salvar a Lehman Brothers podría haber sido necesario, aunque no dispone aún de la información necesaria para elaborar una opinión al respecto. ¿Cómo asimila que, al mismo tiempo que ocurren estas caídas, la industria automotriz salió a decir públicamente que necesita un préstamo de 25 mil millones de dólares de Washington para cumplir con los mandatos emanados desde la Casa Blanca. ¿Le parece una buena idea?
—No se me ocurre una lista mayor que la de aquellos que necesitan y ansían obtener ese tipo de ayuda del gobierno. Pero cuanto más se utilicen los fondos públicos para los salvatajes, cuanto más se use el dinero que forma parte de las reservas federales, más agotamos nuestros escasos ahorros y más minamos el crecimiento de la economía. En el último de los casos, si se aplica esta receta en gran escala, se corre el riesgo de estancar la economía. Y un estancamiento económico es un escenario muy peligroso para los demócratas, en caso de que ganaran.
—Para intentar explicar esto de un modo sencillo, imagino a un trabajador mecánico de Michigan o a un ejecutivo automotriz de Detroit diciendo: “Espere un momento, usted dice que está bien involucrarse y salvar a Bear Stearns. Todo este tipo de instituciones financieras siempre consigue toda la ayuda que necesitan cuando están en problemas. Pero a nosotros no nos toca nada...”.
—Creo que la explicación más simple es que hay un tipo de instituciones que son fundamentales para el funcionamiento correcto de los fondos y las transacciones en una economía que, en algunas contadas oportunidades, y esta sin duda es una de ellas, es preferible evitar que sean liquidadas de modo sumamente perjudicial, porque eso significa salvaguardar el sistema económico en su conjunto. Esto no significa que todos esos trabajadores mecánicos de los que usted habla sean menos necesarios para el funcionamiento de la economía, como todos los trabajadores. Pero se trata de un tipo de salvataje diferente. Esto no se trata de asistencia financiera, se trata de estabilizar el mercado.
—En otra entrevista que le hice en diciembre pasado, usted dijo que las chances de caer en una recesión eran del 50 por ciento. Hasta ahora eso no ha ocurrido. No vimos recesión este año. Yo sé que usted piensa que el mercado inmobiliario dará un vuelco en algún momento del próximo año. ¿Cuáles son las chances ciertas de que los Estados Unidos escapen a una recesión antes del próximo año?
—Bueno, yo creo que es poco probable. Lo increíble es lo bien que se ha desenvuelto la economía no financiera. Y el motivo, como dije muchas veces, es que atravesamos un período de tasas de intereses a largo plazo muy bajas, lo que permitió al sector corporativo y de negocios tomar responsabilidades a corto plazo y financiar pasivos a largo plazo a intereses bajos, lo que significaba que no necesitaban acudir al mercado por dinero todo el tiempo. El resultado es que pese a darse una grave crisis crediticia, sus consecuencias no afectaron los préstamos del sector no financiero, porque no necesitaban grandes sumas.Lo que básicamente ocurrió aquí es una situación donde la restricción crediticia está empezando a afectar los ingresos de estas compañías y estamos viendo a la economía de los Estados Unidos flaquear a la par de la del resto del mundo. Y hoy día, los Estados Unidos están actuando mejor que el resto del mundo.
—¿Entonces las chances de escapar a una recesión son mayores al 50 por ciento hoy?
—No, creo que son menores al 50 por ciento. No puedo creer que sea posible una crisis de esas que sólo ocurren una vez en el siglo sin ver un impacto significativo en la economía real a nivel mundial. Y eso es lo que creo que está ocurriendo en este momento. Aún así, hay algunos elementos positivos, como las bajas en el precio del petróleo, en el precio de los alimentos y en el nivel de inflación que, al menos en el corto plazo, serán suficientes para equilibrar esta situación. Estaría realmente encantado de ver que algo así ocurra. Pero no apostaría a eso.
Joseph Stiglitz: “Este es el final del fundamentalismo de mercado”
Perfil, Buenos Aires
www.perfil.com.ar
Tradicional crítico del funcionamiento del sistema financiero global, Stiglitz presume de no sentirse sorprendido del estallido. Hace expresa su coincidencia con Barack Obama respecto al estado desesperante de la economía norteamericana y carga contra John McCain. El gurú internacional de los Kirchner considera, además, que se abre ahora una gran oportunidad para hacer reformas que abran la puerta a una globalización más sostenible y sustentable.
Por Nathan Gardels
—Barack Obama dijo que ésta es la mayor crisis financiera desde la Gran Depresión. John McCain, por su parte, dice que la economía está amenazada, pero fundamentalmente fuerte. ¿Quién tiene razón?
—Obama tiene una posición más cercana al mercado. Sí, EE.UU. tiene gente talentosa, grandes universidades y un sector de alta tecnología que es muy bueno. Pero los mercados financieros jugaron un rol muy importante, equivalente al 30% de las ganancias de las empresas en los últimos años. Los que hacen funcionar los mercados financieros cosecharon esos beneficios con el argumento de que estaban ayudando a manejar y controlar el riesgo y asignando el capital de modo eficiente, motivo por el cual dijeron que ellos “merecían” esos grandes réditos. El tiempo demostró que esto no era cierto. Manejaron todo mal. Ahora la situación se les dio vuelta y les pega directamente, y el resto de la economía pagará a medida que las ruedas del comercio empezarán a moverse con mayor lentitud a causa del aplastamiento del crédito. Ninguna economía moderna puede funcionar bien sin un sector financiero vibrante. Por eso, el diagnóstico que hace Obama sobre que nuestro sector financiero está en una situación desesperada es correcto. Y si está en esta situación desesperada, eso significa que nuestra economía también está en un situación de ese tipo, desesperada. Incluso si no estuviésemos mirando la agitación financiera, ya solamente al nivel doméstico, local, en la deuda nacional y federal tenemos un problema de grandes magnitudes. Estamos ahogándonos. Si nos fijamos en la desigualdad, que es la más grande desde la Gran Depresión de 1930, ahí vemos un problema de grandes dimensiones. Si miramos los salarios estancados, también ahí encontramos un gran problema. La mayor parte del crecimiento económico que hemos tenido en los últimos cinco años estuvo basado en la burbuja inmobiliaria, que ahora reventó. Y los frutos de ese crecimiento económico no fueron suficientemente distribuidos. En pocas palabras, los fundamentos no están fuertes.
—¿Cuál debería haber sido la política de respuesta al estallido de Wall Street?
—Claramente, lo que necesitamos es no sólo una nueva instancia de regulación, sino un rediseño de todo el sistema regulador. Durante su renuncia como jefe de la Reserva Federal en la que creció esta burbuja inmobiliaria e hipotecaria, Alan Greenspan tuvo todos los instrumentos a su disposición para frenar la crisis, pero falló. Después de todo, Greenspan fue elegido por Ronald Reagan debido a sus actitudes antirregulatorias. Paul Volcker, el anterior jefe de la Reserva Federal, conocido por su habilidad para mantener la inflación bajo control, fue despedido porque el gobierno de Reagan no creía que él fuese un desregulador adecuado. Por lo tanto, nuestro país ha sufrido las consecuencias de haber elegido como jefe regulador de la economía a alguien que no creía en la regulación. Entonces, antes que nada, para corregir el problema necesitamos líderes políticos y hacedores de políticas públicas que crean en la regulación. Más allá de eso, todos necesitamos poner en marcha un sistema nuevo que pueda sobrellevar la expansión de las financias y los instrumentos financieros que estén más allá de los bancos tradicionales. Por ejemplo, necesitamos regular los incentivos. Los bonos tienen que ser pagados en formato plurianual en lugar de en un año, que es un incentivo para la especulación o para el juego. Las opciones de compra de acciones incentivan los cálculos y las estimaciones deshonestos y deben ser frenadas. En pocas palabras, estamos construyendo incentivos para conductas deshonestas dentro del sistema y eso es lo que tenemos que frenar. También necesitamos “speed bumps”. Históricamente, cada crisis financiera estuvo asociada con una muy rápida expansión de tipos muy particulares de activos, desde los tulipanes (de Holanda, por el crecimiento de un país ligado sólo a un producto) hasta hipotecas. Si uno desalienta eso, es posible evitar que las burbujas queden fuera de control. El mundo no va a desaparecer si nosotros expandiéramos las hipotecas a un 10% por año en lugar de un 25%. Conocemos tan bien el patrón que deberíamos ser capaces de hacer algo para restringirlo. Después de todo, necesitamos una comisión financiera segura, del mismo modo que tenemos una para los consumidores de mercaderías. Los financistas estuvieron inventando productos que no estaban dirigidos a controlar el riesgo, sino a crear más riesgo. Por supuesto, creo firmemente en una mayor transparencia. Incluso, en términos de estándares reguladores, estos productos eran transparentes en un sentido técnico. Eran tan complejos que nadie podía entenderlos. Si cada cláusula o disposición en este tipo de contratos se hiciese pública, no habría incluido ninguna información útil sobre el riesgo para las personas mortales. Demasiada información no es información. En este sentido, aquellos llamados a convocatorias para una mayor apertura como la solución al problema no entendieron la información. Si usted está comprando un producto, usted quiere conocer sus riesgos, así de simple. Ese es el tema.
—Los títulos respaldados en hipotecas que están detrás de esta crisis se expandieron en todo el mundo quedando en manos de bancos o fondos soberanos en China, Japón, Europa y el Golfo. ¿Qué impacto tendrá la crisis sobre ellos?
—Eso es verdad. Las pérdidas de las instituciones financieras europeas por las hipotecas sub-prime (de baja calidad) fueron mayores que en los Estados Unidos. El hecho de que EE.UU. haya diversificado los títulos respaldados en hipotecas a tenedores de bonos en todo el mundo, gracias a la globalización de los mercados, hizo que en realidad se haya suavizado el impacto sobre los EE.UU. mismos. Si no hubiésemos expandido el riesgo a lo largo y a lo ancho de todo el mundo, el bajón económico norteamericano hubiese sido mucho peor. Algo que recién ahora se está entendiendo como consecuencia de esta crisis es que la información hace que la globalización sea asimétrica. En Europa, por ejemplo, se logró entender un poco más que los títulos de EE.UU. no son en definitiva recursos. Si el valor de la casa se vuelve menos que el valor del título, usted puede devolverle la llave al banco y simplemente irse. En Europa la casa es colateral, pero el prestador queda enganchado por el monto que prestó, no importa cuánto. Este es un peligro de la globalización: el conocimiento es local porque usted conoce mucho más sobre su propia sociedad que lo que los otros conocen.
—Entonces, ¿cuál es el impacto final del estallido en esta globalización guiada por el mercado?
—La agenda de la globalización ha estado muy estrechamente vinculada con los fundamentalistas de mercado, la ideología del libre mercado y la liberalización financiera. En esta crisis estamos viendo cómo quiebran y piden el socorro del Gobierno las instituciones más orientadas hacia el mercado y las economías más promercado. Todos en el mundo dirán ahora que éste es el final del fundamentalismo de mercado. En este sentido, la caída de Wall Street es para el fundamentalismo de mercado lo mismo que fue la caída del Muro de Berlín para el comunismo. Esto le dice al mundo que este tipo de organización económica demuestra que no es para nada sostenible. Al final, todos dicen que el modelo no funciona. Este momento es un indicio de que las proclamas de la liberalización del mercado financiero eran falsas. La hipocresía entre el modo en que el Tesoro de los EE.UU., el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial gestionaron la crisis asiática en 1997 y la forma en que esto fue manejado, no hizo más que destacar esta reacción intelectual. Ahora los asiáticos dicen: “Esperen un minuto. Ustedes nos dijeron que los imitásemos en Estados Unidos. Ustedes son el modelo. Si hubiésemos seguido su ejemplo, nosotros estaríamos hoy en el mismo lío. Deberían estar en condiciones de enfrentarlo. Nosotros no podemos”.
VITO TANZI:“Es inevitable que caigan las commodities”
Crítica, Buenos Aires
www.criticadigital.com.ar
MÍTICO EX FUNCIONARIO DEL FMI, Y LOS EFECTOS DEL TEMBLOR
El economista italiano Vito Tanzi, mítico referente sobre impuestos del FMI durante 25 años y antiguo jefe de los enviados del ente a Buenos Aires, asegura que la crisis mundial golpeará a la Argentina porque caerán los precios de los granos y cereales que exporta. Invitado al país por la Universidad de Córdoba, criticó a George W. Bush por “socializar las pérdidas” de los bancos. Pero en línea con la ortodoxia, en una entrevista con Crítica de la Argentina, también opinó que para frenar la inflación, el Gobierno debe “ajustar mucho más”.
–¿Cree que funcionará el salvataje de Bush?
–Puede funcionar en el corto plazo, pero no creo que sea definitivo. Las crisis financieras de este tamaño no terminan rápidamente.
–¿Qué opina del plan?
–No sé si estoy de acuerdo. No me gusta cuando se privatizan las ganancias y se socializan las pérdidas.
–¿Había otra alternativa?
–Ése es el problema. Cuando hay un incendio, a veces hay que llamar a los bomberos aunque rompan toda la casa. Por ahora nadie sabe cuándo va a terminar esto. Pero lo seguro es que cuando se supere la crisis, Estados Unidos va a tener un problema serio de inflación. Están emitiendo una cantidad de dinero inimaginable para asistir a los bancos.
–¿Cómo puede golpear a la Argentina?
–El impacto se va a dar a través de la economía real, por vía de los precios de las commodities. Para mí es inevitable que caigan, aunque es difícil decir cuánto porque China e India van a seguir creciendo y demandando alimentos.
–¿Qué habría que hacer para frenar la inflación?
–El gasto público subió mucho. Un buen inicio es controlarlo.
–Pero el superávit fiscal es récord. ¿No alcanzó con el ajuste de la devaluación?
–Acá hay superávit, pero sólo antes del pago de intereses. Y además se basa en impuestos excepcionales. Hay que ajustar mucho más.
–El Fondo recomendó eso mismo durante toda la década pasada y la crisis de 2001 llegó igual. ¿No debería hacerse una autocrítica?
–Yo dejé el Fondo en 2000 para dedicarme a lo académico. Pero reconozco que hoy tiene problemas de legitimidad. Y también perdió a sus mejores técnicos cuando tuvo que ajustarse.
El efecto Tanzi en la Argentina
El efecto Olivera-Tanzi, llamado así por el italiano y por el célebre economista argentino Julio H. G. Olivera (que lo descubrieron por separado), postula que en momentos de alta inflación, el fisco pierde porque recauda plata que se desvaloriza antes de ser gastada.
Pero, según Vito Tanzi, eso ocurre recién “cuando la inflación llega al 10 o 20% mensual”. Con niveles como el nuestro, “la inflación hace subir la recaudación por lo que aportan los impuestos al consumo”. El caso paradigmático es el del IVA.