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Argentina
GUILLERMO ROSENWURCEL: "LA HERENCIA DE CK: INFLACIÓN Y ENERGÍA"
22/10/2007
iEco, Buenos Aires
ECONOMISTA. EX SECRETARIO PYME PROFESOR UBA Y UNSAM

El actual Gobierno postergó las medidas necesarias para enfrentar estas dos cuestiones.

Los problemas que recibirá la futura administración ya no pueden achacarse a la crisis de la convertibilidad, escribe el autor. Pero haber superado la crisis no significa que todo marche sobre rieles. "Además de que la sostenibilidad del crecimiento dista de estar garantizada, falta mucho en el combate a la pobreza y no se avanzó prácticamente nada en mejorar la distribución del ingreso". Pero estas cuestiones no se resuelven en el término de un período presidencial.

La herencia recibida es un clásico de todos los recambios presidenciales, pero en esta oportunidad si, como todos los pronósticos lo sugieren, Cristina Kirchner se convierte en la nueva presidenta, en lugar de una buena excusa para ganar tiempo ante las inevitables dificultades de todo nuevo gobierno, puede convertirse en un verdadero incordio para la señora del actual mandatario.

Una cosa es incuestionable: los problemas que recibirá la futura administración ya no pueden achacarse a la crisis de la convertibilidad . E l desempeño económico de los últimos años y, en particular, el combo de rápido crecimiento económico y drástica reducción del desempleo, cualquiera sea el juicio que el gobierno merezca por ello, dejaron definitivamente atrás ese episodio.

Pobreza y distribución Haber superado la crisis no significa, claro está, que todo marche sobre rieles. Además de que la sostenibilidad del crecimiento dista de estar garantizada, falta mucho en el combate a la pobreza y no se avanzó prácticamente nada en mejorar la distribución del ingreso. Pero estas cuestiones ciertamente no se resuelven en el término de un período presidencial y, por lo tanto, nadie puede sensatamente responsabilizar al gobierno por su persistencia. Sin embargo, una cosa es no ser responsable y otra bien distinta es haber obrado adecuadamente frente a los problemas planteados. La herencia que recibirá el nuevo gobierno tiene que ver, precisamente, con la manifiesta decisión política del actual de postergar sistemáticamente la aplicación de las medidas necesarias para hacer frente a esas cuestiones.

Dos son los emergentes más evidentes de esa decisión, más virulento uno y menos visible pero igualmente nocivo el otro: la aceleración inflacionaria y la crisis energética. La dimensión que alcanzaron ambos fenómenos es responsabilidad primaria de este gobierno. Justamente por esa razón, es poco probable que, en la medida que alguno de ellos se agudice, la ciudadanía se muestre demasiado tolerante con CK si ésta es la nueva presidenta.

Tal vez consciente de que no le será tan sencillo basar su poder en la relación directa con la opinión pública, como lo hizo tan exitosamente este gobierno, la candidata oficialista ha hecho de la convocatoria a un pacto social una de las piedras angulares de su campaña electoral.

Una cuestión central en una convocatoria de esta naturaleza es la de definir quiénes serán sus actores. El discurso de la candidata evidencia en esta cuestión una primera contradicción. Aunque repetidamente hace referencia a los acuerdos de la Moncloa como modelo, éstos fueron suscriptos exclusivamente por los partidos políticos, sin participación de las corporaciones. En una suerte de Pacto de la Moncloa invertido, en cambio, CK parece decidida a convocar a las corporaciones y excluir a los partidos.

Concertación conflictiva El tema no es menor, porque se liga con una segunda contradicción, ésta referida no a sus actores sino al contenido del pacto. A priori ésta es una cuestión abierta que, naturalmente, cada uno de los actores involucrados percibe de manera diferente. El peli

EL DILEMA
Una cuestión central en la convocatoria a un Pacto Social es la de definir quiénes serán sus actores.




gro es que en el contexto de recalentamiento de la demanda y aceleración inflacionaria generados por la política económica actual, esa diferencia de percepciones puede transformar la convocatoria a la concertación en mecanismo de amplificación del conflicto distributivo en vez de herramienta de consenso.

En efecto, es prácticamente inevitable que en el actual escenario montado por el gobierno, donde presuntamente no hay límites al crecimiento, convocados a una negociación tripartita con el gobierno, los dirigentes empresarios y sindicales adopten una estrategia ofensiva, tendiente a maximizar las concesiones recibidas y minimizar las otorgadas, a costa, finalmente, del Estado y su frágil superávit presupuestario.

Si la concertación ha de servir para algo, en cambio, su primer objetivo deberá ser el freno de la aceleración inflacionaria, consensuando para ello medidas que favorezcan la consolidación del superávit fiscal y la contención del conflicto distributivo.

¿Todos ponen? Recordando la perinola, un juego de mi infancia que, espero, algunos lectores todavía recordarán, la efectividad del pacto social convocado por CK requiere que cuando el trompo deje de girar, el resultado no sea "tomo todo" sino "todos ponen". Para que ese resultado sea posible, este gobierno y su candidata deben admitir los desafíos a enfrentar y cambiar cuanto antes de discurso. Parece difícil, ¿será posible?

 


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