“Estoy muy preocupado, nadie sabe dónde termina esto, y lo peor es que el Gobierno no parece saber muy bien qué hacer y deja la sensación de que cambia de estrategia todo el tiempo. Es muy delicado, porque una crisis no le conviene a nadie." Quien habla es un empresario muy importante, que tiene gran simpatía por la actual administración. Y cuando dice "esto" se refiere al caso Skanska. El empresario preocupado no tiene relación con obras públicas.
Como a otros, le preocupa la velocidad con que cambia la situación política. El analista Juan Carlos de Pablo se lo dice a los empresarios que asisten a sus conferencias: "Veo una vertiginosidad política y económica fenomenal, y consiguientemente los informes políticos y económicos quedan rápidamente desactualizados". Otro empresario lo corrobora: "En el verano leía en LA NACION notas sobre el caso Skanska y parecía una cosa lejana y pequeña, nadie podía imaginar que se transformaría en lo que se transformó".
En ese contexto, el presidente de la UIA, Juan Carlos Lascurain, se reunió ayer con el presidente Néstor Kirchner y la ministra Felisa Miceli. Algo inusual, ya que el Presidente no suele reunirse con empresarios.
Claro que la nueva cúpula de la central fabril le es completamente favorable. Por primera vez, Techint, que siempre tuvo mucha influencia en la UIA, tiene un importantísimo directivo del grupo, Luis Betnaza, en la vicepresidencia primera. Pero el Gobierno, precisamente por el caso Skanska, chocó públicamente con la multinacional argentina y el Presidente la aludió en público, aunque luego la defendió del embate del presidente venezolano, Hugo Chávez, que volvió al ataque con amenazas de expropiarle Sidor.
Sin embargo, al informar sobre el encuentro Miceli señaló que no se habló de ninguna empresa en particular. En cambio, Lascurain volvió a la carga con el tema del crédito para financiar el aumento de la producción originado en mayores inversiones.
La UIA quiere un nuevo banco estatal de fomento, al estilo del Banade, que tuvo un resultado catastrófico para las cuentas públicas y causó buena parte del déficit fiscal que luego se transformó en la odiada deuda pública. ¿Por qué ahora esa demanda? Según los datos del Indec, la industria prácticamente no crece desde hace un semestre. Desde FIEL, Abel Viglione dice que en los últimos doce meses sólo creció 3,1%. Y que para seguir creciendo hacen falta máquinas, que deberían comprarse a crédito. Y todos saben que no vendrán préstamos del exterior.