Hasta ahora el Gobierno ha podido esquivar los pedidos de los industriales de que, además de a ellos, también se les aumenten las tarifas de energía a los consumidores domiciliarios. Eso haría que el alza, distribuida entre más, sea menor. El Gobierno, que ya autorizó aumentos retroactivos y otros que regirán luego de las elecciones presidenciales, ha seguido cargando la mayor parte del costo sobre los grandes consumidores, con el argumento cierto de que el dólar alto y los aranceles, y otras medidas de limitación de las importaciones, constituyen una gran ventaja que incrementa las ganancias de los quejosos.
Pero ese argumento comenzó a perder peso. En primer lugar porque han ocurrido otros aumentos de costos que recortan las ganancias. Desde los incrementos de otros precios internos, pasando por los salarios, hasta la falta de actualización de los balances, aunque sea por la falseada inflación oficial, a la hora de calcular los pagos del impuesto a las ganancias. Hasta ahora las inversiones se financiaron con una caja que resultaba muy superavitaria, pero ese resultado ya fue profundamente recortado, mientras el Gobierno además utiliza toda clase de presiones para que no se suban los precios, explica un consultor.
El caso es que hasta ahora las inversiones industriales fueron financiadas por esa caja y las que se necesitan para el futuro ya no pueden ser solventadas así. "No hay crédito externo y en el mercado doméstico no hay crédito de mediano plazo. Tampoco se sabe si habrá energía para abastecer un eventual aumento de la capacidad de producción y nosotros no somos generadores, de modo que ¿qué incentivo hay para invertir?", dice un industrial, a modo de disculpa, a la hora de confesar que ha comenzado a importar productos terminados para atender la creciente demanda interna. "Muchos lo están haciendo", ratifica el consultor. "El único camino es que haya un banco de fomento que preste a mediano plazo y a tasas razonables. En el contexto actual sólo es capaz de hacerlo el Estado; los bancos privados no lo harán", dice otro fabricante.
El dilema energético es un componente importantísimo por la incertidumbre que genera y constituye el primer obstáculo considerable para el crecimiento de los próximos años. Reducir el consumo en un monto equivalente a dejar a la ciudad de Córdoba sin suministro no es tarea sencilla. Y es difícil pensar de dónde saldrá el crecimiento futuro si esa restricción se cumple. Los industriales quieren que el ahorro lo hagan también los domicilios. Pero es evidente que es muy difícil que eso se haga de manera voluntaria. No hay incentivo económico para hacerlo, ya que otros gastos de un domicilio han subido mucho más que la energía y es preferible y más beneficioso destinar los esfuerzos por ahorrar a otros segmentos.
Mientras, Repsol YPF dio un paso encaminado a facilitar la venta de parte del paquete accionario de la operación local. Hay quienes creen que es porque el comprador ya apareció.
