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Debate
(EDITORIAL) "WEATHER CHANNEL", POR DANIEL BOSQUE*
22/06/2008
Mining Press
"Último llamado" parecen decir los parlantes del mundo a la Argentina, y en particular a sus gobernantes, para que se pongan a la altura de las circunstancias.

Parece increíble pero no lo es. El país, que se encontró a lo largo de esta década con una situación de incomparables ventajas, amenaza con encaminarse a un nuevo escenario de decepción, en otro episodio de la frustración de esos que jalonaron casi dos siglos de nuestra historia.

Un nuevo sujeto social y económico -producto de la prosperidad de las commodities- el potente sector agrario, acaba de pedir pista en la palestra nacional para reclamar por su parte en la renta nacional. El Poder Ejecutivo, monopolizado por el partido que gobernó más de 30 de los últimos 60 años, le ha negado la condición de interlocutor válido y pretende someterlo, dándole de paso una lección-mensaje al resto de la sociedad: quien no acepte el libreto, padecerá las consecuencias. “El que no suma, resta”, Julio De Vido dixit.

Pero tal como sucede más de una vez en casos como éste, la prolongación del litigio chacarero ha llevado a sus dirigentes, y a un amplio sector de la sociedad que simpatiza con sus reclamos, a cuestionar una docena de p i l a res básicos en los que se asienta el concepto de "redistribución de la riqueza" del actual modelo.La coparticipación de impuestos, el volumen, manejo y destino de las retenciones a las exportaciones, la enfermiza relación de poder entre la Nación y las provincias, son criticadas por quienes comenzaron por pedir sólo lo tributario sectorial. Como en el mayo parisino del ‘68, "Que nada nos impida soñar" parecen decir, entre tantas pesadillas, los agropecuarios variopintos.

Repasar las noticias y el ánimo de los ciudadanos de esteincierto 2008 es por cierto un ejercicio poco grato. Con el humor social por el piso y el consenso increíblemente minado, el gobierno Kirchner-Kirchner no acierta a disciplinar ni a convencer. Mientras tanto, el déficit alarmante de inversiones, de los que pocos hablaban hace un año, es hoy tema de conversación y análisis obligado. La minería, por ejemplo, puede dar fe de ello, con la cautela con que se ha tomado las cosas: si no hay confianza, han dicho los empresarios, difícilmente habrá proyectos, fondos, producción de riquezas.

Para más desilusión, algunas noticias invitan a la perplejidad. Basta citar el hostigamiento judicial al máximo directivo de Minera Alumbrera, la mayor mina en operaciones del país, en una causa traída de los pelos, cuya re s u rrección fue leída en el sector como un represalia por un reciente amparo obtenido en el reclamo de estabilidad fiscal. La muerte preventiva de la minería metalífera y del uranio en Córdoba , en una suerte de aplicación de la “Doctrina Cobos”, es otro dato lamentable de como los funcionarios argentinos, para escaparle al escrache de grupos de presión le escapan también a pensar el desarrollo del país.

Así las cosas , no es un secreto para nadie de que el clima para invertir en el país está enrarecido, por decirlo de una manera suave. Y las cifras lo reflejan: en 2007, la inversión en Brasil creció un 81%, en la Argentina, el 14%.

En medio del desconcierto, todavía hay políticos, empresarios y politólogos que lucran con la prédica de cómo emular aquí los célebres y españoles Acuerdos de la Moncloa. Sería aconsejable terminar con esta farsa: cualquier pacto social debe tener, por delante y por detrás, la voluntad de construir, de resignar, de arbitrar sin corruptelas, para conseguir el bien común. Y fundamentalmente, el Estado debe proveer el marco propicio que no es otra cosa que la responsabilidad y envergadura de sus instituciones, comenzando por el Congreso Nacional, devenido hoy en un domesticado y cómodo espectador de cuanto sucede en la Argentina .

Es hora de que gobernantes y gobernados tomen nota de que han cambiado los vientos. En el file de las notas editoriales de Mining Press, el lector encontrará una idea reiterada: la suspicacia frente a la manipulación estadística. No es válido, advertimos, el remanido argumento gubernamental de que la Nación ha crecido "a tasas chinas". Como en las crisis memorables de los ‘70 y ‘80, en un perverso Juego de la Oca, el crecimiento del PBI posterior a la debacle de principios de siglo, sólo ha servido, en buena parte, para recuperar lo perdido entre1998 y 2002.

Crecimiento, crecer, es otra cosa. Por ejemplo, consolidar la infraestructura necesaria que sostenga el desarrollo en el tiempo. Si estas tareas elementales del buen gobierno no se acometen, esta Argentina del Tren Bala y la inflación trucha se avizora, en términos absolutos y relativos, como un país más pequeño.

¿Qué he hecho yo para merecer esto? se preguntan los azorados ciudadanos. Todos tenemos nuestro papel y nuestra pequeña o gran responsabilidad en esta historia. Pero estamos a tiempo de cambiarla, aunque no hay que engañarse: cada día que pasa quedan menos balas en el cargador para matar al tigre de la decadencia.

*Director de Mining Press y EnerNews


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