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Argentina
CARLOS HELBLING: "LA CRISIS FINANCIERA INTERNACIONAL Y NOSOTROS"
05/02/2008

La crisis financiera internacional y nosotros

La Nación, Buenos Aires

Por Carlos Conrado Helbling
En julio del año pasado se inició una crisis financiera en los Estados Unidos, que progresivamente se fue extendiendo a la mayoría de los mercados de valores del mundo. Hoy se habla de una crisis financiera mundial, que despierta incertidumbre y preocupación.

Y, por si la crisis per se no resultara suficiente, en las últimas semanas fue acompañada por recriminaciones que se dirigieron los antiguos presidentes de la Reserva Federal de los Estados Unidos Paul Volcker, Alan Greenspan y su actual presidente, Ben Bernanke, criticando, cada uno de ellos, la actuación de su antecesor. Esto acrecentó en el mundo de los inversores el desconcierto, hasta que uno de los ex presidentes, con sobrado criterio, manifestó que la crisis era ya suficientemente dañina como para no seguir con esta discusión.

El problema no se resuelve manejando únicamente las tasas de interés interbancarias en los Estados Unidos. La principal motivación por la cual esta crisis financiera se extenderá por un tiempo, lamentablemente bastante largo, radica en una falta de confianza en el manejo del mercado bancario en general, y en el no éxito -para calificarlo de manera indulgente- y la ineptitud de los organismos de control nacionales. La imagen de incertidumbre no ayudará a mejorar la reputación de los bancos en el público.

Es difícil de entender que, en el mundo actual, las pérdidas que ya asomaban en los principales bancos del mundo no fueran conocidas con anticipación. La responsabilidad de los organismos de supervisión de los bancos -no de los bancos centrales, cuya función es apagar incendios en situaciones extraordinarias- es grande. Y estos organismos tienen, en cada país, nombre propio: Securities & Exchange Commission en los Estados Unidos; Financial Services Authority en el Reino Unido; Bundesanstalt für Finanz en Alemania; Autorité des Marchés Financiers en Francia, etc.

¿Es aceptable que al cierre del último trimestre de 2007 la mayoría de las grandes instituciones financieras en muchos países hayan informado, casi como al pasar, que debitaron a pérdidas 10.000 millones de dólares o más, en razón de créditos hipotecarios no cobrados, además de otros conceptos, y luego hayan afirmado " business as usual" (los negocios siguen como siempre), totalizando las pérdidas, hasta la fecha, 133.000 millones de dólares, sin otras explicaciones acerca de los responsables? De las siete instituciones financieras más importantes del mundo, tres han desplazado a sus directores generales, pero habiéndose retirado éstos con suculentos bonos. Es cierto que el afán de dinero parece no tener límites en nuestra sociedad posmoderna. Sin embargo, por algo se han creado las entidades de control, para velar por la transparencia y la buena gestión. ¿Dónde han quedado estos códigos? Wall Street dio a conocer los principales balances trimestrales de fin de año, que absorbieron pérdidas cuantiosas y los mercados temblaron. Deben ahora dar a conocer sus balances los grandes bancos europeos; los montos que serán pasados a pérdida preocuparán una vez más a los inversores, en virtud de que los organismos de vigilancia no funcionaron.

El viernes se reunirán en Tokio los ministros de economía y presidentes de los bancos centrales de los G-7 (las economías más gravitantes del mundo). El objetivo será debatir los caminos a seguir para recuperar la credibilidad en el sistema. Está demostrado que tal credibilidad se pierde rápido, pero se tarda mucho en recuperarla. Participarán de esa reunión el presidente del Banco Central Europeo, el director gerente del Fondo Monetario y, a sugerencia de éste, un hombre clave: Mario Draghi, presidente del Foro para la Estabilidad Financiera (FSF), a su vez gobernador de la Banca de Italia y ex director del Tesoro de su país. Este Foro, creado en 1999, comprende a los principales controladores bancarios del mundo. Ojalá que la firmeza de Draghi, y sus sugerencias, que suponemos serán de adoptar medidas más rigurosas de control, impulsen la implementación de lo que el Foro recomiende. Puede preverse que serán también invitados los ministros de Economía de Brasil y México.

¿En qué afecta a nuestro país la crisis financiera internacional? Duele admitirlo: en los últimos decenios nos hemos vuelto poco relevantes en el concierto de las naciones. Poseemos un país maravilloso que no sabemos administrar, somos malos gestores de la hacienda pública. Y, paralelamente, hemos ido sufriendo una pérdida de los valores esenciales como el trabajo, la educación, la honestidad, la solidaridad con los millones de indigentes. Nos hemos ido aislando del mundo, careciendo de curiosidad por las grandes transformaciones que se dan en él.

Y para complicar aún más las cosas, desde hace más de medio siglo, una inflación permanente ha corroído el país, bajo el signo de sucesivos gobiernos. Sin inflación, cuántos problema cotidianos nos hubiéramos ahorrado: la permanente discusión de precios y salarios, la puja con los gobiernos provinciales, la compensación a los jubilados, los problemas derivados de las deudas externa e interna contraídas con total irresponsabilidad, ahorristas estafados y, paradójicamente convencidos de que, a pesar de todos los males enumerados, podríamos atraer cuantiosas inversiones extranjeras. Dentro de este marco, los ahorristas argentinos, cuyos fondos fueron devorados por la inflación a lo largo de más 50 años, prefirieron girarlos al exterior en montos tan elevados que sobrepasan nuestra abultada deuda externa. ¿A dónde apunto? A que los argentinos más afectados por la crisis son los que poseen inversiones en el exterior, y que, en estos meses, han visto cómo decrecían a igual que el valor de sus signos monetarios.

Respecto de las reservas de nuestro Banco Central, Tesorería y bancos, son sin duda montos menores. Quizá valdría la pena crear en estos momentos los bien conocidos sovereign wealth funds (fondos de riqueza soberanos), no constituidos únicamente por divisas que se devalúan, sino también por bienes inmuebles y participaciones en empresas extranjeras. Recordemos también, como afectados por la crisis, a los millones de ciudadanos, pequeños ahorristas, que poseen sus ahorros "debajo del colchón".

Por lo demás, poco es lo que puede hacer la República para contrarrestar la crisis que se da en el territorio de los "poderosos". A menos que, en razón de las extraordinarias ventajas comparativas potenciales (hasta ahora sólo potenciales) que posee nuestra patria -reservas de agua potable como pocas regiones; un suelo de una fertilidad envidiable; una extensa plataforma submarina; una minería aún muy lejos de ser explotada en sus verdaderas posibilidades (con moneda estable, por cierto)- a menos, repito, que la Argentina estuviera dispuesta a "jugar" junto a los grandes, e integrarse al mundo.

El caso de Brasil es llamativo. ¿Podemos quizá decir envidiable? Un mero ejemplo: el mercado de valores de San Pablo, en su monto anual operado el año pasado, no sólo ha sido mayor que el nuestro, sino que fue ¡83 veces mayor! Nuestro mercado de valores ha sido igualmente superado, el año pasado, en montos anuales, no sólo por el de Santiago, Chile, sino también por el de Colombia y el de Perú. Da que pensar.

Somos un pueblo demasiado manso, desprovisto de ambiciones desbordantes, indiferente en muchos aspectos. ¿No será hora de cambiar? ¡Soñar no cuesta nada!

El autor es economista, especialista en temas internacionales.



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