CUANDO LOS RETORNOS DEPENDEN DEL VIENTO
Wall Street Journal
Los bonos catástrofe pueden ser muy lucrativos, siempre y cuando no haya huracanes ni terremotos
Para la gestora de dinero Fermat Capital Management LLC, la ganancia no depende en gran parte de los movimientos de una acción, las fluctuaciones de los tipos de cambio o las cesaciones de pago de las empresas. En lugar de eso, los retornos de Fermat dependen de la dirección en la que sople el viento.
La firma estadounidense, fundada por un catedrático en biofísica y su hermano, coloca alrededor del 90% de sus activos invertidos en bonos vinculados a catástrofes naturales, como huracanes o terremotos.
Su creciente éxito sirve para ilustrar las maneras insólitas que Wall Street está encontrando para gestionar el riesgo. Muchos inversionistas se centran más que nunca en la diversificación de sus riesgos. Fermat, la cual tiene más de US$ 1500 millones en activos, concentra su riesgo en algo extremadamente impredecible. Y con el comienzo de la temporada de huracanes, que en Estados Unidos tiene lugar el 1 de junio, está a punto de comenzar su mejor período.
Los bonos catástrofe son una manera cada vez más frecuente en la que los aseguradores reparten el peligro de pérdidas y comparten el riesgo que plantean eventos como el huracán Katrina. Los inversionistas en estos bonos reciben su dinero de vuelta y un retorno preestablecido si no se producen tormentas. Cuando hay tormentas fuertes, el valor de los bonos puede caer porque eso abre la posibilidad de que los emisores hagan uso de parte del capital que los apoya. Por ejemplo, algunos tenedores de estos bonos sufrieron pérdidas en 2005, una temporada de muchas tormentas. Pero pueden conseguir retornos superiores al 10% si la costa permanece despejada.
La emisión de esta clase de bonos ha aumentado considerablemente. El año pasado, se emitieron unos US$ 4700 millones de dichos bonos, más que los dos años anteriores combinados, según Goldman Sachs Group Inc., la cual junto a Swiss Reinsurance Co., es la principal suscriptora de esta deuda.
Muchos inversionistas se dieron cuenta, tras el desplome del mercado bursátil de 2000 y 2001, que valía la pena invertir en activos cuyos movimientos sólo están conectados remotamente con las acciones o los bonos convencionales. "Existe una demanda enorme por las inversiones que no están correlacionadas", asevera Paul Von Steenburg, vice presidente de Wilshire Associates quien actúa como asesor de inversión para los gestores de fondos de pensiones.
John Seo, uno de los fundadores de Fermat, recibe una buena parte de ese dinero. Los inversionistas institucionales normalmente colocan una pequeña cantidad de sus activos con Fermat, la cual fundó con su hermano en 2001, esperando que sus resultados estarán en gran parte desacoplados del desempeño de los mercados de bonos y acciones tradicionales.
"Nuestros inversionistas son los que se diversifican cuando entran en esta clase de activos", dice Seo, quien obtuvo su doctorado de la Universidad de Harvard en biofísica, disciplina que utiliza las herramientas de los físicos para estudiar las formas de vida.
Los bonos catástrofe se ofrecen en varias formas y, a menudo, ofrecen retornos superiores al promedio. Cuando no se producen los desastres cubiertos, los inversionistas normalmente ganan desde unos pocos puntos porcentuales a 20 puntos porcentuales por encima de la tasa de oferta interbancaria de Londres, o Libor.
Sin embargo, si un desastre natural es lo suficientemente grave, si por ejemplo el viento sopla a una velocidad determinada, o si las pérdidas aseguradas superan un umbral específico, los inversionistas pueden llegar a perder buena parte o la totalidad del principal invertido.
"Estos bonos pueden reducirse a cero con un sólo acontecimiento", aseveró John Seo en una reciente conferencia de la industria de finanzas. No quiere discutir los retornos de Fermat, específicamente. Pero dice que tienden a reflejar los retornos del mercado de bonos de catástrofes. Si no se producen catástrofes, el mercado podría registrar retornos anuales en el rango del 10 al 12%, dice.