Davos pide más Estado
Clarín, Buenos Aires
Por: Dominique Moisi
Este año, el Foro de Davos fue menos un barómetro que nos ayuda a comprender las tendencias mundiales que un espejo de las ideas, las inquietudes y los rumores de moda.
El peligro de Davos radica en su mezcla de clases llenas de palabrería y el mundo real de la política y los negocios. El conformismo fluye naturalmente de estos encuentros y crea un mundo en el que todos tienden a pensar parecido.
Lo que estuvo de moda en Davos este año fue pensar que la crisis refleja dos profundas tendencias globales: la primera, el declive de la influencia de Estados Unidos. La crisis de las hipotecas basura en Estados Unidos se percibe como algo que no hace más que acelerar el irresistible ascenso de Asia y el paso desde un mundo unipolar a uno multipolar, a pesar de que la crisis financiera generalizada también termine afectando el crecimiento asiático.
La segunda tendencia que se subrayó en Davos es el retorno al Estado. En el último número de Foreign Affairs, el fundador y presidente del Foro, Klaus Schwab, pregunta cómo las empresas pueden salvar al mundo. Sin embargo, con la crisis financiera colgando sobre las cabezas de los participantes de Davos como la espada de Damocles, la pregunta fue "¿pueden los Estados y las instituciones internacionales salvar a las empresas?"
El retorno al Estado, incluso si es el poder de la Comisión Europea para sancionar a Microsoft, estuvo en boca de todos y no hizo más que reforzar el creciente escepticismo acerca del mercado y la peligrosa avaricia de sus principales actores.
Esta tendencia, si es confirmada por la realidad, podría significar el fin de lo que simboliza Davos: un mundo abierto, global y transparente. En realidad, ¿está preparado el mundo para un regreso a las políticas proteccionistas y los reflejos nacionalistas? ¿Ocurrirá que la libertad y transparencia actuales, por haber producido resultados indeseados, terminen en un retorno a restricciones a los movimientos de bienes, personas y capitales?
Copyright Clarín y Project Syndicate, 2008.