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Debate
EL PETRÓLEO DE MENDOZA
10/10/2006

EL PETRÓLEO DE MENDOZA

(Editorial Diario Los Andes, Mendoza)
El panorama de la energía en la Argentina no es para nada promisorio. En los años pasados se ha invertido muy poco en materia de exploración de nuevos yacimientos de hidrocarburos, y no se han ampliado en la medida suficiente las plantas de procesamiento de combustibles ni los sistemas de traslado tanto de los líquidos como los gaseosos. Por otro lado, no se ha elaborado una política energética compatible con las reales necesidades del país.

La Argentina, que no es un país de la zona del Golfo Pérsico, ha estado exportando petróleo, algo que ha redituado jugosos ingresos tanto para el Tesoro Nacional como para las compañías involucradas en el proceso. También ha estado abasteciendo a Chile de gas, a partir de la explotación de sus cuantiosos yacimientos de gas en la región patagónica.

Al cabo de algunos años de este proceso nos encontramos inmersos en una crisis energética cuyos primeros datos deben consignarse a más de un quinquenio atrás, pero sobre los cuales no se planeó ni se realizó gran cosa.

Mientras exportamos petróleo, importamos gasoil, pero en tan poca cantidad que su escasez ahora se hace notar no solamente en el consumo de los miles de vehículos particulares que lo utilizan sino también en el traslado de cargas, las tareas del agro, cuya maquinaria se moviliza casi exclusivamente con ese combustible, procesos industriales y generación de energía eléctrica.

Mientras enviamos gas a Chile, lo importamos de Bolivia. En la operación, perdemos plata: vendemos más barato de lo que compramos, y encima racionamos los envíos al país trasandino, que nos acusa con razón de incumplimiento de nuestros compromisos.

El horizonte de las reservas de hicrocarburos del país se ve cada vez más cercano, y si no se realizan inversiones en forma más o menos inmediata, dentro de poco tiempo deberemos convertirnos en importadores de todo tipo de combustibles. Esto es la consecuencia de la falta de un diseño energético de orden nacional y de la delegación del manejo de un renglón que resulta estratégico para el desarrollo del país en empresas a las cuales poco le importa de qué forma hacen su dinero, si explotando petróleo en la Argentina o abasteciéndola de combustible provenientes de yacimientos foráneos: ambas situaciones se enmarcan dentro de lo legal.

Mendoza, en alguna época la más importante proveedora de hidrocarburos al mercado nacional, se ha visto relegada a varios puestos por detrás de otras provincias. Eso determina una disminución relativa en sus ingresos por regalías, algo que puede verse balanceado con la devolución -en los términos que marca la reforma constitucional de 1994- de varios yacimientos en etapas posteriores de recuperación. La perforación de un pozo de gran rendimiento en uno de esos sitios hace suponer que esos yacimientos ahora mendocinos pueden ser revitalizados y convertidos tanto en un aporte al progreso provincial como nacional. Y se buscan alternativas para poder poner las cosas en funcionamiento. Entre ellas, gestiones ante Venezuela, nueva asociada al Mercosur y poseedora de una de las más grandes reservas de petróleo del mundo, la primera en las Américas.

El caso es que Venezuela dispone de capitales, pero también de petróleo, y no parece lógico que acepte aportar para explotar el nuestro si en realidad su negocio consiste en proveernos de ese insumo y sus derivados. Por otro lado, la personalidad de su presidente, Hugo Chávez, confrontativo en grado sumo, ya a esta altura determina cierto tipo de dificultades para sus asociados, pero especialmente para la Argentina.

Quizás, ante la evidencia de que queda petróleo por explotar en Mendoza, se pudieran establecer convenios con otras partes, claro que con condiciones más taxativas que las determinadas en los años ’90. Pero, si con el tema del petróleo se pueden establecer otras líneas de negocios con Venezuela, como la venta de productos mendocinos de origen agrícola, la cuestión adquiriría otros matices. De todas formas, siempre se deberá tener en cuenta que la situación del nuevo asociado es volátil y puede verse cambiada de un momento a otro.


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