LA ENERGÍA, UN DESAFÍO PARA EL CRECIMIENTO
(Editorial Diario Clarín)
El crecimiento de la economía, además de proporcionar beneficios personales, empresariales y sociales, plantea desafíos que no pueden ignorarse y cuya resolución requiere programas de largo plazo. Entre esos desafíos está la necesidad de contar con energía suficiente para sustentar el crecimiento sin presiones inflacionarias.
Para el corriente año se espera un aumento del PBI cercano al 8%, motorizado conjuntamente por la inversión y por un consumo superior al que hasta hace poco se preveía. Según una reciente información del INDEC, en agosto pasado las ventas en supermercados aumentaron casi un 13% en relación al mismo mes del año pasado y las realizadas en shoppings, un 14%. El empuje de la demanda interna y externa genera un requerimiento de energía que, en algunos renglones, ya está superando críticamente la capacidad de la oferta.
Por el momento, el problema más notorio aparece en el mercado de gasoil. En numerosos lugares del interior está faltando el combustible y muchos productores agrícolas están pagando precios superiores a los acordados con el Gobierno para garantizar el abastecimiento.
En el sector petrolero-gasífero la situación de mediano plazo es especialmente preocupante porque las reservas de gas y de petróleo y el horizonte de disponibilidad de ambos combustibles, se están reduciendo cada año.
En energía eléctrica existen también sombras cercanas porque la capacidad de generación está al borde de los requerimientos de la demanda. En este contexto se han producido, además, sendas fallas en las centrales Atucha y Puerto, que reducen un 5% la capacidad de generación en un período en el que pueden presentarse aumentos de demanda por el calor.
La escasez energética plantea la necesidad de optar por una o varias de tres alternativas: reducir el consumo, promover la inversión o aumentar los precios para promover, vía mecanismos de mercado, bajas en el consumo y aumento en la inversión.
Atendiendo a la primera opción, la pasada semana la Asociación Empresaria Argentina (AEA) y la Unión Industrial Argentina hicieron un llamado a realizar un uso racional de la energía, para que la población acompañe los esfuerzos que está haciendo el sector empresarial. Debe recordarse que, por una reciente disposición, las empresas que necesiten más energía que el año pasado, deberán autogenerarla o comprarla en el mercado a precios superiores a los del abastecimiento normal.
En la misma línea, las distribuidoras Edenor, Edesur y Edelap, anunciaron que lanzarán una campaña de uso racional de electricidad para evitar cortes en el verano.
Utilizar en forma racional un recurso escaso o caro debería ser un objetivo prioritario de cualquier organización social. En las condiciones actuales ese propósito es indispensable, por lo que las iniciativas comentadas deben tenerse en cuenta cuidadosamente.
La alternativa de invertir y promover la inversión para ampliar la oferta de energía en todas sus fuentes es igualmente ineludible. En este sentido es útil tener en cuenta la potencialidad argentina en la producción de combustibles a partir de vegetales como caña de azúcar, maíz o soja. Su elaboración puede articularse, además, con otros procesos agropecuarios e industriales, por lo cual la inversión en energía tendría un efecto dinamizador sobre otros segmentos de la economía.
Queda, finalmente, el tema de los precios. Hasta el momento el Gobierno procuró que la situación energética no se traduzca en un aumento en los precios de la electricidad y los combustibles al por menor. Este propósito es parte de una política de resguardo de los ingresos y de contención de la inflación y, en ese sentido, es atendible. Pero debe manejarse con realismo para evitar que derive en desaliento de las inversiones destinadas a la producción energética.
El crecimiento de la economía ofrece diversos beneficios pero también desafíos. Uno de ellos es contar con recursos suficientes para sustentarlo. En la Argentina ese tema se plantea en la energía, como se observa especialmente en gasoil y electricidad. Ante la escasez de energía es necesario racionalizar el consumo en forma preventiva, invertir o aumentar los precios.
