Preocupación empresarial por la negociación salarial
Clarín, Buenos Aires
Por: Marcelo Bonelli
Los pedidos de aumentos desmedidos tendrían efectos inflacionarios. El Gobierno, en el cual hay fuertes disputas por espacios de poder, busca ordenar las negociaciones.
La Unión Industrial fue la primera en lanzar la dura advertencia: los industriales temen que un desborde salarial complique al actual y exitoso modelo de crecimiento.
En sigilo, los influyentes y poderosos miembros de la Asociación Empresaria Argentina comunicaron la misma preocupación a la Casa Rosada. Esta cúpula de hombres de negocios se reunió y llegó a una conclusión: AEA sostiene que los reclamos abusivos de salarios pueden desencadenar una carrera inflacionaria. Jaime Campos, el director ejecutivo de AEA , así le dijo a Clarín: "Consideramos que para preservar el crecimiento tiene que haber moderación a la hora de reclamar salarios, porque se corre un innecesario riesgo inflacionario". Y agregó: "La inflación le quita previsibilidad a la economía y eso atenta contra la inversión que necesita Argentina".
La cúpula de la AEA —encabezada por Luis Pagani— hizo múltiples consultas y transmitió en privado su advertencia a los ministros Carlos Tomada, Julio de Vido y Alberto Fernández. El movimiento tiene un único y profundo temor: que haya desbordes que regeneren una negativa carrera precios-salarios.
Frente a estas dudas, la Casa Rosada, se movilizó esta semana. Cristina Fernández respondió a los interrogantes con dos señales políticas de fondo: anunció un superávit fiscal récord y uno comercial que triplica al de enero de 2007. La Presidenta dijo en la intimidad de Olivos: "Nadie puede hablar seriamente de inflación con estas cuentas". Alberto Fernández, el jefe de Gabinete, transmitió ese mensaje a varios hombres de negocios: "No puede haber inflación con los fundamentos macroeconómicos consolidados. Dejen de alimentar fantasmas".
También la Presidenta aceleró el cierre del acuerdo con los camioneros. Esta semana se anunciarán cinco acuerdos similares, para dar una señal de control.
Pero las dudas persisten, por la presión de los costos. Ayer un informe reservado del experto Daniel Funes de Rioja precisa que "el acuerdo salarial de camioneros incluye un alza real del 24,5% y puede llegar hasta el 26,3%". Funes de Rioja tuvo activa participación en la dura reunión de la cúpula de la UIA. El martes, el encuentro abrió con un informe del empresario del cual se desprende que los reclamos salariales ahogan las ganancias de sectores intensivos en mano de obra y que eso puede acelerar una remarcación de precios.
Los delegados de la COPAL acompañaron ese planteo y fueron los más intransigentes. Los empresarios estaban impresionados por la agresividad gremial en el conflicto de Arcor. Roberto Doménech, Adrián Kauffman y Miguel Acevedo —todos de COPAL— fueron los que más insistieron en endurecer el documento final de la UIA. Los tres coincidieron en un argumento de fondo: en lugar de operar las cifras del INDEC, los ministros debían trabajar para evitar la suba de costos fabriles.
Horacio Martínez —un legendario negociador salarial— dijo: "Los reclamos sindicales nada tienen que ver con ningún número sensato de la macroeconomía". Juan Carlos Lascurain percibió el clima caliente y propuso reclamar un tope salarial de sólo el 12%. Una jornada antes había hablado del 15%. El enojo de los industriales también obedece a la actitud de los funcionarios del Gobierno. Salvo las gestiones de Alberto Fernández y de Julio De Vido, ven muchas internas y que ningún ministro intenta frenar los desvíos sindicales.
En la Unión Industrial están inquietos por la permisividad del ministro de Trabajo hacia la CGT y sostienen que Tomada no tiene ecuanimidad en las negociaciones.
También les molesta la constante ausencia en temas clave del ministro Martín Lousteau y les fastidia las intromisiones de Guillermo Moreno. La profundización de la pelea entre ambos funcionarios obedeció a dos cuestiones: una disputa por las retenciones en las naftas y la actitud de Moreno de intentar operar como una suerte ministro de Economía paralelo. Lousteau le reprochó así: "El ministro de Economía soy yo", cuando Moreno le expresó que no iba a cambiar la resolución que incluye retenciones a las naftas. Había sido un reclamo al Palacio de Hacienda de los petroleros encabezados por Carlos Bulgheroni. El secretario de Comercio le respondió: "Vos tenés muchos títulos, pero poca calle", en alusión a que esa resolución había sido redactada de puño y letra por el ex presidente Néstor Kirchner. Ahí se armó la trifulca, frente al jefe de Gabinete. La paciencia del ministro Fernández evitó que Lousteau intentara demostrar a las trompadas que también tenía calle y tribuna. La pelea ocurrió a mediados de enero y después hubo otra confrontación —más civilizada— por el índice de precios.
A Lousteau —hace una semana— le irritó que Moreno haya reunido a periodistas y empresarios para hablarles, como si fuera ministro, de todos los problemas económicos y no de los de la Secretaría de Comercio. Moreno dijo en esa reunión: "La inflación y el tema energético están controlados. Los problemas son otros y macroeconómicos". Ahora Lousteau salió a pegarle duro: cuestionó en la Casa Rosada el manejo de subsidios a los alimentos que realiza Moreno.
Los hombres de negocios miran asombrados la pelea. Saben que es lógico que haya disensos. Pero consideran que las disputas por espacios de poder le quitan energía al Gabinete y evitan una cuestión de fondo: que trabajen en la sintonía fina para evitar una escalada de precios.