EL CAMBIO CLIMÁTICO ES HUMANO
Editorial Diario La Nación
El cambio climático, producido por el uso intensivo de combustibles fósiles que provocan la emisión de gases de efecto invernadero, es una realidad. Así lo precisa el cuarto informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas (IPCC, por sus siglas en inglés), que se reunió en París la semana última.
En un documento breve dirigido a los responsables políticos, que demandó tres años de trabajo y la colaboración de 3000 expertos, se recogen las evidencias más rotundas halladas hasta ahora sobre este fenómeno.
La lectura del informe crea una imagen desoladora que pronostica sequías y olas de calor, el derretimiento de glaciares y un lento incremento de los niveles del mar que podría durar más de 1000 años, incluso aunque disminuyera la actual emisión de los llamados gases de efecto invernadero. La imagen refleja al desnudo y, por primera vez sin eufemismos, que el hombre es el principal responsable de los trastornos provocados por el recalentamiento de la atmósfera.
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático creado en 1988 es un ente abierto a todos los miembros de las Naciones Unidas y de la Organización Meteorológica Mundial, cuya función consiste en evaluar periódicamente, de manera objetiva y transparente, la investigación científica y técnica sobre el cambio climático, para producir informes que siempre han sido muy influyentes: sus dos primeras evaluaciones (1990 y 1995) fueron decisivas para impulsar el Convenio de Cambio Climático (Río de Janeiro, 1992) y el Protocolo de Kyoto (1997), que obliga a las naciones industrializadas a reducir sus emisiones de gases 5,2 por ciento entre 2008-2012 respecto del año 1990.
De acuerdo con el informe recientemente presentado, el calentamiento global se debe en un 90 por ciento a la actividad humana productiva, por lo que recomienda reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, especialmente a los países industrializados, responsables de la emisión de 55 por ciento de estos gases, de los cuales 36 por ciento corresponden a la industria norteamericana.
"El 2 de febrero de 2007 puede ser recordado como el día en que se eliminó el interrogante sobre si el hombre es el culpable del cambio climático", declaró Achim Steiner, el director del Programa de Medio Ambiente de la ONU.
Cabe destacar que el informe se focaliza solamente en el cómo y por qué el planeta se está calentando, no en las acciones que deben emprenderse, que serán materia de análisis y debates durante este año y que darán lugar a un detalle de los impactos ambientales y de las medidas de mitigación posibles. Este informe final será presentado en noviembre en Valencia.
Las emisiones de gases con efecto invernadero provienen principalmente de la quema de combustibles fósiles en plantas de energía, de fábricas y del uso de los automóviles, lo cual exigirá un verdadero cambio en nuestros hábitos, además de una transformación de los sectores energético y automovilístico.
Hasta ahora una lógica perversa pretendía afirmar que sobraban argumentos para demostrar que el calentamiento global era un fenómeno natural, ajeno a las actividades del hombre, lo cual justificaba la falta de una conducta, por lo menos precautoria. Ahora sabemos que no se trata de un mal augurio ni de una película de ficción. Se trata de una situación inequívoca, una contundente advertencia que tiene un profundo contenido ético. Si no se realizan cambios efectivos en nuestras conductas, entre otras consecuencias, las próximas generaciones conocerán un mundo diferente: los recursos de agua potable disminuirán, se potenciaran varias enfermedades, se elevará el nivel del mar y varios millones de seres humanos deberán abandonar sus hogares.
"Cualquiera que se arriesgue a no hacer nada sobre la base de la evidencia presentada aquí, algún día será considerado como irresponsable en los libros de historia", destacaba Steiner frente a las cifras de un termómetro que registró un incremento de 0,7 grados de temperatura en el siglo XX y que no puede disimular que los diez años más cálidos desde que se comenzó a tomar registros, en la década de 1850, se han producido desde 1994.
Es cierto que América latina es solamente responsable de un escaso 5 por ciento de la emisión total de gases de efecto invernadero, pero ello no debe promover nuestra inacción ni la politización de este problema de la humanidad. Quizá no hay aún una verdadera sensibilidad para advertir la importancia de cuanto está en juego, pero es indispensable crearla, promoverla. No se está hablando de problemas irreales: todos sufriremos las consecuencias de este fenómeno y es imprescindible que los ciudadanos y los gobiernos tengan la suficiente lucidez para tomar conciencia de que es necesario actuar de inmediato para evitar padecimientos que todavía ni siquiera imaginamos. Todos hemos contribuido hasta ahora al calentamiento global, pero el presente exige hacer cambios, y debemos hacerlos.