El nuevo secretario general de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) afirmó que los países productores de crudo deberían atraer más inversiones extranjeras para poder satisfacer la demanda mundial de petróleo. Pero su advertencia choca con las dificultades cada vez más grandes que enfrentan las petroleras occidentales que intentan acceder a las enormes reservas de los países que integran el cartel.
Abdalla El-Badri, ex ministro de Petróleo de Libia, dijo en una entrevista que los miembros de la OPEP, que proveen alrededor de 40% de la producción total de crudo en el mundo, necesitarían invertir hasta US$500.000 millones hasta 2020 para satisfacer la creciente sed global de petróleo. Además, reconoció que la mayor parte de esa inversión debe provenir de fuentes extranjeras en lugar de productores nacionales controlados por el Estado.
"Me gustaría ver una mayor cooperación entre las petroleras nacionales e internacionales, especialmente en los sectores de exploración y refinación", dijo El-Badri, que pasó a ocupar el máximo cargo de la OPEP en enero.
Muchos de los obstáculos que enfrentan las petroleras occidentales son duraderos. Los pozos que se encuentran dentro de las fronteras de muchos de los países de la OPEP, sobre todo los grandes productores del Golfo Pérsico como Arabia Saudita, han estado durante años fuera del alcance de las compañías extranjeras. Las naciones del cartel que promueven activamente la inversión extranjera, como es el caso de Angola y Nigeria, son una minoría.
Incluso aquellos países que tradicionalmente han dado la bienvenida a las petroleras occidentales han endurecido recientemente sus términos, a medida que el alza en los precios mundiales del crudo ha despertado un ambiente proteccionista respecto a los recursos nacionales. En febrero, las petroleras occidentales se vieron forzadas a entregar el control operativo de importantes proyectos en Venezuela a la estatal Petróleos de Venezuela SA (PDVSA). Al mismo tiempo, Argelia impuso un impuesto sobre lo que considera ganancias excesivas y ha restringido la participación de compañías extranjeras en los proyectos de producción de crudo.
Como ejemplo de cooperación, El-Badri citó un acuerdo de exploración de gas natural por US$900 millones firmado en mayo entre el gobierno libio de Moammar Gadhafi y la gigante británica de energía BP PLC. Libia ha visto un incremento de interés por parte de las petroleras occidentales desde 2003, cuando canceló sus programas de armas de destrucción masiva, lo que animó a Estados Unidos y Europa a relajar sus sanciones.
Sin embargo, en algunas de sus rondas de licenciamiento, el país ha impuesto condiciones tan duras que muchas compañías se han preguntado cómo podrían llegar a alcanzar la rentabilidad.
Durante décadas, las naciones ricas en crudo eran incapaces de explotar totalmente sus recursos sin recurrir a la ayuda occidental. Pero gracias al alza en los precios del crudo, las petroleras estatales ya no tienen que depender del capital extranjero y están haciendo grandes inversiones para impulsar su producción.
Aun así, no todos cuentan con la tecnología para encontrar y desarrollar reservas nuevas.
A su vez, algunas petroleras nacionales han sido criticadas por su escasez de proyectos de exploración e inversiones. Irán ha visto cómo su capacidad de producción ha caído en los últimos años, lo que según los analistas se debe a la falta de inversión en nuevos proyectos.