El imperio siempre vigente de los Bulgheroni
Perfil, Buenos Aires
Durante la era K, en el sector petrolero han crecido escencialmente empresarios amigos del Gobierno, como Cristóbal López o Lázaro Báez, en general con poca experiencia en la materia. Pero hay una excepción: la que conforman los hermanos Carlos y Alejandro Bulgheroni, titulares del conglomerado Bridas. Asumieron la conducción de la compañía paterna durante el alfonsinismo, crecieron exponencialmente durante el menemismo y ahora se han acercado al calor kirchnerista con un resultado notable: lograron la concesión por cuarenta años del principal yacimiento petrolífero del país.
Por Leonardo Nicosia
Por esa razón, en el entorno kirchnerista ha florecido un grupo de empresarios amigos de la Casa Rosada, en algunos casos con más escándalos a cuestas que experiencia en la materia, que recibe negocios millonarios derivados del oro negro. Entre ellos se cuentan el zar del juego Cristóbal López, el ex cadete bancario Lázaro Báez y el banquero Enrique Eskenazi.
Pero hay otro empresario petrolero que merece estar en la lista, aunque en este caso no se trata de un recién llegado al negocio de los hidrocarburos. Se trata de Carlos Bulgheroni, que junto con su hermano Alejandro tiene una notable capacidad para reciclarse. En los años noventa fue amigo de Carlos Menem y se llenó los bolsillos con jugosos negocios del Estado.
Pese a las constantes críticas oficiales a las políticas del menemismo, los Bulgheroni, como otros empresarios, lograron trabar una estrecha relación con el matrimonio Kirchner. Y tal como había ocurrido entonces, ahora también hubo un correlato: el año pasado el grupo que dirigen los hermanos recibió un permiso para seguir explotando Cerro Dragón, el yacimiento petrolífero más importante del país, que se encuentra ubicado en las provincias de Santa Cruz y Chubut.
La concesión fue polémica: se entregó sin licitación pública, por un escandaloso plazo de cuarenta años (ver recuadro). La millonaria operación tuvo la aprobación del Gobierno, lo que levantó sospechas en la oposición porque se realizó seis meses antes de las elecciones presidenciales.
A pesar de las críticas, hace dos semanas la presidenta Cristina recibió a Carlos Bulgheroni en su despacho. Los dos sonrieron para los flashes y anunciaron que habían encontrado un nuevo pozo que produciría 100 millones de barriles.
Negocios de familia. Los hermanos Bulgheroni recibieron un verdadero imperio de manos de su padre, Alejandro Angel Bulgheroni, un descendiente de inmigrantes italianos, que un día dejó la provincia de Santa Fe para ganar más dinero en Buenos Aires.
La leyenda cuenta que su primer negocio importante lo consiguió en la década del cuarenta, cuando ganó una licitación para vender bridas a la estatal YPF. Las bridas son anillos que se usan para unir tubos de petróleo. Así se le ocurrió el nombre para el Grupo Bridas, conglomerado de empresas que construyó durante el resto de su vida.
Cuando Bulgheroni padre falleció en 1985, sus hijos heredaron la compañía. ¿Cuál de los dos hermanos se hizo cargo de la nave? En el organigrama oficial Carlos aparece como “Presidente”, mientras que Alejandro figura como “Vicepresidente”.
Y estos puestos formales coinciden con los roles que los hermanos adoptaron cuando se quedaron con Bridas. Carlos es el que toma las decisiones más importantes del grupo empresario, aunque trata de ponerse de acuerdo con su hermano para evitar peleas.
La distribución de poder también se relaciona con que tienen especialidades distintas. Alejandro es el más indicado para las cuestiones técnicas, sobre todo relacionadas con el petróleo. Es que el hermano mayor –64 años– es ingeniero industrial y además realizó un master en producción de petróleo en la universidad norteamericana de Austin.
Al mismo tiempo, Carlos parece el mejor para hacer “lobby” con empresarios o con políticos. Este abogado de 62 años, que hace unos años se mudó a Italia, todavía mantiene una increíble habilidad para persuadir.
Tampoco se puede negar que tiene capacidad para superar dificultades. Cuando tenía 24 años le anunciaron que tenía cáncer en los ganglios: nadie le podía asegurar que su vida se salvaría. Tuvo que soportar interminables tratamientos de radioterapia y quimioterapia que al final lo sacaron adelante.
Amigos del poder. Los hermanos Bulgheroni tienen una envidiable capacidad para hacerse amigos de los presidentes. En los turbulentos años ochenta afianzaron su amistad con Raúl Ricardo Alfonsín. También revistaron en las filas de los “capitanes de la industria”, un grupito de empresarios de buena relación con los radicales.
En abril de 1985 los “capitanes” tuvieron un recordado encuentro con el entonces Presidente. Le ofrecieron su respaldo y le pidieron que aplicara una economía de guerra contra el salario. En la mesa bien servida de Olivos, todos estuvieron de acuerdo con que Carlos Bulgheroni oficiara de enlace con el gobierno radical.
A fines de los años ochenta, a los hermanos Bulgheroni les estallaron dos escándalos en la cara. Uno de ellos tenía que ver con la pata financiera del grupo: el Banco del Interior y de Buenos Aires (BIBA), que terminó fundido y con una deuda de al menos 80 millones de dólares con sus clientes. El otro episodio involucraba a otra empresa que tuvieron que abandonar: Papelera del Tucumán (PT), acusada de fraude fiscal.
Durante los festivos años noventa, Carlos Bulgheroni cultivó una fuerte amistad con el entonces presidente, Carlos Menem. La “buena onda” con el riojano no se limitaba a estar presente en los multitudinarios cumpleaños que hacía en Anillaco.
Lo cierto es que esa química especial que había entre los dos se puede confirmar en algunos favores que el empresario le hizo al riojano:
El grupo Bridas aportó 500 mil dólares para la primera campaña presidencial de Carlos Menem. Así lo informó en aquel momento Luis Barrionuevo, uno de los recaudadores oficiales.
El banco de los Bulgheroni entregó un jugoso crédito sin garantías a un pariente de Menem. El BIBA le otorgó un préstamo de 144 mil dólares a Alfredo Carim Yoma, cuñado del presidente y subsecretario de Asuntos Especiales de la Cancillería. La operación se hizo tres semanas después de comenzada la administración menemista. En los papeles ni siquiera figuraba el DNI de Yoma.
Cuando Carlitos Menem (Junior) se dañó la rodilla en un accidente de motocicleta, Carlos Bulgheroni no dudó en viajar con él y Zulema Yoma hasta Estados Unidos, para ponerlos en contacto con los médicos de la misma clínica norteamericana en donde él se había tratado de cáncer.
Para agregar otra muestra de la cercanía con el menemismo, alcanza con mencionar que la mismísima mujer de Alejandro Bulgheroni trabajó para ese gobierno. Matilde “Bettina” Guardia fue subordinada de Carlos Corach cuando éste fue secretario general de la Presidencia y ministro del Interior.
Mientras estas cosas ocurrían durante la década de los noventa, los Bulgheroni vieron crecer exponencialmente su imperio y se quedaron con varias áreas de explotación que pertenecían a la desguazada YPF.
La patria contratista. La relación de los hermanos petroleros con Néstor Kirchner no fue tan buena al principio. En octubre de 2003, el entonces Presidente derogó un decreto de Carlos Menem que había paralizado los juicios del Estado contra las empresas de Bulgheroni. De esta manera, se abría el camino para reactivar las demandas por los escandalosos casos de BIBA y Papelera del Tucumán.
Pero con el paso del tiempo, el vínculo fue mejorando de manera notable. En diciembre de ese mismo año, Carlos Bul-gheroni fue recibido por Kirchner en su despacho. Allí estuvo presente también el ministro de Planificación, Julio De Vido, que en este caso ofició de nexo con la Casa Rosada.
La relación se volvió tan buena que en mayo del año pasado, cuando se empezaba a hablar de una eventual compra de la empresa YPF, los magnates de Bridas estuvieron en la lista de postulantes aprobados por el kirchnerismo.
La frutilla del postre fue la extensión por cuarenta años de la explotación del yacimiento petrolero Cerro Dragón, el más productivo del país, en una operación que tuvo el visto bueno del Gobierno nacional.
Para despegarse de sus antecedentes de empresario afín a los negocios con el Estado argentino, Carlos Bulgheroni suele agitar un ambicioso proyecto para la construcción de un gasoducto que atravesaría todo Medio Oriente –desde Turkmenistán hasta Pakistán–, y contar cómo convenció a todas las tribus que deberían aprobar el trayecto.
¿Alcanzará para limpiar su imagen de “empresario de la patria contratista”?