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Debate
CHÁVEZ Y NUESTRA SOBERANÍA ENERGÉTICA
30/01/2007

CHÁVEZ Y NUESTRA SOBERANÍA ENERGÉTICA

(Editorial Diario La Nación)
Nuestro país tiene de qué preocuparse con el nuevo panorama político y económico que habrá en el Mercosur, tras las reformas que plantea en Venezuela Hugo Chávez, imbuido de un nuevo y mesiánico espíritu socialista.

Discrepo con las declaraciones del ministro del Interior, Aníbal Fernández, quien ha sido el primer vocero del Gobierno en opinar sobre tal cuestión. Fernández ha pretendido relativizar la influencia de los cambios que prepara Venezuela, argumentando que "la situación de Venezuela es de Venezuela y ellos sabrán lo que hacen", y destacando que "nosotros no tenemos nada que decir ni mucho menos que cuestionarle a un Estado soberano". No son las decisiones de Venezuela las que me preocupan, sino la errática política de nuestro gobierno nacional, que ha embarcado al país en una seria dependencia energética.

La Argentina depende hoy de acuerdos con Venezuela y Bolivia para la importación de gas, petróleo, fueloil y gasoil. Dependemos de contratos que, a su vez, penden de un inestable hilo. Bolivia ya está en dificultades para cumplir con la palabra empeñada, en función de los trastornos que enfrenta la política "nacionalista" del presidente Evo Morales. Y Venezuela va camino de transformarse en la nueva Cuba del continente, con garantía de permanencia en el poder para su actual presidente, Hugo Chávez, quien apenas asumió su nuevo mandato anticipó que prepara la estatización de empresas, haciendo trizas la seguridad jurídica.

La Argentina padece una seria crisis energética, que el Gobierno todavía no admite, aunque todos sabemos que, en lugar de desarrollar nuestra propia matriz productiva, se apuesta a la importación de combustibles. A las provincias productoras se las castiga con retenciones a la exportación y con un tope en el precio de sus productos. Así, lo único que se consigue es mantener congeladas las inversiones en exploración, con la consecuente reducción de reservas. En este contexto, el gobierno nacional apostó al "auxilio" de amigos confiables, que ya no son tan amigos ni tan confiables: Evo Morales y Hugo Chávez.

La Argentina importa gas boliviano a 5 dólares, mientras al gas argentino se le impone un precio tope de 2 dólares, con lo que se asiste a una terrible paradoja: nuestro gas -insuficiente por falta de inversión- es barato, y el gas que tenemos que comprar para complementar nuestra carencia, es caro. La diferencia la paga el Estado nacional, subvencionado por las provincias productoras. Es decir, la pagan todos los argentinos.

Chávez es el principal financista del gobierno de Néstor Kirchner. Ha comprado ya, para "ayudar" a nuestro país, unos 3.400 millones de dólares en bonos de deuda argentina. El Gobierno ha firmado acuerdos para intercambiar ganado y bienes industriales por combustibles, por un costo calculado en 540 millones de dólares. Actualmente, Cammesa convocó a licitación para comprar un millón de toneladas de fuel- oil para abastecer este año a las centrales térmicas argentinas, previendo que la crisis energética obligará a un funcionamiento pleno de todo el parque generador disponible, y supliendo la insuficiencia de gas por otros combustibles en las centrales de ciclo combinado. Seguramente, allí reaparecerá el espíritu "solidario" de Chávez, y la Argentina acrecentará la dependencia de este nuevo dictador americano.

Por supuesto que lo que haga o deje de hacer Venezuela es un tema de los venezolanos. Por la misma razón, lo que se hace en la Argentina es tema de los argentinos, y no sólo de un gobierno que gestiona mirándose al espejo, y que ha conseguido, en poco tiempo, empeñar nuestra soberanía energética, para subordinarla a los vaivenes de países cada vez menos confiables.


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