Por Pamela Cox. Vicepresidenta del Banco Mundial para América Latina y el Caribe
Por su ejemplo en protección ambiental, el vecino país fue elegido para ser sede de la reunión entre legisladores de las naciones que conforman el G8 y otras economías emergentes, tendiente a buscar acuerdos en esa área. El encuentro arranca mañana

Cuando cien legisladores de los países que conforman el Grupo de los Ocho (G8) y otras economías emergentes (Brasil, China, India, Sudáfrica y México) se reúnan el 20 y 21 de este mes en Brasilia para abordar, junto con líderes del ámbito empresarial, un acuerdo post 2012 (cuando expira el Protocolo de Kyoto) seremos testigos de un cambio en la forma en que se conducen las negociaciones globales.

Organizado por Globe Internacional, una red mundial multipartidaria de legisladores, el diálogo se inició tras la Cumbre del G8 en Gleneagles, Escocia y ha logrado influir en los gobiernos del G8 y en los de economías emergentes. Después de las fructíferas reuniones en el Parlamento Europeo, en el Senado de Estados Unidos y en el Bundestag alemán, se consensuó que es el momento preciso para que los debates se realicen en una economía emergente.

Pero, ¿por qué Brasil? Porque la comunidad internacional reconoce que Brasil debe ser parte de la solución global al cambio climático. Esta nación ha logrado abordar sus propios desafíos de desarrollo y se ha convertido en líder mundial en algunas áreas del ámbito medio ambiental.

Brasil es ejemplo al tener una matriz energética no contaminante, mucho menos contaminante que la de la mayoría de los países ricos. Gracias a ello, ha dejado atrás la dependencia energética por medio de la expansión del uso de fuentes de energía alternativas, como la producción de energía hidroeléctrica, etanol y biocombustibles.

Pese a la gran complejidad y obstáculos que enfrenta en relación al uso sostenible y la protección de los recursos forestales más grandes del planeta, mayores que toda Europa occidental, Brasil ha demostrado un compromiso claro y ha alcanzado enormes logros. El país dedica 25% de su territorio (más de dos millones de kilómetros cuadrados) a áreas de protección, gracias a la creación de unas 100 millones de hectáreas de zonas protegidas municipales, estatales y federales, y la demarcación de una superficie equivalente de tierras indígenas.

Por otro lado, en Brasil el 15% de la madera se extrae mediante técnicas sustentables de gestión forestal, mientras que hasta hace 15 años, la cifra era casi cero.

Los países en desarrollo reconocen que el cambio climático es una amenaza mundial y les preocupa su impacto en la economía, los medios de subsistencia y la calidad de vida de su población. No obstante, ninguna solución será plausible si se vislumbra que ésta resulta en un obstáculo al crecimiento de los países en desarrollo.

Según la ONU, para que los países en desarrollo transiten hacia una economía con bajo consumo de carbono en 2030, se requieren inversiones del orden de u$s 100.000 millones por año, además de entre u$s 28.000 millones y u$s 67.000 millones para adaptarse al daño que ya ha causado el cambio climático. Para reducir las emisiones de carbono es necesario un sistema global más justo, donde países desarrollados y en desarrollo puedan crecer en igualdad de condiciones. Las naciones ricas saben que si contribuyen financieramente a un desarrollo ecológicamente sostenible en los países en desarrollo, ello beneficiara a todo el planeta.

El Banco Mundial, como cooperativa global de países desarrollados y en desarrollo contribuye hacia el logro de dicho objetivo. Ha comenzado a diseñar mecanismos financieros innovadores y concesionarios para el desarrollo de energías no contaminantes y la adaptación al cambio climático, con el apoyo del Reino Unido, Estados Unidos y Japón.

En un futuro próximo, los fondos fiduciarios que administra el Banco Mundial, para reducir las emisiones de carbono llevarán el financiamiento para disminuir las emisiones a sectores de la economía, como el transporte, en lugar de sólo realizar contribuciones por proyectos. En la reciente conferencia de Cambio Climático en Bali, se lanzó el Fondo para reducir las emisiones por medio de la protección de los bosques [FCPF, por su sigla en inglés], un mecanismo de financiamiento pionero para combatir la deforestación tropical y el cambio climático. Estos proyectos ampliarán el alcance del mercado de emisiones y las herramientas disponibles para futuras negociaciones sobre el cambio climático. Los legisladores que se reunirán en Brasilia tendrán la oportunidad de avanzar en una agenda positiva basada en soluciones prácticas junto con el sector privado, están en una posición única para decidir qué soluciones son a la vez prácticas y políticamente viables.