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Argentina
(OPINIÓN) MANUEL SOLANET: “POR QUÉ BAJA LA DEMANDA DE DINERO”
13/07/2008

Por qué baja la demanda de dinero

El Cronista, Buenos Aires
Por Manuel A. Solanet, ingeniero
El conflicto con el campo y la inflación son algunas de las circunstancias que alentaron la caída de la confianza y, consecuentemente, de la demanda de dinero

El persistente aunque aún no intenso desplazamiento hacia las divisas por parte del público y las empresas, indica que la demanda de dinero local no sólo dejó de crecer, sino que ha comenzado a debilitarse. Hay un movimiento desde los depósitos a plazo fijo en pesos hacia las cuentas a la vista, y de éstas y del circulante hacia la moneda extranjera. El peso esta siendo menos valorado como reserva de valor y también como unidad de cuenta o instrumento transaccional. Tampoco se percibe un incremento en los depósitos en moneda extranjera en el sistema financiero argentino, lo que pone en evidencia un proceso de fuga de capitales hacia el exterior y hacia las cajas de seguridad. La suba en las tasas de interés ofrecidas a los ahorristas puede haber morigerado pero no ha invertido estos comportamientos. La aceleración de la inflación ha impedido que el crecimiento nominal de las tasas se perciba como tasas reales positivas. Además el falseamiento de los índices oficiales ha abierto un espacio mayor para imaginar una inflación más alta y menos controlada.

Desde 2002 el proceso de monetización de nuestra economía ha tenido tres etapas. A partir de una situación de clara demonetización como consecuencia de la crisis del 2001 y a partir del segundo semestre de 2002, la creación de moneda evolucionó luego más rápidamente que el PBI nominal. El factor de creación fue la emisión resultante de la compra de reservas por parte del Banco Central. La política de un dólar alto congeniaba con la capacidad del sistema de absorber los pesos adicionales que se emitían para defender un umbral en la cotización del dólar. El mercado de cambios aportaba un excedente de dólares por el notable superávit del balance de pagos. La relación M2/PBI subió desde 10% a fin de 2002 a 18,8% a fin de 2005. Esto se logró sin que se advirtieran presiones inflacionarias. Las expectativas se habían modificado abruptamente a favor a mediados de 2002 y la capacidad altamente ociosa en la industria y el elevado desempleo jugaban por su lado a favor de evitar una inflación de costos.

A partir de 2006 las expectativas habían tenido un cambio y no en el sentido positivo. A partir de allí y hasta el primer trimestre de 2008 la demanda de dinero sólo creció en relación directa al incremento nominal de la actividad económica. La política monetaria tomó en cuenta ese cambio y el Banco Central se movió dentro de metas de expansión del M2 que acompañaron el crecimiento real del PBI más la inflación esperada. Se hizo necesario compensar mediante la absorción a través de la colocación de letras, la fuerte expansión que requería la defensa del tipo de cambio. El stock de letras (Lebacs y Nobacs) creció así gradual y significativamente. El incremento de este stock entre el 1º de enero de 2006 y el 31 de diciembre de 2007 fue de 29.000 millones de pesos, lo que significó una absorción del 55% de la expansión producida por la compra de reservas en ese mismo periodo.

El conflicto con el campo acrecentó el deterioro de la confianza que ya antes venía observándose. El riesgo país ya venía creciendo desde comienzos de 2007 cuando se inició la manipulación del Indec. Durante ese año la inflación real se aceleró y en el último trimestre se evidenció un deterioro de la situación fiscal debido al fuerte aumento del gasto y particularmente de los subsidios. Las distorsiones en el sistema de precios y el retraso de las tarifas fueron aumentando los presagios de una corrección que no pudiera evitar un golpe de inflación. Paralelamente el apoyo político al gobierno se derrumbó. Todas estas circunstancias abonaron la caída de la confianza y consecuentemente de la demanda de dinero. En el último día hábil de 2007 la relación M2/PBI había descendido a 16,5% y a fin de junio de 2008 se la estimó en 14%. Nuestro país conoció procesos de desmonetización más agudos en sus crisis inflacionarias, pero hoy hay riesgo y se hacen imprescindibles las reformas que recuperen los equilibrios y las confianzas perdidas.

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