El atraso en las tarifas de servicios no sólo se traduce en un desincentivo a la inversión sino que, en el caso de la energía, en un problema para el balance comercial. Según el INDEC, en el primer semestre del año el superávit del balance energético se redujo en 43% en relación al mismo período de 2006. Hasta el año pasado la energía era una de las principales contribuciones al superávit comercial, pero ese papel fue cambiando por la caída de las exportaciones de combustible (un 13% en 2007), al mismo tiempo que aumentaba la importación estatal de combustibles destinados a la generación de energía.


La perspectiva de este cuadro no es alentadora porque, a pesar del aumento en los precios del petróleo y del gas, la producción y las reservas de ambos elementos siguen descendiendo por la falta de inversiones en exploración y producción. Cabe recordar que las reservas y la producción de Brasil se incrementaron como resultado de la inversiones de largo plazo realizadas por el país vecino en el sector energético.

Para revertir esta situación no sólo es necesario sincerar los precios de la energía sino también contar con programas de inversión de largo plazo para la prospección y producción energéticas, así como para la generación y el transporte de energía y combustibles.
De otro modo, la escasez local afectará las posibilidades de crecimiento tanto por las restricciones de oferta o el aumento de precios en la energía como por el efecto que las mayores importaciones tendrán sobre el balance comercial.

La balanza comercial en materia energética presenta una tendencia negativa. Es necesario realizar inversiones en este rubro, ya que es la única alternativa para evitar un ajuste recesivo de la economía en un futuro no muy lejano.